El virus del sarampión es el más contagioso que conoce la ciencia: cada caso genera otros 12 a 18, del doble al triple de los contagios que causan la polio, la viruela y la rubeola. El microorganismo es tan resistente como pequeño, y —un factor clave— puede vivir hasta dos horas en el aire donde una persona infectada tosió o estornudó.
El nuevo coronavirus crea, por cada caso, entre dos y tres más. Y un estudio publicado en la Revista de Medicina de Nueva Inglaterra (NEJM) sugirió que puede permanecer en el aire hasta tres horas. Pero otro trabajo, realizado en las habitaciones de pacientes de COVID-19 hospitalizados en Singapur, lo contradicen, ya que no se encontraron partículas de SARS-CoV-2 en el aire ni en las superficies limpias, sino sólo en las superficies antes de que fueran desinfectadas.
“El peso de la prueba indica que el nuevo coronavirus puede existir como un aerosol —un término de la física para designar un líquido o un sólido (el virus) suspendido en un gas (como el aire)— sólo en condiciones muy limitadas, y que esta ruta de transmisión no es la que impulsa la pandemia”, explicó Stat. “Pero 'condiciones limitadas’ no significa ‘ninguna condición’, lo cual subraya la necesidad de que los trabajadores de la salud tengan niveles altos de protección personal”.
La transmisión por aire tiene dos caminos, detalló la publicación de ciencia y medicina. En forma de gota, el coronavirus se queda en el aire durante unos pocos segundos luego de que alguien estornuda o tose; puede moverse una distancia muy pequeña antes de que la gravedad lo arrastre. Si otra persona está lo suficientemente cerca como para respirar esas microgotas, puede contaminarse al inhalarlo, pero sobre todo puede hacerlo al tocar una superficie donde el causante de COVID-19 haya finalmente caído (de ahí la importancia de lavarse las manos).
En forma de aerosol, en cambio, el proceso es diferente. “Las partículas quedan retenidas en el aire por fuerzas físicas y químicas”, explicó el artículo de Sharon Begley. “Quedan en suspensión, durante horas o más, dependiendo de factores como el calor y la humedad”. Eso, en el caso del virus del sarampión, lo ha convertido en extremadamente contagioso: cualquiera que pase por esa “nube patógena” puede incorporarlo.
Pero existen buenas razones para dudar que el nuevo coronavirus esté cerca de tener tal capacidad de invasión. “Si pudiera existir fácilmente como aerosol, estaríamos viendo niveles de transmisión mucho más grandes”, dijo a Stat el epidemiólogo Michael LeVasseur, de la Universidad Drexel. “Y estaríamos viendo un patrón diferente en la gente que se infecta. Cuando se trata de gotas que se diseminan, principalmente es un contacto cercano. Pero si un virus puede existir fácilmente como aerosol, uno se puede contagiar de las personas con las que comparte un ascensor".
Y eso, según el Centro para el Control y la Prevención de las Enfermedades (CDC) de los Estados Unidos, no está sucediendo. Un análisis estadístico de grupos de pacientes y sus familiares mostró que la proporción era muy baja. “Es otra prueba de que el COVID-19 se disemina sobre todo mediante gotas y no como aerosol", dijo LeVasseur.
“Creo que la respuesta será que la aerosolización ocurre raramente, pero no está descartada”, sintetizó el microbiólogo Stanley Perlman de la Universidad of Iowa. “Tenemos que distinguir entre lo que es posible y lo que realmente está sucediendo".
Ese estado de posibilidad surgió en un estudio realizado por el virólogo Ke Lan de la Universidad de Wuhan, la ciudad china donde comenzó el brote. En principio no se hallaron partículas en 35 muestras de aire de dos hospitales ni en áreas públicas de la ciudad; ni siquiera en las inmediaciones de las terapias intensivas donde se trataba a los pacientes. Pero sí los encontraron cerca de los baños de pacientes de COVID-19 en un tercer hospital. “El aerosol del virus —escribieron Ke y sus colegas— es una vía de transmisión potencial" y aconsejaron “la desinfección eficaz”.
Para comprobar los datos contradictorios de la realidad, un grupo de expertos de las universidades de California en Los Angeles y Princeton, junto con el Instituto Nacional de Salud (NIH) y el CDC, hicieron un estudio en laboratorio, que es el publicado en NEJM. El virólogo Vincent Munster dirigió la prueba por la cual un nebulizador —un dispositivo que crea aerosoles— liberó en el aire muestras tanto del nuevo coronavirus como del que causó el síndrome respiratorio agudo grave (SARS) en 2002-2003. Hallaron que ambos virus eran viables en forma de aerosol durante casi tres horas en comparación con las cuatro horas que permanecían en el cobre, las 24 que resistían en cartón y los dos o tres días en superficies de plástico y de acero inoxidable.
“Tanto el virus del COVID-19 como el del SARS tenían una vida media en aerosol de 2,7 horas, lo cual significa que las partículas dejan de estar en el aire luego de ese plazo”, resumió Stat.
“No encontramos pruebas de que el virus en aerosol sea el riesgo primario de transmisión —o siquiera un riesgo— para la gente en ambientes cotidianos", dijo el profesor de Princeton Dylan Morris, coautor del estudio. “No deberíamos descartar categóricamente nada con un virus nuevo, que todavía se comprende poco, pero basado en lo que sabemos sobre tos y estornudos, deberíamos ser cautelosamente optimistas porque la aerosolización podría no jugar un papel importante en la transmisión cotidiana”.
Otros médicos, de Kaiser Permanente, en California, publicaron un estudio en JAMA en el cual observaron que, si bien el nuevo coronavirus se contagia “principalmente por gotas”, ciertos procesos médicos pueden convertirlo en aerosol, como la intubación. Por eso el riesgo principal de esa vía de transmisión sería para el personal de medicina y enfermería. El trabajo recomendó protección extra para ellos y habitaciones de presión negativa, cuya circulación de aire es un circuito independiente del edificio y utiliza filtros para eliminar patógenos.
Por ahora, la Organización Mundial de la Salud, que estudia los datos que siguen surgiendo sobre el COVID-19, no ha cambiado las recomendaciones: no es necesario un barbijo y en cambio es menester una higiene de las manos para no incorporar el coronavirus al tocarla ojos, nariz o boca, que también se desaconseja.
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