Las personas deprimidas pronuncian las vocales con menos articulación que el resto de la gente. Muestran sonrisas más pequeñas. Los que hablan con un tono susurrante son más propensos a tratar de suicidarse que los que emplean un tono tenso. Todo eso lo sabe el teléfono celular que llevan. Y también los investigadores de lo que se llama "biomarcadores de conducta": datos que surgen del análisis facial y acústico que permite la tecnología.
Se trata de pistas que no siempre pueden discernir la vista y el oído humano, como pequeños movimientos de los músculos de la cara o cambios sutiles en la voz o el lenguaje. Pero la inteligencia artificial "puede percibir las expresiones faciales de las personas y sus conductas, para ayudar a que los médicos hagan una evaluación más objetiva de la salud mental", dijo a The Wall Street Journal (WSJ) Louis-Philippe Morency, profesor de Ciencias de la Computación en la Universidad Carnegie Mellon (CMU) de Pittsburgh.
Mediante su investigación, tanto en equipos de la Universidad del Sur de California (USC) como de CMU, Morency identificó más de una docena de biomarcadores de conducta que revelan enfermedades como la depresión, el trastorno de estrés postraumático y la esquizofrenia. "La tecnología nos da un resumen de esos marcadores que podemos utilizar como parte de un tratamiento, para ver cómo se comporta una persona en comparación con lo que hacía un mes antes", agregó.
Por ejemplo, los deprimidos mueven la cabeza con menos frecuencia y miran hacia abajo más que el resto de la gente. Los potencialmente suicidas utilizan los pronombres de la primera persona con más frecuencia. Los hombres con estrés postraumático fruncen el ceño y hacen gestos faciales de disgusto; de manera opuesta, las mujeres con estrés postraumático revelan menos expresiones negativas.
Los pacientes que sufren de una forma de esquizofrenia rehúyen la mirada con más frecuencia y durante más tiempo, y elevan las cejas; también utilizan menos palabras para aludir al tiempo y el espacio, como "ayer", "últimamente" o "cerca".
Para llevar a la escala masiva estos hallazgos, las universidades de Columbia y de Pittsburgh desarrollan un ensayo clínico en el cual observan durante seis meses, mediante los teléfonos celulares, a un grupo de más de 200 adolescentes en riesgo de suicidio.
"Parte del problema que enfrentamos en este campo es que realmente debemos mejorar en la identificación de los factores que llevan a que el riesgo de suicidio escale", dijo a WSJ Randy Auerbach, profesor de Psiquiatría en Columbia. "¿Podemos llegar a ellos en tiempo real para hacer intervenciones?", preguntó.
El estudio de Columbia analiza, por ejemplo, selfies, mensajes grabados, expresiones que se emplean en las redes sociales, en textos y en e-mails, como así también las herramientas de geolocalización. Los datos permiten el estudio de los gestos faciales y el tono y la cadencia del habla para establecer si un individuo con riesgo de suicidio ingresa en un estado peligroso.
Cuando se identifican conductas suicidas, los investigadores informan al médico que atiende al paciente, o a los servicios de emergencia, según corresponda, agregó Auerbach.
Justin Baker, director del área de tecnología y psiquiatría en el Hospital McLean, afiliado a la Universidad de Harvard, trabaja con Morency para emplear videos y audios de pacientes con psicosis en su seguimiento una vez que salen de una internación.
Por ejemplo, las personas con trastorno bipolar o esquizofrenia suelen tener dificultades para dar cuenta correctamente de sus síntomas. "Si tuviéramos una forma objetiva de corroborar sus descripciones de sí mismo, sería algo que podría tener una enorme utilidad clínica inmediata", dijo Baker a WSJ.
Su investigación, que sigue a 100 personas durante un año a partir de sus teléfonos, dispositivos weareables y registros mensuales especiales, aspira a obtener marcadores comparables a los signos vitales. "La velocidad del habla, el tono o la extensión de una oración son cosas que se pueden medir", detalló.
Y que, aunque los psiquiatras presten atención, "los oídos y los ojos humanos pueden no lograr captar en su valor real", dijo. "Detectar que se ha producido un cambio sutil puede estar más allá de lo que un clínico con gran experiencia logra identificar". Y que la tecnología, espera, podrá hacer como parte de los tratamientos.
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