Los incendios en la Amazonia brasileña aumentaron un 28% en julio frente al mismo mes de 2019 y amenazan con expandirse en los próximo meses, ante el temor de los ambientalistas que de que se repita la tragedia vivida el año pasado en el mayor bosque tropical del planeta.
Las imágenes por satélite detectaron en julio un total de 6.803 focos de incendio, frente a los 5.318 focos registrados en el mismo mes de 2019, según datos facilitados por el Instituto Nacional de Investigación Espacial (INPE).
Tan solo el 30 de julio fueron contabilizados 1.007 focos en la selva amazónica, lo que supone el mayor número para el mes en los últimos 15 años, de acuerdo con la organización Greenpeace, que alertó sobre una “tendencia al alza” de incendios este año.
El incremento de los incendios, los más elevados para el mes de julio desde 2017, ha continuado pese a las medidas anunciadas recientemente por el Gobierno del presidente Jair Bolsonaro ante la presión internacional tras los devastadores fuegos de 2019.
A comienzo de junio el Ejecutivo desplegó un operativo en la región amazónica para evitar los crímenes medioambientales, entre ellos la tala indiscriminada de árboles, y un mes más tarde anunció la prohibición por un periodo de 120 días del uso del fuego en la selva, una práctica tradicional para preparar los campos de siembra.
Los incendios en la Amazonia suelen extenderse en los meses de sequía por áreas que han sido previamente desforestadas, uno de los grandes problemas que enfrenta el ecosistema y que se ha agravado en los últimos tiempos.
De acuerdo con Greenpeace, entre 2004 y 2012 la deforestación en la Amazonía cayó un 80%, pero desde 2012 se ha registrado una “inversión” en dicha curva, especialmente en los últimos dos años, un hecho que los ecologistas atribuyen a la retórica antiambientalista del líder de la ultraderecha brasileña.
El gobernante llegó el año a poner en duda los datos oficiales de deforestación y se ha comprometido durante su mandato a no homologar más tierras indígenas, pero en los últimos meses el Gobierno ha intentado moderar su imagen ante el riesgo de un boicot internacional.
PRESIÓN DE LOS FONDOS GLOBALES
El vicepresidente de Brasil, general Hamilton Mourao, se comprometió recientemente a adoptar las “medidas posibles” para contener la destrucción en la Amazonia, presionado por inversores que amenazan con retirarse del país si no se le pone coto a esa degradación.
Pero las medidas anunciadas hasta ahora por el Ejecutivo, según Greeanpece, son “mediáticas” y tienen como objetivo “apaciguar y calmar los inversores extranjeros” tras los devastadores incendios de 2019, cuyas imágenes dieron la vuelta al mundo y fueron ampliamente condenados por la comunidad internacional.
Para la organización ecologista la deforestación necesita ser combatida a lo largo del año y no solo en fechas puntuales, dado que los incendios Amazonia “no son resultado de un fenómeno natural, sino de la acción humana”.
”El discurso del Gobierno es mediático. La deforestación y los incendios no se combaten con una operación militar durante algunos meses”, recalcó Romulo Batista, portavoz de Greenpeace.
Batista denunció la ausencia de una política ambiental por parte del Gobierno Bolsonaro y criticó las recientes declaraciones del ministro de Medio Ambiente, Ricardo Salles, que en una reunión ministerial sugirió relajar las reglas ambientales aprovechando que la atención mediática está centrada en la pandemia del nuevo coronavirus. ”El Gobierno está al lado de quien comete ilegalidades” en la Amazonia, agregó Batista.
Con información de EFE
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