El posible indicio de vida extraterrestre en Venus abarcó los titulares de los principales diarios del mundo ayer, cuando se dio a conocer la noticia de un amplio y detallado estudio que comenzó en 2017 por parte de un grupo de astrónomos internacionales.
Los expertos constataron la “presencia aparente” por primera vez fosfina en las nubes venucinas, una extraña molécula creada por microbios, lo que apunta directamente a un indicio de vida. “Me sorprendió mucho, de hecho, quedé pasmada”, dijo la astrónoma Jane Greaves de la Universidad de Cardiff en Gales, autora principal de la investigación publicada en la revista Nature Astronomy.
Greaves y otros colegas utilizaron el telescopio James Clerk Maxwell en Hawai para descubrir la fosfina y luego lo confirmaron en 2019 mediante la utilización del radiotelescopio Atacama Large Millimeter / submillimeter Array (ALMA) en Chile, del Observatorio Europeo Austral (ESO).
"Es la primera vez que se halla fosfina (o fosfano) en uno de los cuatro planetas telúricos del Sistema Solar, al margen de la Tierra”, indicó Greaves, profesora de astronomía de la Universidad de Cardiff, que dirigió el estudio. El gas fue detectado mediante la observación de la atmósfera venusiana con la ayuda de dos radiotelescopios. “Podría proceder de procesos desconocidos de fotoquímica o geoquímica, o por analogía, de la producción biológica de fosfina en la Tierra, gracias a la presencia de vida”, explica el estudio. Este compuesto se halla también en planetas gigantes gaseosos del Sistema Solar, pero no es de origen biológico.
La presencia de fosfina, un compuesto altamente tóxico, no sorprende en la atmósfera infernal del segundo planeta más cercano al Sol, compuesta en un 97% de gas carbónico. En su superficie, la temperatura es de un promedio de 470 ºC, con una presión más de 90 veces superior a la de la Tierra. Pero es en la espesa capa de nubes hiperácidas que cubren Venus hasta unos 60 km de altitud que el equipo de Greaves supone que se pueden hallar las moléculas. “Ahí, las nubes son ‘templadas’, alrededor de 30 ºC”, según el estudio, que no excluye que el gas se forme a una altitud más baja y caliente antes de elevarse.
Pero, ¿de dónde procede? Greaves, que confía en “haber tenido en cuenta todos los procesos susceptibles de explicar su presencia en la atmósfera de Venus” antes de descartarlos, cree que solo queda como hipótesis un proceso desconocido o una forma de vida.
En este último caso, “creemos que tendría un tamaño pequeño, para flotar libremente”, precisa la científica, cuyo estudio “insiste en que la detección de fosfina no supone una prueba robusta de vida, sino que solo constata una química anormal inexplicada”. Por ello Greaves y sus colegas abogan por una observación más precisa de este fenómeno, mediante un telescopio espacial o bien una nueva visita por sonda de Venus o de su atmósfera.
Dudas de la comunidad científica
Aunque hoy Venus es un mundo abrasador, las observaciones sugieren que antes albergaba un océano de agua líquida. Durante la mayor parte de su historia, Venus podría haber sido tan habitable como la Tierra hasta algún momento de los últimos mil millones de años, cuando el aumento de los gases de efecto invernadero transformó el planeta en una trampa mortal. Quizá las formas de vida migraron a las nubes para evitar una extinción segura a medida que la superficie abrasadora se volvía menos habitable.
Según Penelope Boston, astrobióloga de la NASA que se especializa en el estudio de microbios en lugares extraños de la Tierra, dice que «es mucho más probable que [la posible vida] sea una reliquia de una biosfera primitiva dominante». Con todo, se muestra escéptica. “Creo que ahora es un infierno condenado, así que ¿cuánta de esa señal antigua podría haber retenido?”, se pregunta la científica.
