Un grupo de investigadores de la Universidad Bar-Ilan y el Instituto Médico Howard Hughes demostró que los orgasmos de la mosca de la fruta son tan intensos que permiten que su cerebro asocie el momento a recuerdos olfativos y rechace estímulos equivalentes al alcohol.
El nuevo experimento, publicado en Current Biology, es parte de un estudio sobre el placer y el apetito por las drogas en humanos, para tratar las adicciones. "Las drogas que se abusan emplean los mismos sistemas cerebrales con que se procesan las recompensas naturales", dijo una de las investigadoras, Galit Shohat-Ophir, a Haaretz. "Nuestros estudios sugieren que el estado del animal, por ejemplo, si realiza un apareamiento exitoso o si es rechazado, afecta su motivación para consumir sustancias".
La opción de estudiar un organismo más sencillo, que de todos modos manifiesta respuestas fisiológicas similares a los estímulos básicos, es el único camino: "La cantidad de neuronas en el cerebro humano es más grande que la cantidad de personas en la Tierra", dijo Shohat-Ophir. Las moscas, en cambio, tienen aproximadamente 150.000 neuronas. Además, las hay en abundancia, y se conoce su genoma.
Dado que los ratones, por ejemplo, asocian el placer a otros momentos del apareamiento, como el cortejo, que las feromonas femeninas inducen recuerdos placenteros, primero los científicos establecieron qué parte del proceso tiene la recompensa mayor para las moscas. Resultó ser el orgasmo.
Por medio de la ingeniería genética se hizo que determinadas neuronas de la mosca, que desencadenaban la eyaculación de los machos, se activaran mediante la luz. Al iluminar a los insectos alterados, "la luz roja y no el sexo hicieron que la mosca de la fruta tuviera un orgasmo", explicó la publicación. Todas las moscas se ubicaron cerca de la luz, y dejaron vacíos el resto de los espacios.
El equipo entrenó a las moscas para que asociaran la luz roja, la eyaculación y un olor determinado. Al probar si el olor les recordaba la experiencia placentera del orgasmo, observaron que sí.
Luego hicieron el experimento final: "Como la gente, cuando una mosca macho eyacula, los niveles de un péptido del cerebro, el neuropéptido F (NPF), aumenta". Luego de varios días de luz roja, cuando los insectos alterados genéticamente tenían abundante NPF, se les ofreció un alimento con ethanol, que rechazaron. En cambio, las moscas de control, que no tenían recuerdos placenteros ni NPF en los mismos niveles, prefirieron el alimento alcohólico.
"Los principios por los cuales el cerebro procesa la recompensa se conservan mucho en todos los animales", dijo Shohat-Ophir. "Es un mecanismo cotidiano, realmente básico, que ayuda a que los animales sobrevivan".
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