El cardenal Luis Cabrera, máxima autoridad de la Iglesia Católica en Ecuador, se pronunció sobre la desaparición de los cuatro menores en Guayaquil y destacó el dolor de las familias y la necesidad de garantizar justicia y dignidad. Sus declaraciones tuvieron lugar durante la tradicional celebración del Pase del Niño Viajero en Cuenca, mientras el caso mantiene expectante al país.
“El dolor que experimentan sus padres es muy profundo, y eso nos toca a todos los ecuatorianos”, afirmó Cabrera en declaraciones para El Mercurio, quien también hizo un llamado a las autoridades para intensificar las acciones de búsqueda y resolver el caso de los menores desaparecidos desde el 8 de diciembre.
El cardenal enfatizó la importancia de ir más allá de la búsqueda inmediata, señalando la necesidad de crear condiciones que garanticen educación, trabajo y seguridad en comunidades vulnerables como Las Malvinas, de donde eran los menores. “Es importante pensar en crear las condiciones para que las personas que viven ahí tengan trabajo, para que los niños tengan educación”, agregó.
Las palabras de Cabrera llegan en un momento crítico, cuando una campaña de desprestigio en redes sociales busca desviar la atención de las responsabilidades estatales en el caso. A través de cuentas troll, se ha difundido la falsa narrativa de que los menores pertenecían a un grupo delictivo organizado (GDO). Estos comentarios, además de carecer de fundamento, han llegado al extremo de aplaudir la desaparición de los adolescentes, generando indignación entre quienes siguen de cerca el caso.
El fiscal Christian Fárez, encargado de la investigación, desmintió categóricamente estas acusaciones y aseguró que no hay evidencia que vincule a los menores con actividades ilícitas. “No hay pruebas, partes policiales ni testimonios que sustenten estas versiones”, afirmó Fárez.
Entre los menores desaparecidos se encuentra Steven Gerald Medina Lajones, de 11 años, el más joven del grupo. Según publicó Gabriela Panchana, comunicadora que ha seguido de cerca el caso, Steven participaba activamente en el programa “Sopita Caliente para el Alma”, donde recibía apoyo escolar y catequesis. “Estaba feliz de recibir la catequesis, soñaba con ser futbolista. Un niño muy bueno, tiene cuatro hermanos, uno de ellos, Rony, es becado en Dolores Sopeña”, relató Susana Veloz, coordinadora del programa, de acuerdo con Panchana.
Este testimonio contradice las narrativas que buscan dañar la imagen de los menores. Incluso Cabrera mencionó que “dos de ellos (los menores desaparecidos) han sido partícipes de unos comedores que tenemos nosotros”.
“No permitamos que se maltrate la dignidad de Steven ni la de sus amigos, desaparecidos desde el 8 de diciembre, en manos de malos elementos de las Fuerzas Armadas”, expresó Panchana, sumándose a las voces de cientos de usuarios que exigen respeto y justicia para los adolescentes en medio de las campañas de desinformación en redes sociales.
El caso ha sido oficialmente declarado como desaparición forzada por la jueza Tanya Loor Zambrano, quien responsabilizó al Estado ecuatoriano por la vulneración de los derechos de los menores y ordenó una serie de medidas de reparación integral. Entre estas se incluyen la creación de una comisión independiente para investigar el caso, la activación de protocolos de búsqueda y el apoyo psicológico a las familias.
Cabrera, en sus declaraciones, enfatizó la necesidad de abordar las causas estructurales que perpetúan la exclusión y la vulnerabilidad en comunidades como Las Malvinas. “Ellos no tienen la posibilidad de ir a una escuela, terminar un colegio, peor a una universidad. Entonces uno se pone a pensar, ¿qué futuro les espera?”, reflexionó.
La desaparición de Steven, Ismael, Josué y Saúl se ha convertido ya en un caso emblemático. Por ahora, los padres de los cuatro menores desaparecidos en Ecuador esperan los resultados de la identificación de los cadáveres encontrados cerca de la Base Área Taura, la dependencia militar cercana al punto donde –según la versión de los 16 militares investigados– los habrían abandonado a los chicos. Los análisis del ADN tardarán entre 30 y 40 días.