Un gran estudio llevado a cabo en los Estados Unidos encontró diferencias importantes en las dos formas principales en las que los niños se enferman por el coronavirus, hallazgos que pueden ayudar a los médicos y a los padres a reconocer mejor las afecciones y a comprender más sobre los niños en riesgo de cada una.
El estudio, publicado en la revista JAMA, analizó 1.116 casos de jóvenes que fueron tratados en 66 hospitales de 31 estados. Algo más de la mitad de los pacientes tenía COVID-19 agudo, la enfermedad predominantemente relacionada con los pulmones que afecta a la mayoría de los adultos que se enferman por el virus, mientras que 539 pacientes tenían el síndrome inflamatorio que ha estallado en algunos niños semanas después de haber tenido una enfermedad típicamente leve por una infección inicial.
Los investigadores encontraron algunas similitudes, pero también diferencias significativas en los síntomas y características de los pacientes, que iban desde bebés hasta 20 años y fueron hospitalizados el año pasado entre el 15 de marzo y el 31 de octubre.
Los jóvenes con el síndrome, llamado Síndrome Inflamatorio Multisistémico en Niños o MIS-C, tenían más probabilidades de tener entre 6 y 12 años de edad, mientras que más del 80 por ciento de los pacientes con COVID-19 agudo eran menores de 6 años o mayores de 12.
Más de dos tercios de los pacientes con cualquiera de estas afecciones eran negros o hispanos, lo que, según los expertos, probablemente refleja factores socioeconómicos y de otro tipo que han expuesto de manera desproporcionada a algunas comunidades al virus.
“Aún es impactante que la gran mayoría de los pacientes no sean blancos y eso es cierto para MIS-C y para el COVID-19 agudo”, aseguró el doctor Jean A. Ballweg, director médico de trasplante cardíaco pediátrico e insuficiencia cardíaca avanzada en Children’s Hospital & Medical Center en Omaha, que no participó en el estudio. Y añadió: “Hay una clara disparidad racial”.
Por razones que no están claras, mientras que los jóvenes hispanos parecían igualmente propensos a estar en riesgo de ambas afecciones, los niños negros parecían tener un riesgo mayor de desarrollar el síndrome inflamatorio que la enfermedad aguda, manifestó la doctora Adrienne Randolph, autora principal del estudio y especialista en cuidados intensivos pediátricos en Boston Children’s Hospital.
Una pista potencial mencionada por los autores es que con la enfermedad de Kawasaki, un síndrome inflamatorio infantil poco común que tiene similitudes con algunos aspectos de MIS-C, los niños negros parecen tener una mayor frecuencia de anomalías cardíacas y responden menos a uno de los tratamientos estándar: inmunoglobulina intravenosa.
Los investigadores encontraron que los jóvenes con síndrome inflamatorio eran significativamente más propensos a no haber tenido condiciones médicas subyacentes que aquellos con COVID-19 agudo. Aún así, más de un tercio de los pacientes con coronavirus agudo no tenían ninguna condición médica previa. “No es que los niños que antes estaban sanos estén completamente libres de culpa”, aseveró Randolph.
El estudio evaluó la obesidad por separado de otras afecciones de salud subyacentes y solo en pacientes que tenían 2 años o más, y encontró que un porcentaje algo mayor de los jóvenes con COVID-19 agudo tenía obesidad.
Sin embargo, el doctor Srinivas Murthy, profesor asociado de pediatría en la Universidad de Columbia Británica, que no participó en el estudio, reconoció que no estaba convencido de que los hallazgos establecieran que los niños sanos tenían un mayor riesgo de MIS-C. Sino que podría ser “principalmente un juego de números, con la proporción de niños infectados y la proporción de niños sanos”, dijo.
Para el experto, en general, la documentación del estudio sobre las diferencias entre las dos condiciones fue útil, especialmente porque reflejaba “un conjunto razonablemente representativo de hospitales en los EEUU”.
Los jóvenes con síndrome inflamatorio tenían más probabilidades de necesitar tratamiento en unidades de cuidados intensivos. Sus síntomas eran mucho más propensos a incluir problemas gastrointestinales e inflamación y afectar la piel y las membranas mucosas. También eran mucho más propensos a tener problemas relacionados con el corazón, aunque muchos de los pacientes con COVID-19 agudo no recibieron evaluaciones cardíacas detalladas, anotó el estudio.
Aproximadamente la misma gran proporción de pacientes con cada afección (más de la mitad) necesitaron asistencia respiratoria, y poco menos de un tercio de los que necesitaron ventilación mecánica. Aproximadamente el mismo número reducido de pacientes en cada grupo murió: 10 con MIS-C y ocho con COVID-19 aguda.
Los datos no reflejan un aumento reciente en los casos del síndrome inflamatorio que siguió a un aumento en las infecciones generales por coronavirus en todo el país norteamericano durante la temporada de vacaciones de invierno. Algunos hospitales han informado que ha habido un mayor número de pacientes MIS-C gravemente enfermos en la ola actual en comparación con las olas anteriores.
“Me fascinará ver la comparación del 1 de noviembre en adelante con este grupo porque creo que todos sentimos que los niños con MIS-C han estado incluso más enfermos recientemente”, indicó Ballweg.
Una señal optimista del estudio fue que la mayoría de los problemas cardíacos graves en los jóvenes con síndrome inflamatorio mejoraron a una condición normal en 30 días. Aún así, la doctora Randolph destacó que aún se desconocen los efectos residuales, razón por la cual una de sus coautoras, la doctora Jane Newburger, jefa asociada de asuntos académicos en el departamento de cardiología del Boston Children’s Hospital, está dirigiendo un estudio a nivel nacional para seguir a los niños con la síndrome inflamatorio por hasta cinco años. “No podemos decir al 100 por ciento con certeza que todo será normal a largo plazo”, finalizó Randolph.
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