El mundo en el que vivimos sería inconcebible sin las potentísimas herramientas de las que disponemos para mantenernos conectados. Hoy en día más de la mitad de los habitantes del planeta dispone de teléfono móvil o tiene acceso a un ordenador y maneja con soltura el correo electrónico y aplicaciones de mensajería como WhatsApp.
¿Hasta dónde llega la influencia de la electrónica? La siguiente figura muestra un día cualquiera en la vida de un ciudadano medio y los instrumentos que emplea durante su jornada:
Este breve recorrido nos indica hasta qué punto la electrónica está presente en nuestras vidas desde que nos levantamos hasta que nos acostamos: teléfonos móviles, ordenadores, internet… Si hacemos un recorrido un poco más detallado por los equipos de uso doméstico, social, personal y colectivo que la electrónica ha situado al alcance de la gran mayoría de los ciudadanos nos encontramos con muchos más:
• Ocio: televisión, reproductores de audio y vídeo, receptores de radio, cámaras digitales de fotografía.
• Medicina: equipos de diagnóstico por imagen como la resonancia magnética nuclear y la tomografía axial computarizada.
• Tráfico aéreo y marítimo: por ejemplo, los radares.
• Tráfico terrestre: mandos de apertura y cierre de puertas, ayudas a la conducción, y trenes de tracción eléctrica como el AVE.
• Satélites artificiales: satélites de posicionamiento como el GPS, meteorológicos y de comunicaciones.
• Energía: bombillas LED y células solares.
Y, por supuesto, un largo etcétera.
¿Cómo hemos llegado hasta aquí?
En mi libro Microelectrónica. La historia de la mayor revolución silenciosa del siglo XX describo la historia de ese desarrollo sin precedentes, basado en la invención de dos dispositivos que fueron especialmente importantes para esta revolución: el transistor y el circuito integrado.
La evolución de la electrónica es un viaje que va desde los primeros principios físicos hasta el desarrollo de las tecnologías de la información y las comunicaciones. En este viaje participan numerosos científicos (y sus descubrimientos), que son los que construyen esta historia.
El transistor y el circuito integrado
Dos hitos fueron esenciales para el desarrollo de la microelectrónica, que ha cambiado nuestras vidas y marcado la evolución de nuestra sociedad científico-tecnológica. Me refiero al transistor y al circuito integrado.
Físicos, químicos, ingenieros y tecnólogos hicieron aportaciones colectivas en sus instituciones públicas y privadas que han sido el motor esencial de la microelectrónica.
El ejemplo más característico es el del nacimiento del transistor en los laboratorios Bell, en las Navidades de 1947.
Los Bell Labs eran el centro de investigación de la conocida empresa ATT, gigante de las telecomunicaciones de EE UU en aquellos años. Ese relato, una epopeya científica comparable al desarrollo de la máquina de vapor, tiene también paralelismos con las novelas de intriga. Sus protagonistas fueron John Bardeen, Walter Brattain y Wiliam Shockley, quienes recibieron el Premio Nobel de física en 1956 por la invención del transistor. Al mismo tiempo, atravesaron numerosas dificultades y establecieron complicadas relaciones personales entre ellos.
Casi una década después, en 1958, comenzó una carrera entre dos empresas rivales (Texas Instruments y Fairchild Semiconductors) por hacerse con la patente del primer circuito integrado. Esta maravilla de la tecnología fue concebido por dos científicos de ambas compañías (Jack Kilby en la primera, Robert Noyce en la segunda) de manera independiente y casi simultánea carrera que se resolvió muchos años después, tras un sinfín de litigios legales.
La evolución posterior de la tecnología microelectrónica es conocida como la Ley de Moore. Esta indica que el número de transistores que hay en un circuito integrado se duplica cada dos años, lo que se ha cumplido sin interrupción desde la década de 1960. Se trata de una de las obras del ingenio humano más asombrosas, difíciles de igualar por cualquier otro producto tecnológico. La siguiente imagen muestra dicha ley:
La historia de la electrónica es más la historia de la perseverancia y la tenacidad que la de las grandes ideas geniales. Esto es un fiel reflejo de una era de organización y trabajo colaborativo, en lugar de protagonismos singulares e individualidad.
Ignacio Mártil de la Plaza es catedrático de Electrónica y miembro de la Real Sociedad Española de Física, Universidad Complutense de Madrid.