La inmunidad es una de las mayores fuentes de controversia y de preocupación alrededor del nuevo coronavirus. Sin certezas en torno a la eficacia y la duración de la respuesta inmune una vez que el cuerpo logra eliminar el virus es muy difícil empezar a pensar en el final de la pandemia. Lo cierto es que tanto las vacunas como el desarrollo de una inmunidad colectiva por la vía del contagio masivo requieren que la protección sea duradera para hacer posible el retorno a algo parecido a la vieja normalidad.
Afortunadamente, un estudio publicado esta semana reveló que ocho meses después de la infección, la mayoría de las personas evaluadas todavía tienen suficientes células inmunes para defenderse del virus y prevenir la enfermedad. Una lenta tasa de disminución de esas células a corto plazo sugiere que pueden persistir en el cuerpo por un tiempo muy prolongado.
La investigación, titulada “Memoria inmunológica al SARS-CoV-2 evaluada durante más de seis meses después de la infección”, tiene como autor principal a Shane Crotty, virólogo del Instituto de Inmunología de La Jolla, California, y como coautores a Jennifer Dan, Jose Mateus, Yu Kato, Kathryn Hastie, Caterina Faliti, Sydney Ramirez, April Frazier, Esther Yu, Alba Grifoni, Stephen Rawlings, Bjoern Peters, Florian Krammer, Viviana Simon, Erica Saphire, Davey Smith, Daniela Weiskopf y Alessandro Sette. Si bien aún no ha sido revisada por pares ni publicada en una revista científica, es el estudio más completo y de largo alcance sobre la memoria inmune al coronavirus hasta la fecha.
“Esa cantidad de memoria (inmune) probablemente evitaría que la gran mayoría de las personas necesiten hospitalización o desarrollen una enfermedad grave durante muchos años”, dijo Crotty a The New York Times. Esta investigación va de la mano con otro hallazgo reciente, tanto o más esperanzador: que los sobrevivientes del SARS, causado por otro coronavirus, todavía portan ciertas células inmunes 17 años después de recuperarse.
Por otro lado, los hallazgos de este estudio son consistentes con la evidencia que surge de otros laboratorios. Semanas atrás, por ejemplo, se conoció una investigación que también alivió la preocupación sobre la pérdida gradual de inmunidad al coronavirus. Su principal conclusión era que un tipo esencial de glóbulo sanguíneo persiste durante al menos seis meses en las personas después de haber contraído covid-19, incluso en aquellas que no tuvieron síntomas.
El estudio, realizado a 100 personas, mostró que después de medio año todos tuvieron respuestas de células T frente a una serie de proteínas del coronavirus, incluida la proteína espiga utilizada como marcador en muchos estudios de vacunas. Los que habían experimentado síntomas tenían niveles que eran al menos un 50% más altos que aquellos pacientes que no.
La investigación, llevada a cabo por un grupo de inmunólogos de 17 universidades llamado U.K. Coronavirus Immunology Consortium, aún no ha sido revisado por otros expertos del sector. Los autores dijeron que era el primero en demostrar que una memoria celular sólida contra el virus persiste durante ese período de tiempo. Ninguno de los pacientes cuyas muestras de sangre y suero fueron estudiadas había sido hospitalizado con covid-19.
“Son noticias prometedoras”, dijo Fiona Watt, presidenta ejecutiva del Consejo de Investigación Médica. “Si la infección natural con el virus puede provocar una respuesta sólida de células T, ello podría significar que una vacuna puede hacer lo mismo”.
Las células T no son anticuerpos. Son glóbulos blancos que pueden recordar enfermedades pasadas, matar células infectadas por virus y estimular anticuerpos para canalizar las defensas cuando se necesitan.
Todos estos estudios “en general pintan el mismo cuadro, que es que una vez que se superan esas primeras semanas críticas, el resto de la respuesta parece bastante convencional”, dijo Deepta Bhattacharya, inmunólogo de la Universidad de Arizona, también consultada por el Times.
Akiko Iwasaki, inmunóloga de la Universidad de Yale, dijo que no le sorprendía que el cuerpo tuviera una respuesta duradera, porque “eso es lo que se supone que sucede”. Aún así, se sintió alentada por la investigación: “Esta es una noticia emocionante”.
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