El nuevo plan fiscal presentado por el gobierno de Lula da Silva dio este jueves su primer paso en la Cámara de Diputados de Brasil, que ha aprobado las primeras medidas propuestas para reducir un crónico déficit que genera una enorme desconfianza en el sector financiero, expresada sobre todo en el mercado cambiario y que ha llevado al real brasileño a mínimos históricos en su relación con el dólar.
El primer capítulo del programa fiscal propone una nueva normativa para reducir gradualmente un bono anual que reciben los trabajadores de bajos ingresos y limita parte del gasto en educación, aunque lo desvincula del cálculo del déficit fiscal, entre otras medidas.
Esas propuestas fueron aprobadas en dos votaciones bajo la forma de reforma constitucional y remitidas al Senado, que las comenzará a analizar inmediatamente a fin de ratificarlas este viernes, en su última sesión antes de un receso que se prolongará hasta febrero.
En la Cámara baja aún resta la votación de un segundo capítulo del plan fiscal, que incluye las medidas de más calado, con las que en conjunto se prevé un ahorro de 327.000 millones de reales (unos 53.600 millones de dólares o 51.900 millones de euros) hasta 2030.
En ese apartado del programa que aún debe ser analizado por los diputados figura una medida que limita el ajuste anual del salario mínimo, que sirve como referencia para las pensiones y jubilaciones y cuyo aumento real dispara los gastos del Gobierno con seguridad social.
De acuerdo al Ministerio de Hacienda, ese plan reforzará la meta de eliminar el déficit ya en 2025, un objetivo que el Gobierno se había trazado para 2023 y repitió para 2024, aunque aún no ha podido alcanzarlo.
Los agentes del mercado financiero alegan que es necesario que se contenga un déficit fiscal cercano al 10% del producto interior bruto y una deuda pública que en 2025 pudiera superar el equivalente al 81% del PIB, a fin de impedir mayores desequilibrios económicos.
El programa de ajuste del Gobierno ha sido recibido con cierto escepticismo y una mayor presión cambiaria, producto de la cual la moneda brasileña se ha devaluado casi un 9% en las últimas semanas y acumula una caída cercana al 20 % en su relación con el dólar en lo que va de este año.
Para atajar ese fenómeno, el Banco Central ha mantenido un fuerte ritmo de intervenciones en el mercado cambiario, que según dijo este jueves Gabriel Galípolo, uno de sus directores y quien asumirá la presidencia de la institución el 1 de enero, se mantendrá en la medida en que sea “necesario”.
Esas intervenciones complementan una política restrictiva ya manifestada en una reciente decisión del Banco Central que aumentó los intereses al 12,25 %, con la posibilidad de elevarlos en otros dos puntos en los próximos meses por temor a un mayor descontrol de la inflación, hoy en un 4,87 % interanual.
(Con información de EFE)