La pandemia del Covid-19 es una oportunidad para que los populismos reciclen sus viejos conceptos de “localismo” o “nacionalismo”. Ni el virus, el calentamiento global o la idea de una “nueva normalidad” deben ser interpretados inevitablemente como promotores de un mundo más social y ecológico.
La irrupción del coronavirus, coinciden varios historiadores y filósofos del momento, actúa como un acelerador de las tensiones políticas globales preexistentes, un fenómeno de moda para la reflexión durante este período de encerrona por los confinamientos.
Acentuación del voto a favor de los partidos populistas, globalización del nacionalismo y un agravamiento de los procesos de radicalización violentos, son algunas de las advertencias que el historiador e investigador francés del Centro de Estudios Políticos de Europa Latina de la Universidad de Montpellier, y una de las figuras más consultadas en Europa sobre las extremas derechas, Nicolas Lebourg, comparte en una charla con Infobae en París.
“Si las elecciones europeas de 2019 no fueron en absoluto un tsunami populista con el que algunos habían soñado o tenido pesadillas, la pandemia actual parece capaz de al menos poder retener la lealtad de los clientes adquiridos por la extrema derecha y agravar los procesos de radicalización violento “, piensa el historiador que suele ser habitual protagonistas de las crónicas de análisis que se presentan en los principales medios europeos.
La tragedia puede desarrollar nacionalismos agresivos
Las crisis tienen efectos diversos en nichos sociales distintos. Algunos, de extrema derecha, esperan que una crisis como la actual sanitaria justifique propuestas localistas en nombre de la ecología y la soberanía industrial. El discurso se volvió tan común que, como el caso de adoptado por Marine Le Pen en Francia, hizo reaparecer este tema durante el episodio del confinamiento. Una idea que postula que “lo mejor puede salir del drama”. Para el referente francés de la ultraderecha, “sería necesario cambiar un modelo económico ultraliberal que nos empobrece” para erigir “localismos”. La de la derecha radical va acompañada de una política agrícola nacionalista: localismo, aquí, significa “enraizamiento”, y se opone a la “ideología nómada” de la economía globalizada.
-¿Cuál es su opinión sobre el impacto de la pandemia en el desarrollo de los acontecimientos políticos mundiales?
-Ésta es una pregunta difícil para un historiador a medida que se desarrolla una tragedia. En la historia, las masacres, como puede ser una pandemia, pueden tener efectos sorprendentes. En la historia, la tragedia tiene efectos complejos. Dicho esto, el principio mismo del desarrollo de una pandemia transnacional puede servir al desarrollo de nacionalismos agresivos tanto a nivel de ideas como por el colapso económico, que les servirá en su sociología electoral.
-Comparte entonces, como muchos otros historiadores y analistas, que el virus puede ser un acelerador de los conflictos preexistentes.
-Obviamente, esto no calma el aumento de las tensiones entre Washington y Beijing, por ejemplo. En 2006, luego del episodio de gripe aviar, el Banco Mundial realizó una simulación sobre la economía de entonces, donde calculó que una pandemia global podría representar un crack con una disminución del 3 al 4.8% del producto interno bruto mundial. Si tenemos las consecuencias del colapso socioeconómico, las tensiones en el suministro, por supuesto, todavía estamos agregando consecuencias lamentables a la pandemia con esta aceleración de los conflictos. Dicho esto, todo se acelera: la pandemia ha traído un salto de la Unión Europea hacia una forma más federal de lo que nadie hubiera imaginado hace un año. Es todo el equilibrio de poder lo que se mueve, no solo los negativos.
-Usted menciona lo significativo del acuerdo de rescate europeo, ¿Qué balance le deja, incluso con las tensiones que se vieron para su aprobación, el alcance de lo aprobado?
-La fuerza del acuerdo europeo es que ha llegado a ser apoyado por gobiernos españoles y portugueses francamente izquierdistas, así como por los países más derechistas de Europa. En cierto punto, el ambiente donde se alcanzaron acuerdos estaba rodeado de cierta paranoia nacionalista, que continúa. Sin embargo la pandemia ha logrado que los europeos vuelvan a la mesa de debate.
No obstante, comparte que se observa una radicalización de los conflictos, incluso cierto apogeo de grupos violentos. Un ejemplo: jóvenes en Stuttgart que destrozaron en una manifestación negocios e hirieron al menos 19 policías ¿Hay estallidos de violencia social?
En 2019, en Europa hubo tres veces más actos violentos de la extrema derecha que de la extrema izquierda, según Europol. Entre los hechos más llamativos, podemos citar el asesinato de un prefecto en Alemania y el arresto de una célula armada neonazi italiana que sostiene un misil qatarí. Alemania es un caso concreto con 13.000 radicales violentos de derecha estimados por la policía, frente a sólo 1.000 en Francia o 600 en Inglaterra según los servicios de estos países. La violencia política está aumentando en Europa, aunque la mayor parte de los actos violentos sigue siendo el problema de los yihadistas. Desde la concordancia de la crisis de los refugiados y los ataques yihadistas de 2015, el punto esencial sobre la violencia de derecha es la armonización europea de la victimología. En los distintos países, la violencia se dirige generalmente a migrantes y activistas de izquierda. La crisis de los refugiados se interpreta como una jyhad para llevar a una acción de “reconquista”.
