A diferencia del vínculo entre el tabaquismo y distintas formas de cáncer, que es un conocimiento difundido, la relación entre el consumo de alcohol y el cáncer es menos vista. Un nuevo estudio encontró que beber una botella de vino a la semana es el equivalente a fumar 10 cigarrillos en el mismo período, en lo que respecta a cómo aumenta el riesgo de desarrollar la enfermedad.
"Calculamos el aumento en el riesgo absoluto de cáncer (la cantidad de casos por 1.000 personas) que se atribuye a niveles moderados de alcohol y los comparamos con el riesgo absoluto de cáncer que se atribuye a bajos niveles de tabaquismo, para crear un equivalente en cigarrillos", explicaron en el trabajo, que busca mostrar de manera sencilla un dato poco conocido.
El estudio de las universidades de Southampton y Bangor, en el Reino Unido, detalló que los riesgos son distintos según el sexo, dada la diferencia en la sensibilidad a las distintas sustancias que presentan hombres y mujeres. En el caso de las mujeres la equivalencia semanal es de 10 cigarrillos por una botella de vino; en el de los varones, de cinco cigarrillos.
Los cromosomas que determinan el sexo biológico también afectan la clase de cánceres que se asocia al consumo de alcohol: en los varones aumentan los de los órganos que forman el tracto gastrointestinal, mientras que en las mujeres aumenta el cáncer de mama.
Los autores estimaron que el aumento del riesgo absoluto de sufrir cáncer a lo largo de la vida para varones que no fuman y beben alcohol en una cantidad moderada de una botella de vino por semana es del 1%, y en el caso de las mujeres no fumadoras, del 1,4 por ciento. Eso significa que si 1.000 varones y 1.000 mujeres ingirieran 80 gramos de alcohol por semana (lo que en promedio contiene una botella de vino), 10 hombres más y 14 mujeres más contraerían la enfermedad.
En un comunicado de prensa, Theresa Hydes, coautora principal del trabajo, explicó: "Nuestro cálculo del equivalente del alcohol en cigarrillos brinda una medida útil para comunicar posibles riesgos de cáncer que aprovecha el éxito histórico del mensaje contra el tabaquismo". La especialista en gastroenterología y hepatología del Hospital Universitario de Southampton agregó que al elegir esta comparación "se podría comunicar el mensaje de manera más efectiva para ayudar a que los individuos tomen decisiones más informadas sobre su estilo de vida".
En general las personas tienen más información sobre los peligros de fumar que los de beber alcohol con moderación. Según una encuesta de la Sociedad de Oncología Clínica de los Estados Unidos, realizada en 2017, el 70% de los estadounidenses ignora que el alcohol es un factor de riesgo para el cáncer.
Los investigadores enfatizaron que el estudio no dice que el consumo moderado de alcohol equivalga a fumar. Los fumadores suelen consumir mucho más que 10 cigarrillos por semana, explicaron: en promedio, una persona que fuma consume unos 80 cigarrillos por semana en el Reino Unido y unos 100 en los Estados Unidos.
Además, el trabajo sólo evaluó el riesgo de cáncer y no analizó otras enfermedades, como las coronarias. No obstante, insistieron, sus hallazgos "destacan los niveles moderados de bebida como un tema importante de salud pública".
El tabaco se asocia a 7 millones de muertes anuales en el mundo, y se estima que las dos terceras partes de los fumadores pueden morir por consecuencia de ese hábito. El tabaquismo está detrás del 22% de las muertes anuales debido al cáncer. Distintas políticas —desde los impuestos a la prohibición de publicidad— redujeron la incidencia del fumar desde un 46% de la población en 1974 a un 19% en 2014.
Según el estudio, cada año unos 3,3 millones de muertes en el mundo se asocian al alcohol, que además fue la causa principal de muerte entre personas de 15 a 49 años en 2016. "Sin embargo, en general el público percibe que el alcohol es comparativamente menos dañino, en particular en términos de cáncer, a pesar de estar directamente vinculado al cáncer de orofaringe, laringe, esófago, colon, hígado y mama", explicó.
Algunos especialistas manifestaron críticas al trabajo británico, observó The Huffington Post. "Aunque es un análisis estadístico interesante", reconoció Francisco Esteva, oncólogo de la Universidad de Nueva York, "comparar los riesgos de cáncer asociados con una cantidad específica de cigarrillos con los de una botella de vino es bastante simplista y puede comunicar el mensaje equivocado".
"Al final de este relato se halla el concepto de culpa", objetó Alexander Kutikov, profesor de oncología en el Centro de Cáncer Fox Chase de Filadelfia. "Es una trampa bastante común no sólo en la cultura popular sino también en la medicina. El cáncer es una enfermedad extremadamente compleja, y algunos pacientes pueden recibir este diagnóstico duro a pesar de haber hecho todo bien".
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