Científicos de Córdoba establecieron en roedores que un extracto de la planta previene daños neurológicos asociados al carcinoma de pulmón. Ahora se necesitan ensayos en pacientes.
"Nuestros hallazgos sientan las bases para futuras investigaciones a fin de establecer si los mismos efectos también suceden en seres humanos", afirmó a la Agencia CyTA-Leloir Elio Soria, el director del estudio, quien trabaja en el Instituto de Investigaciones en Ciencias de la Salud (INICSA), que depende de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) y del CONICET.
El carcinoma de pulmón y otros cánceres pueden ocasionar los llamados "síndromes paraneoplásicos neurológicos", es decir, daños en el cerebro como efecto remoto de una respuesta inflamatoria inducida por células tumorales. En este contexto desde la biomedicina se buscan estrategias para evitar o tratar esta complicación que sufre alrededor del 1% de los pacientes oncológicos.
Tal como describe la revista científica Phytotherapy Research, los investigadores realizaron experimentos en ratas con carcinoma de pulmón y los separaron en dos grupos: uno recibió por vía oral un extracto de yerba mate (Ilex paraguariensis) durante 21 días, mientras que el otro recibió una solución inerte como control.
Al cabo de ese período, los investigadores descubrieron que dos sustancias de la yerba mate, ácido clorogénico y quercetina, llegaron al cerebro de los animales tratados. Y el extracto atenuó la neuroinflamación y el daño cerebral relacionados con el cáncer de pulmón.
"Además de las posibles aplicaciones como adición al tratamiento del carcinoma de pulmón, los resultados reafirman la importancia de la nutrición sobre el desarrollo de las enfermedades crónicas, que a su vez puede complementar la terapéutica vigente", afirmó Soria, quien también es investigador del CONICET e integra el Instituto de Biología Celular de la Facultad de Ciencias Médicas de la UNC.
Del estudio también participaron la primera autora, María Cecilia Cittadini, Gastón Repossi Claudia Albrecht, Romina Di Paola Naranjo, Agustín Miranda, del CONICET y de la UNC; y Sonia de Pascual‐Teresa, del Instituto de Ciencia y Tecnología de Alimentos y Nutrición (ICTAN) con sede en Madrid, España.
Con información de Agencia CyTA – Instituto Leloir
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