A finales de enero, The Lancet publicó un estudio —entre cuyos autores había siete médicos del Hospital Jinyintan de Wuhan, la ciudad china donde surgió el nuevo coronavirus— según el cual la Paciente Cero del SARS-CoV2 nunca había pisado el mercado donde se supone que comenzó el contagio y no tenía vínculos epidemiológicos con ninguno de los otros 40 casos analizados. Días más tarde comenzaron a multiplicarse los comentarios en WeChat y Weibo, las populares redes de China, que advertían que esa Paciente Cero era una investigadora del laboratorio biológico con nivel de seguridad 4 de la ciudad epicentro, donde se estudian virus como el causante de la neumonía de Wuhan o el ébola.
Cuando ya los rumores aseguraban que la mujer se llamaba Huang Yanling y había sido el medio por el cual el SARS-CoV2 se había filtrado de su ambiente de estudio controlado al mundo entero, esta semana el Instituto de Virología de Wuhan salió a rechazarlos en un comunicado: “Recientemente ha circulado información falsa sobre Huang Yanling, una graduada de nuestro instituto, que afirma que era la paciente cero del novedoso coronavirus”, reprodujo el South China Morning Post.
“Hemos comprobado que eso no es cierto. Huang fue una estudiante graduada en el instituto hasta 2015, cuando se fue de la provincia [de Hubei, donde se encuentra Wuhan] y no ha regresado desde entonces. Huang goza de buena salud y no ha sido diagnosticada con la enfermedad”. Pero era tarde: la hipótesis de que el SARS-CoV2 se escapó de un laboratorio había cobrado fuerza.
No ayudó a acallarla, además, una secuencia llamativa de actos públicos. El viernes 21 de febrero, en una reunión de emergencia en Beijing, al hablar sobre la necesidad de contener el coronavirus y prevenir epidemias similares en el futuro, el presidente Xi Jinping dijo que el tema era “un asunto de seguridad nacional”. El sábado 22, el Ministerio de Ciencia y Tecnología de China publicó un documento titulado “Instrucciones para fortalecer la gestión de bioseguridad en los laboratorios de microbiología que trabajan con virus avanzados como el nuevo coronavirus".
Aunque parece algo general, observó Steven W. Mosher, presidente del Instituto para la Investigación de la Población y autor de Bully of Asia: Why China’s “Dream” Is the New Threat to World Order (El bully de Asia: por qué el “sueño” de China es la nueva amenaza al orden mundial), no lo es.
Escribió Mosher en The New York Post: “¿Cuántos ‘laboratorios de microbiología’ que trabajan con ‘virus avanzados como el nuevo coronavirus’ hay en China? Resulta que en todo el país hay solo uno. Y ese laboratorio singular se encuentra en la ciudad china de Wuhan, que precisamente es... el epicentro de la epidemia".
Subrayó: “Correcto. El único laboratorio de microbiología de Nivel 4, que está equipado para trabajar con coronavirus mortales, llamado el Laboratorio Nacional de Bioseguridad, es parte del Instituto de Virología de Wuhan”.
Actualmente, el laboratorio, afiliado a la Academia de Ciencias de China, intenta combatir los rumores de que “fabricó y filtró” el virus contagioso que amenaza al mundo, resumió Asia Times. “Aunque el Centro Chino para el Control y la Prevención de Enfermedades (CCDC) informó al presidente chino Xi Jinping a principios de enero sobre la amenaza a la salud pública, el Gobierno decidió no hacer sonar la alarma porque no quería ‘arruinar el clima festivo’ durante las celebraciones del Año Nuevo Lunar”, detalló. Era importante “evitar que la población entre en pánico”.
Shi Zhengli, investigadora principal del Instituto de Virología de Wuhan, especializada en microorganismos de murciélagos, afirmó en sus cuentas de redes sociales que garantizaba ‘con la vida’ que el brote no tenía nada que ver con el laboratorio, sino que era un enemigo desatado “por los hábitos bárbaros” de algunas personas, “como comer caza silvestre, incluidos murciélagos”, citó el Times. El equipo de Shi aportó la prueba científica para la hipótesis de Shanghái: que el SARS-CoV2 surgió en un mercado de animales exóticos de Wuhan.
Mosher, sin embargo, agregó que “el mayor experto en guerra biológica del Ejército Popular, el general de división Chen Wei, fue enviado a fines de enero a Wuhan para colaborar en el esfuerzo de contener el brote”. En su opinión, ese gesto desbarata la presunción oficial: “¿Acaso eso les sugiere a ustedes que el nuevo coronavirus podría haber escapado de ese mismo laboratorio, y que el trabajo de Chen es intentar meter al genio de nuevo en su botella, digamos? A mí, sí".
El lunes 24 de febrero el subsecretario interino del Departamento de Seguridad Nacional (DHS) de los Estados Unidos, Ken Cuccinelli, dijo a Fox News que no era serio descartar la posibilidad de que el origen del Sars-CoV2 haya sido un laboratorio. En diálogo con el corresponsal médico Marc Siegel, explicó que por ahora se lo desconoce: “Nuestros colegas en el Centro para el Control y la Prevención de las Enfermedades (local, CDC) y el Instituto Nacional de Salud (NIH) que participan en el equipo especial, han dejado en claro que no sabemos todavía cuál ha sido el origen de este virus en particular”.
—Hay una instalación biológica en la provincia de Hubei que preocupa a la gente —siguió—. Pero lo que he leído de estos profesionales médicos sugiere que la estructura del virus indica que es poco probable que haya sido de confección humana, porque si se lo hubiera creado para ser una amenaza se esperaría que mostrase determinadas características, que no están presentes.
—¿Eso significa que queda descartado? —preguntó Siegel.
—No, no totalmente.
Richard Ebright, profesor de biología en la Universidad de Rutgers, dijo a la edición china de BBC que la secuencia del genoma del Sars-CoV2 no reveló evidencia de que hubiera sido modificado artificialmente, aunque no podía eliminar con certeza la posibilidad de que la pandemia pudiera ser el resultado de “un incidente en un laboratorio”, tradujo Asia Times. “Ebright dijo que este coronavirus era familia de uno hallado en murciélagos que el instituto de Wuhan capturó en la provincia sudoeste de Yunnan en 2003, y que las muestras se habían guardado en el laboratorio desde 2013”.
En el Post de Nueva York, Mosher escribió que China tiene “un historial de incidentes similares”. Detalló: “Incluso el mortal virus del síndrome respiratorio agudo grave (SARS) ha escapado —y dos veces— del laboratorio de Beijing donde se lo usaba, y probablemente se lo usa, en experimentos.
Y además “existe un hecho poco conocido”, agregó. “Algunos investigadores chinos tienen el hábito de vender sus animales de laboratorio a los vendedores ambulantes una vez que han terminado de experimentar con ellos”. Como prueba contó: “Un investigador de Beijing, actualmente en la cárcel, ganó USD 1 millón vendiendo sus monos y sus ratas en el mercado de animales vivos, donde finalmente pasaron al estómago de alguien”.
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