- Lo llevo a Latinoamérica: ¿Hay comparación con los fenómenos de la derecha en América Latina, Brasil con Bolsonaro? Incluso cierta advertencia, sobre un fracaso de un gobierno de signo “populista” como el de Alberto Fernández en Argentina, pueda dar espacio al surgimiento de un proceso de ultraderecha.
-Desconfío de las comparaciones políticas entre los populismos sudamericanos y europeos porque las sociedades son muy diferentes. Dicho esto, lo que observamos globalmente es que este movimiento de ultraderecha, ultranacionalistas, es consecuencia de la transformación del mundo abierto simbólicamente por el primer choque petrolero en 1973. Se trata del desmantelamiento del estado de bienestar y el humanismo igualitario, ligado a una etnicización de las cuestiones y representaciones sociales, en beneficio de un aumento del estado penal y de seguridad. La globalización económica que comenzó en el siglo XIX. La globalización se ha acelerado considerablemente pero desde el principio ha provocado reacciones autoritarias y nacionalistas.
La “neosupremacía” blanca
Las decepciones políticas, conducen para Lebourg, a la “tentación terrorista” de los movimientos radicales de extrema derecha.
Especialista en la extrema derecha, amplía el trabajo que viene realizando desde 2015 como parte del programa sobre la historia del fascismo de la Universidad George Washington, donde expone que cierto éxito de los partidos legalistas de extrema derecha, puede llevar a algunos de sus militantes a considerar que el paso a la violencia se convierte en la única opción racional para obtener el relevo al que aspiran.
-En su libro “Los nazis sobrevivieron”, dice que todos los elementos están ahí para que hoy se libere la dinámica violenta de la extrema derecha. ¿Cómo sería el nazismo hoy?
-La idea de la raza blanca no fue una idea nazi. Los nazis creían en un sistema jerárquico más complejo. Pero ese radicalismo se transformó en una afirmación del orgullo de la raza blanca: orgullo, no supremacía. Esta afirmación blanca, retoma los temas de la conspiración judía mundial que detrás de la globalización buscaría destruir biológica y culturalmente a los europeos. Esta es una idea que se puede encontrar entre los asesinos-atentados en la mezquita de Christchurch, en Nueva Zelanda o la sinagoga Pittsburg, en los EEUU. La idea de un “mundo blanco” en guerra muestra cómo lo que está en la base del nacionalismo se ha convertido en un fenómeno transnacional, de hecho en el marco de la globalización, una adaptación de las mitologías raciales, primero nacional, luego continental, para tomar un espacio global.
-Una apostilla. Argentina tiene en su historia vínculos con el nazismo, jerarcas...
- ¡Incluso en la prensa nazi se podían leer artículos que hablaban de muchas formas sobre los nacionalistas argentinos! La CIA estimó que 7.000 alemanes emigraron a Argentina justo después del final de la guerra. No solo muchos nazis y sus colaboradores fascistas en toda Europa huyeron allí, sino que algunos movimientos neonazis europeos obtuvieron fondos del país.
-Finalmente, Le Pen en Francia o Abascal en España. ¿Tienen posibilidad de ser gobiernos? ¿Qué crees que pasará en Alemania después de Merkel?
-Estos son casos bastante diferentes. Vox representa un empoderamiento del ala dura del derechista Partido Popular. Ante los escándalos de corrupción y el problema catalán, el PP jugó la carta de la radicalización al explicar que era el único que salvó a una España en peligro de muerte. Como resultado, no había ningún partido extremista de derecha en España, apareció Vox. Es como el presidente francés de derecha Nicolas Sarkozy: como el Frente Nacional francés se había debilitado mucho, explicó que el Islam era un peligro mortal para Francia. Toman ideas radicalizadas. El problema con los extremos en Europa es que se han vuelto muy poderosos en el sector de los hombres con poca educación, las clases trabajadoras del sector privado. Se trata de una minoría de bloqueo muy grande, pero que aun no le permite ganar elecciones decisivas la mayor parte del tiempo. Aún hay personas mayores en mejor situación económica que se abstienen. Justo después de los atentados del 13 de noviembre de 2015, que fueron un trauma absoluto, hubo elecciones regionales: Marine Le Pen obtuvo el 41% de los votos en la primera vuelta, cuando había muchos otros candidatos, pero, aún así, en la segunda vuelta, en duelo, solo pudo ganar 2 puntos y perdió.
En resumen, para Lebourg las crisis sociales y políticas que actualmente se entremezclan con la crisis de salud solo pueden “ayudar a esta simbiosis de sentimientos de degradación personal y nacional que contribuya a la dinámica de la proliferación agresiva de una ultraderecha o modelos populistas nacionalistas”.
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