Pesadillas de muerte y mala praxis: los fantasmas que acosan a los trabajadores de la salud por la pandemia de coronavirus

Aunque los sueños malos se incrementaron en general, el sector médico es el más afectado. El confinamiento es otro de los temas recurrentes

Guardar
Una encuesta dedicada a la
Una encuesta dedicada a la relación entre pesadillas y pandemia notó que en comparación con encuestas anteriores aumentaron las emociones negativas y la angustia.

El médico estaba entubando a un paciente de COVID-19, que presentaba un cuadro crítico, para que un respirador le salvara la vida, pero de pronto el aparato se convirtió en un dispensador de agua fría. Otro médico por desatascar un tubo de respiración hasta que, en el forcejeo, lograba zafarlo, sólo para caer hacia atrás, por el propio impulso de su fuerza, y desplomarse por una ventana abierta. Esas pesadillas son una muestra de las miles que un grupo de investigadores del sueño han recogido en un esfuerzo por medir de qué modo la pandemia está afectando el inconsciente de las personas, afectadas no sólo por el temor a la enfermedad sino también por la falta de contacto social y el desempleo, entre otras cuestiones.

Un análisis de MedPage Today encontró que al comienzo de la crisis global del coronavirus los sueños solían agruparse en interpretaciones literales o metafóricas del virus: la gente soñaba que se contagiaba o bien que sufría invasiones de insectos o monstruos invisibles. Deirdre Barrett, investigadora de la Escuela de Medicina de Harvard, que hace años realiza encuestas sobre sueños y enfermedad, contó a la publicación que muchos profesionales de la salud fueron sumando, además del terror a la amenaza del SARS-CoV-2, imágenes ominosas sobre responsabilidad y fracaso.

La importancia de la investigación, en meses de falta de paz como los de la pandemia, reside en que “las pesadillas pueden causar un terror tan fuerte que interrumpen el sueño”, según el sitio de noticias médicas. Y las recurrentes, sobre todo si tienen una trama realista y traumática, “son una característica del trastorno de estrés postraumático”. La encuesta de Barrett dedicada a la relación entre pesadillas y pandemia ha reunido más de 9.000 sueños desde el 23 de marzo. En comparación con encuestas anteriores, se nota un aumento de emociones negativas y angustia.

El temor a la enfermedad,
El temor a la enfermedad, la falta de contacto social y el desempleo se destacan entre los factores que afectan el descanso.(Shutterstock)

Una investigación anterior, realizada en China, el primer frente del coronavirus, “sugirió que más de la tercera parte de los trabajadores de la salud sufrían insomnio y muchos de ellos depresión, y ambas cosas podrían vincularse a las pesadillas”, siguió el informe. “En general tenían algunas pesadillas, como que sentían alguna incomodidad o algún miedo intermitente”, analizó Barrett para MedPage Today. “En cambio, los prestadores de cuidados intensivos o de las salas de urgencias, o que practicaban medicina general pero en lugares donde el virus estaba en su punto máximo", sufrían toda clase de pesadillas "similares a las del estrés postraumático”.

En muchos de los estudios que analizó MedPage Today las mujeres sufrían pesadillas con más frecuencia que los varones. Barrett halló que los sueños de las mujeres no sólo presentaban un arco de emociones negativas mayor sino que incluían regularmente “angustia, tristeza e imágenes corporales desagradables”. Su interpretación: “Las mujeres, como cualquier otra minoría social, sufren las crisis con más fuerza”. Observó como ejemplo que en los Estados Unidos las mujeres han perdido empleos de manera desproporcionada, además de haber cargado con la mayor parte de la responsabilidad de la escolaridad en el hogar de sus hijos.

En China, el primer frente
En China, el primer frente del coronavirus, más de la tercera parte de los trabajadores de la salud sufrió insomnio y muchos de ellos cayeron en ladepresión. (NIAID/National Institutes of Health vía AP)

Con el paso de los meses —siguió el artículo— los sueños comenzaron a incluir algunos aspectos del confinamiento, las cuarentenas o los cierres. Barrett contó que algunas personas soñaron literalmente con estar encerradas en soledad; otras sentían terror porque las obligaban a ir a espacios llenos de gente que no usaba máscaras ni respetaba la distancia social. Una mujer soñó que en su oficina habían cambiado la disposición de los escritorios, pero en lugar de separarlos a dos metros entre sí, los habían apiñado todos juntos.

“Los sueños descriptos se podrían explicar por la ‘hipótesis de continuidad’, que sugiere que lo que se sueña es una continuación de los eventos que ocurren en la vida diurna en lugar de reflejos distorsionados del inconsciente”, agregó la experta.

Por ejemplo, cuando los medios y las redes sociales comenzaron a poblarse de noticias sobre la cantidad de muertos de COVID-19, en la investigación de Barrett el tema de la muerte se triplicó en comparación con pesadillas pre-pandemia. Algunos eran definitivamente horrorosos: la persona se encontraba en un cementerio y era testigo de cómo embalsamaban vivos a los infectados de SARS-CoV-2; otros eran más amables, como un hombre que soñó que iba a un picnic con familiares fallecidos.

La temática de las pesadillas
La temática de las pesadillas se podría explicar por la hipótesis de continuidad: lo que se sueña es una continuación de los eventos que ocurren en la vida diurna. (Shutterstock)

“Los sueños pueden servir como un medio para cumplir los deseos que se tienen en la vida diurna, y tienen un potencial terapéutico”, continuó Barrett. "Y cuando la gente los comparte se crea una sensación de estar juntos en la misma situación, de experimentar los mismos sentimientos que los demás. Los sueños conforman un microcosmos emocional muy poderoso para una situación que nos toca tan profundamente”.

Sin embargo, soñar repetidamente cosas horribles afecta el descanso. ¿Qué pueden hacer los trabajadores de la salud para reducir la cantidad de pesadillas, o cualquier persona agobiada por noches de terror inconsciente? Barrett sugirió un proceso llamado “terapia de ensayo de imágenes”, que implica reescribir el final de un sueño recurrente para cambiar el final traumático, lo cual otorga a la persona una sensación de control. “El sueño repetitivo de no lograr asegurar el tubo de un respirador, por ejemplo, se podría reescribir simplemente imaginando que uno logra hacerlo, o que recibe ayuda para poder hacerlo”, ilustró.

MÁS SOBRE ESTE TEMA:

Guardar