Las Islas Galápagos, en Ecuador, se han convertido en el segundo destino más recomendado por The New York Times para viajar en 2025, por ser un lugar icónico que combina biodiversidad única, paisajes impresionantes y una rica historia natural. Esta selección es parte de la prestigiosa lista anual de “52 lugares para visitar”, una guía que el periódico estadounidense publica cada enero desde hace dos décadas.
Este año, la lista resalta la diversidad cultural y natural de varios destinos en América Latina, el Caribe y España. Entre los seleccionados están Nicaragua, el río Magdalena en Colombia, Los Cabos en México, Ollantaytambo en Perú, las Islas Vírgenes Británicas y Montserrat, tanto en España como en el Caribe. Sin embargo, las Islas Galápagos sobresalen por su segundo lugar en el ranking, después de la Inglaterra de Jane Austen, que explora el suroeste británico con lugares icónicos vinculados con la novelista.
La publicación del New York Times indica que el Parque Nacional Galápagos “recientemente duplicó la tarifa de entrada para la mayoría de los visitantes extranjeros mayores de 13 años a USD 200″. Aunque la tarifa es mayor, la reseña de Stephanie Pearson indica que este es un paso en la dirección correcta para proteger el frágil, pero único, ecosistema de las islas que es “un refugio para especies endémicas como la tortuga gigante, la iguana marina y el pingüino de Galápagos”.
El turismo sostenible es un primer paso
El reconocimiento a las Galápagos no es casualidad. En las últimas décadas, Ecuador ha implementado políticas de turismo sostenible para proteger el frágil ecosistema de este archipiélago, declarado Patrimonio Natural de la Humanidad por la UNESCO en 1978. Las restricciones en el número de visitantes, las normativas para preservar la flora y fauna y las iniciativas para reducir el impacto ambiental buscan convertir a Galápagos en un modelo de turismo responsable, aunque organizaciones ambientales aseguran que falta mayor control y otras medidas.
La creciente popularidad de las Galápagos también se refleja en la diversidad de experiencias que ofrece. Desde excursiones en yates y prácticas de buceo hasta caminatas en paisajes volcánicos y visitas guiadas por expertos en biología, las actividades permiten a los turistas aprender sobre la evolución y la importancia de la conservación ambiental.
Si bien Galápagos es conocido por su exclusividad, el gobierno ecuatoriano y las empresas locales han buscado democratizar el acceso al archipiélago. Actualmente, es posible encontrar opciones de viaje para diferentes presupuestos, desde cruceros de lujo hasta visitas económicas en tours comunitarios.
La inclusión de las Islas Galápagos en la lista de The New York Times representa una oportunidad para posicionar a Ecuador como un destino turístico de clase mundial, pues para el medio estadounidense, los destinos seleccionados en su lista no solo destacan por su belleza, sino por su capacidad para inspirar y ofrecer experiencias transformadoras.
Las Islas Galápagos fueron anexadas oficialmente a Ecuador el 12 de febrero de 1832, bajo la presidencia de Juan José Flores. Este histórico acontecimiento se dio poco después de la independencia del país, cuando Ecuador decidió incorporar el archipiélago al territorio nacional, nombrándolo oficialmente como Archipiélago de Colón. En aquel entonces, Galápagos era visto como un territorio remoto, pero de gran potencial estratégico y económico, lo que motivó su ocupación.
El archipiélago, ubicado a unos 1.000 kilómetros de la costa ecuatoriana en el océano Pacífico, está compuesto por 13 islas principales, 6 islas más pequeñas y decenas de islotes. Sus paisajes volcánicos y su fauna endémica, como las tortugas gigantes, los piqueros de patas azules y las iguanas marinas, han fascinado a científicos y viajeros durante siglos. Charles Darwin visitó las Galápagos en 1835 durante el viaje del HMS Beagle y sus observaciones en las islas fueron fundamentales para desarrollar su teoría de la evolución por selección natural.
Galápagos es considerado un laboratorio viviente para la investigación científica. Su gestión se realiza bajo un régimen especial que tiene por objetivo equilibrar la conservación ambiental y el desarrollo local.