Un equipo internacional de paleontólogos descubrió en un pedazo de ámbar analizado en Myanmar unos espermatozoides fosilizados de un minúsculo crustáceo que tendrían 100 millones de años y son los más antiguos encontrados hasta ahora.
Según explicaron los investigadores, dirigidos por el doctor Wang, de la Academia china de Ciencias, en un artículo publicado el miércoles en la prestigiosa revista científica Journal of Royal Society, hasta el momento los espermatozoides fosilizados más antiguos hallados por los científicos tenían 17 millones de años.
El animal al que pertenecen estos espermatozoides es un ostrácodo denominado por los científicos “Myanmarcypris hui”, una especie que mide menos de un milímetro y que existe desde hace 500 millones de años y está presente hoy en océanos, lagos y ríos.
Durante el periodo Cretácico, que comenzó hace 145 millones de años y terminó hace 66, los ostrácodos estudiados vivían probablemente en las costas de la actual Myanmar, donde se vieron atrapados en un cúmulo de resina de árbol. Y ahí fue encontrada esta pieza de ámbar, que estaba en posesión de un coleccionista, antes de ser entregada en 2017 al doctor Wang para que pudiera estudiarla.
Calidad en lugar de cantidad
Los científicos confirmaron que se trata de los espermatozoides fosilizados más antiguos encontrados hasta ahora. Se hallaron dentro de un ejemplar hembra, lo que indica que tuvo que ser fecundada antes de verse atrapada en el ámbar.
La segunda particularidad del hallazgo es que estos espermatozoides son considerados “gigantes” porque podían medir cuatro veces más que el macho progenitor. “Esto equivaldría a (un espermatozoide) de 7,30 metros en un hombre de 1,70 metros, es decir, ¡hace falta mucha energía para producirlos!”, explicó a la agencia AFP Renate Matzke-Karasz, de la Universidad Ludwig-Maximilians de Múnich, que es la coautora del estudio.
“Este hallazgo nos ha permitido corroborar la hipótesis de que los espermatozoides gigantes ya existían desde hace 100 millones de años”, dijo la bióloga. Hasta ahora, las hipótesis se basaban en el descubrimiento, en 2009, de órganos genitales de gran tamaño en estos crustáceos, lo cual hacía suponer que los espermatozoides también eran gigantes.
Se trata por tanto de una especie de excepción, ya que en nuestro planeta, todos los machos, el hombre incluido, producen decenas de millones de espermatozoides minúsculos. Pero este ostrácodo favorece la calidad de sus espermatozoides por encima de la cantidad.
La investigadora está convencida de que esto es una prueba de la buena forma física de estos machos y de una condición “privilegiada” de las hembras, que han adoptado características genitales apropiadas para recibirlos. Se trata por tanto de una “coevolución”, explicó.
“Es impresionante porque exige un esfuerzo importante por parte de los machos y de las hembras y no olvidemos de numerosos ostrácodos pueden reproducirse de manera partenogenética, es decir, sin macho. La reproducción sexual con espermatozoides gigantes debe de tener ventajas sobre la reproducción asexual”, opinó Matzke-Karasz.
Este descubrimiento muestra por tanto que la “reproducción con espermatozoides gigantes no es una extravagancia de la evolución en vías de extinción sino una ventaja importante a largo plazo para la supervivencia de la especie”, agregó la experta.
Fósiles hallados anteriormente de especies mucho más grandes que estos ostrácodos no lograron superar proporcionalmente el tamaño de estos espermatozoides. “Por favor, no subestimen nunca a los pequeños”, bromeó la bióloga.
Con información de AFP (por David Courbet)
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