Facundo, un hombre de 30 años, caminaba por una calle céntrica de Montevideo con su familia cuando tropezó. Al caerse al suelo, no logró poner las manos y se dio contra un pincho, como se conoce en Uruguay a las puntas de hierro que algunas propiedades utilizan por seguridad. Ese elemento punzante se metió por el pómulo derecho del joven y quedó incrustado en dirección hacia su hijo izquierdo. El pincho llegó a tocar su cerebro.
Facundo fue internado en una unidad de terapia intensiva y comenzó a tener varias complicaciones. Primero se tuvo que operar por una lesión que le provocaba una pérdida de líquido cefalorraquídeo. A los tres días, lo tuvieron que volver a operar. A la familia le comunicaron que era algo urgente. Que los médicos tenían que apelar a una nueva intervención para salvarle la vida: a Facundo le había dado un infarto.
El infarto –según detallaría la familia en una carta pública– le perjudicó un 90% del hemisferio izquierdo del cerebro y una gran parte de su occipital izquierdo. Facundo nunca más se despertaría.
El joven estuvo 27 días en terapia intensiva, de los cuales 20 estuvo en coma. El 16 de noviembre murió.
Su caso se conoció en Uruguay casi 20 días después, cuando el Municipio B de Montevideo (el que gobierna en esa zona céntrica) ordenó retirar todos los pinchos del lugar. La muerte de Facundo provocó una discusión sobre la arquitectura hostil, que son aquellas infraestructuras urbanas creadas con “el fin de evitar, disuadir o reprimir el uso de ciertos espacios en la ciudad, especialmente su uso para el achique o descanso por parte de quienes se encuentran en situación de calle”.
La definición es de un documento del Municipio B, según consignó El Observador. En 2022, junto a la Universidad de la República y el colectivo de personas que viven en la calle Ni Todo Está Perdido hicieron un “mapeo colectivo” sobre las personas que viven en la calle en el municipio. “Esta infraestructura es potencialmente peligrosa, inhibe la libre circulación urbana y atenta contra la convivencia en el espacio público”, complementaba el texto.
Estas puntas de hierro aparecen en la calle, por tanto, como una medida de seguridad que toman los vecinos para evitar que quienes viven en la calle se queden en sus veredas. El titular de la Defensoría de Vecinas y Vecinos de Montevideo, Daniel Curbelo, declaró al medio uruguayo que actualmente hay una explosión de quejas de vecinos por este asunto.
También hay planteos de vínculos violentos. “Acá algo está pasando que los vínculos están siendo más complejos”, expresó. Los vecinos ponen pinchos, piedras y más elementos en el espacio público.
El Municipio B intimó a más de 300 vecinos para que retiren los elementos punzantes de las calles. “Esto no es particular ni de nuestro país ni de Montevideo. Es algo que existe a nivel mundial. Esto está dentro de un campo que se llama arquitectura agresiva u hostil. Este es un componente muy claro de cuando se genera esa peligrosidad”, dijo a TV Ciudad la alcaldesa del Municipio B, Silvana Pissano.
El intendente de Montevideo, Mauricio Zunino también comentó en el programa Fácil Desviarse de FM Del Sol que está “explícito en la norma” que estos elementos punzantes deben ser retirados del espacio público. El gobierno de la capital uruguaya promovió una norma para garantizar “todo lo que tiene que ver con arquitectura hostil” para evitar la discusión de qué es lo que tiene que ser retirado y qué no.
En la carta de Facundo también hay referencias a esta discusión. “Ya bastante cargamos con estos días vividos, y todos los días que nos restan con su ausencia, como para tener que escuchar quejas y molestias por la solicitud del retiro de estos objetos punzantes. ‘Pinchos’ que como comentaba más arriba atravesaron la cara de mi hermano y acabaron con su vida, destrozando así la de todos nosotros”, dice el texto.
“Esto no es política partidaria. Es sentir que hacemos del mundo un lugar un poquito mejor, es querer que nadie tenga que pasar por lo que nos tocó pasar a nosotros, es cuidar de que si alguien se cae cerca de esos lugares no sea más que un golpe”, agrega la carta dirigida a la opinión pública.
El hermano de Facundo pidió ser “más empáticos” y “menos hostiles” con las palabras que se eligen para hablar de este caso. “Sepan que hay detrás una familia llorando a un padre, un hijo, un hermano, un compañero de fierro”, escribió.
La familia de Facundo pide quitarse “el balde de la cabeza”, despejar la política de la discusión y cuidar vidas. “La vida de mi hermano nadie la devuelve. Quitarlos es clave para evitar futuros accidentes”, expresó.