Prisoners Defenders denunció un aumento de la represión en Cuba: “Es un régimen abyecto, criminal y fascista”

“El régimen cubano es un régimen abyecto, criminal, fascista y perpetrador de crímenes de lesa humanidad que esclaviza al pueblo cubano”, sentenció Javier Larrondo, presidente de Prisoners Defenders, durante una conversación con Infobae, tras la publicación del último informe de la organización sobre los presos políticos en Cuba.

En noviembre, la lista de prisioneros políticos alcanzó los 1.148 casos, un incremento que responde a la ola de detenciones arbitrarias durante manifestaciones pacíficas a lo largo del país. De ese total, 34 son nuevos casos registrados solo en el último mes.

La represión no distingue edades ni géneros: 31 menores de edad han sido encarcelados, 29 de ellos todavía cumplen sentencias, mientras que el número de mujeres detenidas asciende a 128, incluyendo dos de género trans. Según Larrondo, todas estas personas enfrentan torturas y maltratos de “múltiples tipologías”, mientras que la comunidad internacional permanece “impasible”, denunció.

El presidente de Prisoners Defenders también dijo que más de 650 detenidos sufren patologías graves, provocadas o agravadas por las condiciones carcelarias. La falta de atención médica, el hambre y los abusos han derivado en muertes evitables.

“Cuatro prisioneros políticos han muerto en el último año debido a torturas y negligencia médica. El caso más reciente es el de Manuel de Jesús Guillén Esplugas, quien falleció tras recibir una brutal paliza por parte de los guardias en la prisión Combinado del Este de La Habana”, relató.

El testimonio de Larrondo pone de manifiesto la brutalidad de las condiciones que enfrentan los presos políticos en Cuba. Según el presidente de la ONG, los actos de tortura en las cárceles son una constante que ha dejado consecuencias devastadoras para la salud de los detenidos.

“Hemos documentado casos de torturas físicas, hambre extrema, aislamiento prolongado y violencia psicológica que se utilizan como herramientas de represión contra los prisioneros políticos”, afirmó.

Uno de los casos más impactantes es el del recién mencionado Manuel de Jesús Guillén Esplugas, un joven activista de la UNPACU que falleció el pasado 30 de noviembre en la prisión Combinado del Este, en La Habana. Larrondo relató que Manuel “murió tras recibir una brutal paliza de los guardias de la prisión”, un ataque tan violento que su familia pudo identificar huesos rotos, hematomas en la espalda, cuello y brazos, y lesiones graves sobre el pulmón derecho.

“Fue un asesinato”, denunció; al tiempo que agregó que la víctima estaba cumpliendo una condena de seis años “solo por haber filmado y difundido videos de las manifestaciones del 11 de julio de 2021 en La Habana”.

La violencia no es un caso aislado, sino una práctica extendida en las cárceles cubanas. Según testimonios recogidos por la organización, en la prisión Combinado del Este el capitán Luis Arango Pestana, jefe del Edificio Dos, ha sido señalado como “uno de los mayores responsables de torturas y abusos”.

Larrondo aseguró que Arango Pestana es el perpetrador habitual de “todo tipo de torturas” y, según fuentes internas y externas, habría tenido un rol directo en la muerte del mencionado Guillén Esplugas.

En los últimos meses, la ONG también recibió denuncias sobre las condiciones inhumanas en otras prisiones del país, como la de Boniato, en Santiago de Cuba, donde 22 reclusos murieron a causa de enfermedades infecciosas como la tuberculosis y la leptospirosis. “Estas muertes son resultado directo de la falta de atención médica, el desabastecimiento y la negligencia criminal del régimen”, sostuvo Larrondo.

Los casos de tortura, desnutrición y falta de atención médica también han dejado graves secuelas psicológicas. “En las cárceles cubanas reina un ambiente represivo que destruye no solo el cuerpo, sino también la mente. Esto es parte de una estrategia de castigo sistemático diseñada para quebrar a los detenidos y a sus familias”, denunció.

El presidente de Prisoners Defenders recalcó que las torturas y los malos tratos no solo afectan a los prisioneros, sino que también buscan enviar un mensaje de intimidación al resto de la población. “El régimen utiliza el miedo como arma de control social. Quiere que todo aquel que piense en protestar sepa que puede terminar en estas condiciones inhumanas”, sentenció.

Las consecuencias de la represión en las cárceles cubanas van más allá de los abusos físicos: la salud de los prisioneros políticos está siendo destruida de forma sistemática.

Según Larrondo, “más de 650 presos políticos presentan patologías graves”, muchas de ellas originadas o agravadas por las condiciones extremas a las que son sometidos. “La falta de alimentación, los maltratos constantes y el ambiente represivo no solo dañan sus cuerpos, sino que también los dejan en un estado de vulnerabilidad extrema frente a enfermedades”, aseguró.

Una de las principales denuncias del último informe de Prisoners Defenders se centra en la falta de atención médica. Larrondo explica que “enfermos graves no reciben tratamiento, las cárceles carecen de recursos básicos y las enfermedades infecciosas están descontroladas”.

Además, el impacto en la salud mental de los detenidos es alarmante. “Hemos verificado que al menos 70 presos políticos sufren trastornos mentales graves”, indicó.

Estos problemas no solo derivan de las condiciones de encarcelamiento, sino también de las estrategias de tortura psicológica aplicadas en las prisiones. “Se utiliza el aislamiento prolongado, las amenazas contra sus familias y los tratos humillantes como mecanismos para quebrar emocionalmente a los detenidos”, remarcó.