A comienzos del mes, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) lanzó el Emissions gap report 2020, en un año muy fuera de lo común por la pandemia de coronavirus que no dejó país sin afectar.
El informe de Naciones Unidas sobre la brecha de emisiones tiene como objetivo evaluar la diferencia que hay entre el nivel en que deberían estar las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) según los objetivos planteados para 2030, y en qué nivel realmente están.
La pandemia trajo consigo un cese de las actividades, motivado sobre todo por las cuarentenas dispuestas en casi todos los países. Y esto repercutió también una caída de las emisiones de GEI, que lamentablemente no fue suficiente.
A pesar de la inactividad de varios meses en 2020, el mundo todavía se dirige a un aumento de temperatura de más de 3°C este siglo, lo que está muy por encima de lo planteado como objetivo en el Acuerdo de París, donde se acordó trabajar para limitar el calentamiento global a por debajo de 2°C, e incluso hacer todo lo posible por no superar los 1,5°C.
Por eso, la apuesta del informe está en la recuperación de la pandemia, y de las economías mundiales que han sido fuertemente golpeada. Si la recuperación es lo más baja en carbono posible, podrían reducirse un 25% las emisiones de gases de efecto invernadero esperadas para 2030. Entonces sí el mundo estaría cerca de esos 2°C.
El informe sobre la brecha de emisiones 2020 “analiza las actuales medidas de recuperación bajas en carbono, resume el impacto de los nuevos compromisos de descarbonización de las naciones y analiza el potencial de los sectores de aviación, transporte marítimo y estilos de vida en los esfuerzos para cerrar la brecha”.
Las emisiones
En 2019, las emisiones totales de gases de efecto invernadero alcanzaron un nuevo récord: 59,1 gigatoneladas de dióxido de carbono equivalente (GtCO 2 e). Es la prueba definitiva de que las concentraciones atmosféricas de dióxido de carbono continúan creciendo.
El reporte
Para empezar, el 2020 no solo estuvo signado por la pandemia. Fue un año que destacó en la historia como uno de los más calurosos registrados, con la consecuencia de más incendios forestales, más sequía, más tormentas y huracanes y una aceleración del derretimiento de glaciares.
La reducción de actividad por la pandemia, que produjo una caída de las emisiones de 7%, solo repercutirá en una reducción de 0.01 ° C del calentamiento global para 2050. Además, una vez que las economías vuelvan a reactivarse, es posible que las emisiones sean aún mayores que antes del Covid. Y esto responde en gran parte, destaca PNUMA, “a que las promesas del gobierno en virtud del Acuerdo de París, conocidas como Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDC), siguen siendo lamentablemente inadecuadas”.
Algunas claves del reporte:
-Los envíos nacionales e internacionales y la aviación representan alrededor del 5% de las emisiones globales de CO2, y se espera que aumenten significativamente.
-Las emisiones del transporte marítimo y la aviación no están cubiertas por las NDC y se calcula que consumen entre el 60% y el 220% del CO2 permitido. Son necesarias nuevas políticas de cambios en la tecnología, operaciones, uso de combustible y demanda.
-Los cambios en el estilo de vida también son un requisito para reducir las emisiones de GEI y achicar la brecha. Alrededor de dos tercios de las emisiones globales están vinculadas a las actividades privadas del hogar.
-Las emisiones del 1% más rico de la población mundial representan más del doble de la proporción combinada de los más pobres.
-Alrededor de dos tercios de las emisiones globales están vinculadas a las viviendas particulares, según la contabilidad basada en el consumo. Los sectores residencial, alimentario y de movilidad contribuyen cada uno con alrededor de 20% de las emisiones asociadas a los estilos de vida.
-Los gobiernos deben alentar a los consumidores a evitar un alto consumo de carbono y facilitar este proceso. Posibles acciones incluyen la sustitución de los vuelos domésticos de corta distancia por el uso del tren, crear incentivos e infraestructuras para permitir el uso de bicicletas y automóviles compartidos, mejorar la eficiencia energética de las viviendas, proporcionar energía limpia por defecto a través de los proveedores de electricidad y diseñar políticas para reducir el desperdicio de alimentos.
Fotos: UNEP y PNUMA
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