En sus perspectivas para 2050, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) estimó que la contaminación del aire se convertirá en la principal causa ambiental de mortalidad prematura en el mundo.
A nivel planetario, el sector del transporte es responsable de casi una cuarta parte de las emisiones globales de gases de efecto invernadero. Sobre un total de 800 millones de personas que habitan Latinoamérica, más de 150 millones lo hacen en ciudades que exceden los guarismos máximos de las Guías de Calidad de Aire, según indicó el año pasado la Organización Mundial de la Salud.
La OMS ubicó a México como el país con más muertes a causa de la contaminación en toda Latinoamérica. Lidera el ranking porque, sobre el total de fallecimientos, el 10,7% de ellos se relaciona con las malas condiciones del aire que se respira.
En segundo lugar se ubicó Chile con 10.3% y tercero quedó Guatemala con 9.2%.
En cuarto término fue para El Salvador con 9.1%, quinta Venezuela con 8,6%, sexto Perú con 8.5%, séptimas República Dominicana y Colombia con 8.1%, noveno Ecuador con el 7.2% y décima Argentina con un registro de 6.6% de las muertes atribuibles a enfermedades relacionadas con la contaminación del aire.
Autos viejos, problemas futuros
¿Cuál es la principal causa del deterioro de la salud humana en la región? En el caso de países como México y Perú existe una incidencia de hasta un 70% de los casos relacionados con el parque automotor.
Los vehículos nafteros e impulsados con diésel son los principales causantes de graves enfermedades en las vías respiratorias. La quema de combustibles libera partículas pequeñas que ingresan al sistema respiratorio y también al torrente sanguíneo. Los principales riesgos se relacionan con las infecciones respiratorias, enfermedades cardíacas, derrames cerebrales y cáncer de pulmón.
En el caso de los países subdesarrollados, el “daño” de estos coches se multiplica, ya que no solo contaminan, sino que también causan más accidentes que los autos más modernos debido a las deficiencias en los sistemas de frenos, neumáticos y chasis.
Cada año, los países desarrollados exportan unos cuatro millones de autos, buses y minibuses usados hacia el tercer mundo. Las naciones ricas como Japón, Estados Unidos y los estados de la Unión Europea buscan evitar el deterioro ambiental que produce un parque automotor desgastado por decenas de miles de kilómetros de uso.
Por lo general, las inspecciones ecológicas de admisión de estos automóviles resultan inexistentes. El 10% de los receptores de esas unidades se encuentra en Latinoamérica (400.000 coches por año). Se trata de México, Perú, Colombia, Ecuador, Bolivia y Chile, entre otros.
Pero, el caso más grave es el de la nación incaica. Allí, el promedio de antigüedad de los autos es de casi 14 años, según la Asociación Automotriz del Perú (APP). Es el más alto de Latinoamérica y tiene consecuencias directas en la contaminación del aire. La urbe más afectada es Lima, la capital nacional.
Por su parte, la ciudad de México, con más de 20 millones de habitantes, es considerada uno de los conglomerados humanos más contaminados del mundo por la OMS.
El 70 % de quienes viven en el DF se mueven con el transporte público. Para revertir la situación, sería clave recuperar los sistemas de trolebuses y trenes eléctricos que reinaron en los años ochenta y noventa del siglo pasado.
Mientras tanto, en Colombia, la antigüedad de los vehículos pesados es muy evidente. Los camiones y colectivos recorren un promedio de 75.000 kilómetros por año y se perciben en malas condiciones.
Allí, el uso de autos particulares es mucho menor (12.000 km por año) debido a que se encuentra muy limitado en los horarios picos, ya que solamente pueden utilizarse según tengan una determinada chapa patente.
En Bolivia, por su parte, una decisión política de la administración del expresidente Evo Morales, ejecutada hace 15 años, quitó las limitantes a las unidades más deterioradas y liberó la llegada de chatarras importadas. Entonces, el parque automotor se quintuplicó, pero los problemas de la calidad del aire se incrementaron proporcionalmente.
Finalmente, los rodados en malas condiciones son también materia de preocupación en Argentina donde existe una unidad cada cuatro habitantes. Un informe de la Asociación de Fábricas de Componentes indica que la flota circulante tiene una edad promedio de casi 12 años de antigüedad.
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