Hace más de un cuarto de siglo que el telescopio espacial Hubble sorprende a los astrónomos con sus observaciones y ahora es uno de los instrumentos que ha proporcionado "pruebas convincentes" de la primera luna que orbita un exoplaneta situado a más de 8.000 años luz.
Un estudio que publica hoy Science Advances da los detalle sobre la detección de esta candidata a exoluna, que es poco habitual debido a su gran tamaño -comparable al diámetro de Neptuno- mientas que el Sistema Solar, donde hay catalogados 200 satélites naturales, no hay ninguno de ese tamaño.
"Este sería el primer caso de detección de una luna fuera de nuestro Sistema Solar" y si se confirma con nuevas observaciones del Hubble "el hallazgo podría ofrecer claves sobre el desarrollo de los sistemas planetarios", dijo uno de los firmantes del estudio David Kipping de la estadounidense Universidad de Columbia.
Además "podría suponer que los expertos tuvieran que revisar sus teorías sobre cómo se forman las lunas alrededor de los planetas", agregó en un comunicado.
Kipping y su colega Alex Tachey revisaron datos de 284 exoplanetas proporcionados por el observatorio espacial Kepler en busca de exolunas y uno de ellos, el Kepler 1625b, de tipo gaseoso y el tamaño de Júpiter, llamó su atención pues su "tránsito" -momento en el que la luz de la estrella que orbita disminuye al pasar delante de ella- presentaba "anomalías intrigantes".
Los expertos pudieron usar el Hubble durante 40 horas para hacer un estudio intensivo del planeta, lo que les proporcionó datos cuatro veces más precisos que los obtenidos de Kepler.
Tachey explicó, en una rueda de prensa telefónica, que los datos "sugieren" que el tiempo de uso del telescopio no bastó para observar todo el "tránsito" del planeta y por ello les gustaría volver acceder a él.
Las observaciones del telescopio sobre el tránsito del planeta frente a su estrella arrojaron datos "coherentes con una luna tras el planeta, como un perro que sigue a su dueño con una correa", ilustro Kipping.
Los datos de Hubble no solo mostraron un descenso de la luz de la estrella, sino que apoyó la hipótesis de la luna al determinar que el tránsito del planeta comenzó casi una hora y media antes de lo previsto, un dato coherente con la existencia de un planeta y su satélite, ambos orbitando en un centro de gravedad común.
El experto consideró que "una civilización extraterrestre que observara el tránsito de la Tierra y la Luna por delante del Sol notaría las mismas anomalías".
Aunque esa anomalía en el tiempo podría explicarse con la presencia de un segundo planeta en el sistema, el observatorio Kepler no encontró, durante cuatro años, evidencias de que haya otro alrededor de la estrella.
"Una luna es la explicación más simple y natura" para ese tipo de curva de disminución del brillo y para la desviación del tiempo, agregó Teachey.
Los expertos consideran que la exoluna tiene solo un 1,5 % de la masa de su planeta, lo que sería cercano al ratio que existe entre la Tierra y nuestro satélite.
Las exolunas son difíciles de localizar pues son más pequeñas que su planeta, su señal de tránsito ante la estrella es débil y cambia de posición cada vez que la cruza pues también está orbitando al planeta.
(Con información de EFE)
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