Una de las condiciones complejas que enfrenta el mundo ante la pandemia de coronavirus es el desconocimiento que se tiene aún de la patología. Mientras la pandemia circula, se controla y reaparece, los estudiosos no dejan de abrir puertas posibles a nuevos conceptos. Así fue como algunas medidas que se creían valiosas, empezaron a modificarse en función a los nuevos conocimientos.
La trasmisión en el aire del COVID-19 sigue siendo materia de debate. En un documento presentado por el Laboratorio Internacional de Calidad del Aire y Salud de la Universidad Tecnológica de Queensland, Brisbane, Australia, que reúne a 239 expertos del mundo, se hace un llamado a la comunidad médica y a los organismos nacionales e internacionales relevantes para que reconozcan el potencial de propagación por el aire de la enfermedad del coronavirus. “Existe un potencial significativo de exposición por inhalación a virus en gotitas respiratorias microscópicas (microgotas) a distancias cortas a medianas (hasta varios metros, o escala de habitación), y estamos abogando por el uso de medidas preventivas para mitigar esta ruta de transmisión aérea”, sentencia el documento.
Los estudios de los firmantes y otros científicos han demostrado más allá de toda duda razonable que los virus se liberan durante la exhalación, el habla y la tos en microgotas lo suficientemente pequeñas como para permanecer en el aire y representar un riesgo de exposición a distancias superiores a 1 o 2 metros de una persona infectada. Por ejemplo, a velocidades típicas del aire en interiores, una gota de 5 μm viajará decenas de metros, mucho mayor que la escala de una habitación típica, mientras se asienta desde una altura de 1,5 m hasta el suelo.
El único que viaja
Varios estudios retrospectivos realizados después de la epidemia del síndrome respiratorio agudo severo coronavirus (SARS-CoV-1) demostraron que la transmisión aérea era el mecanismo más probable para explicar el patrón espacial de las infecciones.
Otros, realizados sobre la propagación de otros virus -incluido el virus sincitial respiratorio (VSR), el coronavirus del síndrome respiratorio de Oriente Medio (MERS-CoV) y la influenza-, muestran que los virus viables en el aire pueden ser exhalados y/o detectados en el ambiente interior de pacientes infectados. Esto plantea el riesgo de que las personas que comparten dichos entornos puedan potencialmente inhalar estos virus, provocando infecciones y enfermedades.
Hay muchas razones para esperar que el SARS-CoV-2 se comporte de manera similar y que la transmisión a través de microgotas en el aire sea una vía importante. Se ha detectado en el aire ARN viral asociado con gotitas, y se ha demostrado que el virus mantiene la infectividad en gotitas de este tamaño. Se ha demostrado que otros virus sobreviven igualmente bien, si no mejor, en aerosoles en comparación con las gotitas en una superficie.
La orientación actual de numerosos organismos nacionales e internacionales se centra en el lavado de manos, el mantenimiento del distanciamiento social y las precauciones contra las gotitas. La mayoría de las organizaciones de salud pública, incluida la Organización Mundial de la Salud (OMS), no reconocen la transmisión aerotransportada, excepto en los procedimientos de generación de aerosoles realizados en entornos sanitarios.
“El lavado de manos y el distanciamiento social son apropiados pero, en nuestra opinión -advierten los especialistas en su documento-, insuficientes para brindar protección contra las microgotas respiratorias portadoras de virus liberadas al aire por personas infectadas”. Este problema es especialmente agudo, según indican, en ambientes interiores o cerrados, particularmente aquellos que están abarrotados y tienen ventilación inadecuada en relación con el número de ocupantes y períodos de exposición prolongados. Por ejemplo, la transmisión aérea parece ser la única explicación plausible para varios eventos de superpropagación investigados que ocurrieron en tales condiciones, y otros en los que se siguieron las precauciones recomendadas relacionadas con las transmisiones de gotas directas.
Sumar para no restar
“La evidencia es ciertamente incompleta para todos los pasos en la transmisión de microgotas de COVID-19”, confirman los expertos, pero recalcan que siguiendo el principio de precaución, se deben abordar todas las vías potencialmente importantes para frenar la propagación de la COVID-19.
Proporcionar una ventilación suficiente y eficaz (suministre aire exterior limpio, minimice la recirculación del aire), especialmente en edificios públicos, entornos laborales, escuelas, hospitales y residencias de ancianos. Complementar la ventilación general con controles de infecciones transmitidas por el aire, como escape local, filtración de aire de alta eficiencia y luces ultravioleta germicidas. Evitar el hacinamiento, especialmente en el transporte público y los edificios públicos.
"Estas medidas son prácticas y, a menudo, se pueden implementar fácilmente; muchas no son costosos -indican-. Por ejemplo, pasos simples como abrir puertas y ventanas pueden aumentar drásticamente las tasas de flujo de aire en muchos edificios.
“Se entiende que todavía no existe una aceptación universal de la transmisión aérea del SARS-CoV2 -señalan-; pero en nuestra evaluación colectiva hay pruebas de apoyo más que suficientes para que se aplique el principio de precaución. Para controlar la pandemia, en espera de la disponibilidad de una vacuna, se deben interrumpir todas las vías de transmisión. Nos preocupa que la falta de reconocimiento del riesgo de transmisión aérea de la COVID-19 y la falta de recomendaciones claras sobre las medidas de control contra el virus aerotransportado tengan consecuencias significativas: las personas pueden pensar que están completamente protegidas al adherirse a la actual recomendaciones, pero de hecho, se necesitan intervenciones adicionales en el aire para reducir aún más el riesgo de infección”.
Este asunto es de mayor importancia ahora, cuando los países están reabriendo después de cierres cerrados: llevar a la gente de regreso a los lugares de trabajo y a los estudiantes a las escuelas, colegios y universidades. La transmisión aérea de COVID-19 es un riesgo real y las medidas de control deben sumarse a las otras precauciones tomadas, para reducir la gravedad de la pandemia y salvar vidas.
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