
El Bosque Petrificado de Puyango, ubicado en la frontera entre las provincias de Loja y El Oro, al sur del Ecuador, es uno de los yacimientos fósiles más impresionantes del mundo.
Con árboles petrificados que datan de hace más de 100 millones de años, este paraje es un testimonio de la prehistoria terrestre y un recordatorio de la evolución de los ecosistemas. Su singularidad radica en la extraordinaria conservación de sus fósiles, lo que lo ha llevado a convertirse en un centro de investigación y de turismo.
La historia del Bosque Petrificado de Puyango comenzó mucho antes de que existieran las cordilleras andinas. Durante el período Cretácico, cuando los dinosaurios dominaban la Tierra, esta región formaba parte de un delta fluvial donde ríos y sedimentos volcánicos convergían. En este entorno, grandes árboles murieron y sus troncos quedaron enterrados bajo capas de ceniza volcánica y arcillas ricas en minerales.
Este proceso de enterramiento protegió a los árboles de la descomposición y permitió que comenzara la petrificación. A lo largo de millones de años, el agua subterránea, saturada de sílice, se infiltró en los troncos. Los minerales reemplazaron gradualmente la materia orgánica, conservando la estructura original de la madera en un estado completamente fosilizado.
Según información del Ministerio de Turismo, la petrificación ocurrió “luego de que los árboles fueran sepultados por erupciones volcánicas y terremotos. Los maremotos también fueron parte de este proceso: al añadir altos niveles de presión a la materia orgánica, evitaron la descomposición de las plantas en ausencia de oxígeno”.

Hoy en día, el bosque cuenta con troncos que alcanzan hasta los 15 metros de longitud y 2 metros de diámetro, evidencias de un ecosistema exuberante que existió en una época en la que el clima y la vegetación eran completamente diferentes de los actuales.
Según estudios de Nathalie Bonifaz, investigadora de la Facultad de Ingeniería en Geología Minas, Petróleos y Ambiental de la Universidad Central del Ecuador, los fósiles encontrados en Puyango pertenecen principalmente a árboles de la familia Araucariaceae, parientes lejanos de los actuales pinos y araucarias.
Según la cartera de Turismo: “Alrededor de 10 mil visitantes llegan cada año (...) En donde los visitantes tienen la oportunidad de observar cientos de troncos de Araucaria que yacen en el suelo, luego de que hace 300 millones de años pasaran de ser árboles para convertirse en granito”.
El valor científico del Bosque Petrificado de Puyango es incalculable. Además de los árboles fosilizados, el sitio alberga restos de fauna marina como moluscos y amonites, lo que sugiere que la región estuvo sumergida en algún momento de su historia geológica.
Esta riqueza ha atraído a paleontólogos y geólogos de todo el mundo, quienes ven en Puyango una oportunidad única para estudiar los cambios climáticos y geológicos del pasado.
En julio de este año, una investigación liderada por el Instituto Nacional de Biodiversidad (INABIO) confirmó la presencia de 12 especies de mamíferos grandes y medianos dentro del área protegida, incluyendo animales como osos hormigueros, venados y armadillos. Lo que indica que el bosque no solo es un sitio paleontológico, sino también un ecosistema vivo que alberga biodiversidad actual.
El Bosque Petrificado de Puyango es un área protegida bajo la figura de “bosque protector” en Ecuador debido a su riqueza natural y geológica. Según el Ministerio del Ambiente, este estatus tiene como objetivo garantizar la conservación de su biodiversidad actual y su singular patrimonio fósil.
Como bosque protector, Puyango forma parte de una estrategia nacional para preservar áreas de alta sensibilidad ecológica y prevenir actividades que puedan degradar el entorno, como la extracción de recursos, la tala o la expansión agrícola.

El estatus de bosque protector también tiene un impacto en las comunidades locales, promoviendo actividades sostenibles como la educación ambiental y la investigación científica.
Esto busca crear una relación armoniosa entre las personas y el entorno, asegurando que el valor ecológico y cultural del bosque se mantenga intacto para las generaciones futuras.
De acuerdo con INABIO, las áreas como Puyango no solo son clave para comprender el pasado de la Tierra, sino también para proteger especies actuales que enfrentan la amenaza de la extinción.
Además de su importancia paleontológica, el bosque ofrece una experiencia única para los visitantes. Caminar entre los imponentes troncos petrificados es como viajar en el tiempo a una era en la que los dinosaurios eran los amos del planeta.
El silencio del lugar, interrumpido solo por el canto de las aves, crea una atmósfera casi mística que invita a reflexionar sobre la fragilidad y la resistencia de la naturaleza.
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