Venus, el segundo planeta por su distancia del Sol, se consideró durante mucho tiempo el gemelo de la Tierra, ya que tiene casi el mismo tamaño que nuestro planeta y una gravedad y composición similares. Durante siglos, los humanos pensaron que su superficie podría estar cubierta de océanos, vegetación exuberante y ecosistemas frondosos, lo que ofrecería un segundo oasis para la vida en el sistema solar. Pero las primera observaciones científicas y robots enviados a su superficie revelaron lo contrario. Se trata de un mundo aterrador. Literalmente, un infierno. Su superficie puede alcanzar 465 grados Celsius. Debajo de hasta 105 kilómetros de nubes y bruma, las rocas están sometidas a una presión atmosférica aplastante, más de 90 veces superior a la de la superficie terrestre. Además, la atmósfera del planeta está compuesta principalmente de dióxido de carbono asfixiante y nubes de ácido sulfúrico.
“A partir de este descubrimiento habrá que centrarse en ver si ese gas se puede generar de otro modo que no involucre un organismo vivo. Es decir, tendríamos que ver si se puede generar sin un ser vivo detrás. Es shockeante y emocionante, pero no se podría afirmar que hay vida, se necesitan más pruebas”, explicó a Infobae Constantino Baikouzis, astrónomo y director del Programa Parque Astronómico de la Matanza, en Buenos Aires, Argentina.
Su colega, Diego Bagú, director del Planetario de la Universidad Nacional de La Plata también descartó que sea una prueba de vida: “En primer lugar es importante resaltar que el estudio no está confirmando la existencia de vida en Venus. Lo que ocurre es que por supuesto tiene un impacto enorme de si algún día podemos llegar a descubrir vida. En los últimos años se ha trabajado arduamente en planetas como Marte, pero nunca se tuvieron puestos los ojos en Venus”.
Y agregó: “No se sabe aún si esta fosfina es producida por existencia de vida o por un proceso completamente distinto. Es por este motivo que no podríamos relacionar directamente la existencia de vida con la fosfina”.
“Si se confirma la detección de fosfina, la gente se pondrá a trabajar para averiguar de dónde viene. Puede resultar que la vida ni siquiera sea la mejor explicación. Es posible que la fosfina se haya encontrado en nubes con temperaturas moderadas, pero el área sigue siendo un lugar espantoso para que sobreviva la vida, incluso para los microorganismos más resistentes. No hay nada definitivo que diga que es biología”, afirmó Rakesh Mogul, químico biológico de la Universidad Politécnica del Estado de California que se centra en la vida microbiana extrema y que no participa en el estudio.
“Todavía hay muchas incógnitas. Y es bueno poner la biología como la respuesta, pero realmente, como científicos, debemos respaldarlo y asegurarnos de estudiar exhaustivamente todas las demás posibilidades”, completó Mogul.
Dilemas de la vida fuera de la Tierra
La existencia de vida extraterrestre durante mucho tiempo ha sido una de las cuestiones fundamentales de la ciencia. Los científicos han utilizado sondas y telescopios para buscar “biofirmas”, signos indirectos de vida, en otros planetas y lunas de nuestro sistema solar y más allá.
Pero para Clara Sousa-Silva, astrofísica molecular del Instituto de Tecnología de Massachusetts y coautora del estudio se está cerca de comprobar la existencia de vida. “Con lo que sabemos actualmente de Venus, la explicación más plausible de la fosfina, por fantástica que parezca, es la vida, la única explicación que invertiría energía en producir moléculas. De lo contrario, en el universo la química solo ocurre cuando es energéticamente favorable”.
“Debo enfatizar que la vida, como explicación de nuestro descubrimiento, debe ser, como siempre, la última posibilidad. Esto es importante porque, si es fosfina, y si es vida, significa que no estamos solos. También significa que la vida misma debe ser muy común y debe haber muchos otros planetas habitados en toda nuestra galaxia”, completó la especialista.
Sousa-Silva está de acuerdo en que el equipo necesita confirmar la detección de fosfina descubriendo más señales en otras longitudes de onda. Sus colegas y ella habían planeado esas observaciones con el SOFIA (Stratospheric Observatory for Infrared Astronomy), un telescopio transportado en un avión, y con el Telescopio Infrarrojo de la NASA en Hawái. Pero entonces llegó el COVID-19 y el trabajo del equipo debió suspendido. “Es decepcionante no tener estas pruebas”, se sinceró Sousa-Silva, pero no deja de tener esperanzas porque lleguen más descubrimientos y revelaciones.
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