Por Fernando Guarneros
José Cantero tenía 45 años cuando sus dedos se paralizaron y su trompeta dejó de sonar. Después, la rigidez se fue hacia sus brazos y más tarde a todo el cuerpo, incluida la boca, la lengua y la garganta. Aunque no lo sabía, el trompetista y arreglista musical que llegó a acompañar a Juan Gabriel en algunos de sus conciertos padecía de la enfermedad de Parkinson.
En México, de acuerdo con datos del Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía, 50 de cada 100.000 habitantes podrían desarrollar Parkinson. A nivel mundial es la segunda enfermedad neurodegenerativa más importante, pues la padecen más de 7 millones de personas, además, la Organización Mundial de la Salud estima que para el 2030 el total de personas con Parkinson podría duplicarse.
En entrevista con Infobae México, la neuróloga Minerva López Ruiz explica que el Parkinson es una enfermedad que afecta al sistema nervioso central, en donde de manera lenta y progresiva se mueren las neuronas dopaminérgicas, que son las encargadas de ayudar a controlar el movimiento, por esto, las personas pierden agilidad y pueden tener dificultad para acciones cotidianas como vestirse, atarse los zapatos o cambiar de posición en la cama, además, los pasos de su andar son más cortos, se vuelven lentos y rígidos.
Para Cantero, andar solo en la calle era una de las experiencias más complicadas. Por ejemplo, cuando cruzaba de una acera a otra la rigidez se apoderaba de su cuerpo en medio de la vía ocasionando que los automovilistas lo presionaran para que se moviera.
Josefina Iglesias, esposa de José, piensa que se ha avanzado en los tratamientos de la enfermedad, pero considera que la sociedad se ha quedado estancada respecto a la forma en que se trata a las personas con Parkinson "hay muy poco entendimiento de su condición y por eso se les presiona, incluso las familias no saben cómo tratarlos", platica en entrevista telefónica.
Las parálisis que habían impactado en el estilo de vida de José también influyeron en su trabajo. Fue así que decidió a visitar varios tipos de especialistas en busca de explicaciones. Pasó por quiroprácticos, ortopedistas, acupunturistas e incluso brujos. Cada uno le dio razones distintas: falla en la columna, tumor en el cerebro, alguien lo había embrujado.
Ante la presencia de movimientos anormales, es importante que la persona acuda con un neurólogo, ya que es el especialista indicado para identificar si se trata de movimientos ocasionados por esta enfermedad, pues, como dice una máxima de la neurología, "no todo lo que tiembla es Parkinson".
Cabe destacar que los síntomas motores no son indicios iniciales de la enfermedad, pues cuando estos se presentan es porque el Parkinson comenzó cinco o incluso 10 años atrás, explica la neuróloga.
Se debe poner atención a otro tipo de indicadores, los cuales no implican el movimiento como la depresión, la ansiedad o la pérdida del olfato. En otros casos, también se presentan fuertes alteraciones del sueño, donde los afectados nunca se relajan, gritan, patean y se caen de la cama. Asimismo, el estreñimiento crónico es relevante, porque las neuronas que mueven el intestino también se afectan debido al Parkinson y trabajan lento como todo el cuerpo de la persona.
Aunque el Parkinson es una enfermedad asociada a la vejez, en la actualidad, los casos en personas jóvenes son más frecuentes. Por ejemplo, José Cantero tenía 45 años cuando presento los primeros síntomas. Pensar que este padecimiento es propio de los ancianos es un error, pues se trata de algo multifactorial que puede ir desde golpes, contacto con metales pesados, insecticidas, drogas e incluso mutaciones genéticas.
Sin importar la edad, el tratamiento inicial para el Parkinson es a partir de fármacos cuya tarea es suplir al neurotransmisor que no está produciendo el organismo, en este caso, la dopamina. Sin embargo, mientras avance la enfermedad, el medicamento puede llegar a no ser suficiente.
Después de unos años de tratamiento, José Cantero se dio cuenta de que el efecto de los medicamentos era por un periodo más corto. "Pueden funcionar muy bien los primeros 5 años, explica la doctora Minerva López, pero después de eso sus efectos pueden durar menos, por lo que deben hacerse combinaciones del medicamento y aun así los temblores no llegan a controlarse totalmente".
Las razones por las que los fármacos no funcionan igual al principio del tratamiento que después de algunos años no son las mismas para cada caso. En algunos, la medicina tiene problemas para absorberse debido a que el intestino y el estómago trabajan igual de lento que las extremidades. En otros, la cantidad de levodopa no se absorbe totalmente, a veces compite por transportadores para llegar al sistema nervioso central.
Otra explicación se relaciona con la naturaleza neurodegenerativa de la enfermedad, pues por el hecho de que hay menos neuronas, el medicamento tarda más en encontrarlas para estimularlas.
Frente a este panorama existe una alternativa llamada Estimulación Cerebral Profunda, la cual consiste en colocar un dispositivo en el cerebro del paciente por medio de una cirugía para que unos electrodos estimulen las zonas precisas para controlar el movimiento y con una intensidad adecuada para que el efecto sea constante.
José Cantero se sometió a la operación en agosto de 2018, pero antes de conocer la cirugía que le permitiría retomar el 90 por ciento de su vida, José estaba desesperado. Buscaba terapias alternativas en internet que le ayudaran a sobrellevar su enfermedad, así fue como se planteó la posibilidad de consumir cannabis con uso medicinal; sin embargo, nunca lo concretó.
Respecto a este tema, la doctora López es contundente: "No hay evidencia científica de que (con cannabis) mejore el Parkinson, porque los receptores afectados son dopaminérgicos, no cannabinoides".
Actualmente no hay cura para el Parkinson, pero eso no significa que las personas fallezcan por tenerlo. A pesar de que aún no se sabe cómo detener la neurodegeneración, existen alternativas que modifican la evolución de la enfermedad para mantener la calidad de vida de quienes la padecen.