“Inscripciones 2025 abiertas, no te quedes sin tu lugar”, dice un anuncio publicitario de un colegio que aparece en las redes sociales. Aunque con distintas palabras, el llamado a los padres para que sus hijos se inscriban en instituciones privadas en Uruguay es una fórmula que se repite en las redes sociales. Los colegios salen a buscar alumnos en un contexto adverso: están en un país con pocos niños.
Pero también hay un nuevo público para captar. El cierre de varios colegios (así es como se denomina en Uruguay exclusivamente a las escuelas privadas) hace que los estudiantes se deban repartir entre las instituciones que quedan abiertas. Sobre finales de octubre, las autoridades de la educación en Uruguay fueron notificadas por al menos seis colegios de su cierre completo.
Algunos padres se resisten a estos cierres y salen al rescate para evitar la clausura definitiva, según informó este miércoles El Observador. El colegio Sagrado Corazón de Jesús (en Rosario, Colonia) era uno de los que iba a cerrar, pero en el acto de fin de año un padre tomó la palabra y anunció que seguirá abierto.
Alejandro Dellature es uno de los padres que, enterado del anuncio del cierre, creó una asociación sin fines de lucro que se haga cargo de la institución. El colegio no cambiará de nombre, ni de personal docente o de local.
Este colegio pertenecía a la Fundación Sophia, que es una red de colegios de la Iglesia Católica. El cierre del colegio de Rosario era uno de los que cinco que había anunciado. También informó que no abrirán en 2025 el colegio Cristo Divino Obrero (Montevideo), el San José (Canelones), el Virgen de las Flores (Flores) y el María Auxiliadora (Rocha).
“La baja natalidad afecta a todo el sistema educativo, cada vez hay menos ingresos en los grados más bajos y en algunas zonas de la escuela pública es más fuerte, porque la propuesta es de ocho horas y las familias lo prefieren”, explicó la vocera de la institución, Verónica Assandri, a La Diaria al hablar de la crisis que vive el sector.
“Para nosotros esto es realmente difícil, son decisiones que nunca imaginamos estar tomando, porque nacimos para rescatarlos, sostenerlos y hacerlos viables. Entonces, es como una renuncia a nuestro propio objetivo, pero también tenemos mucha esperanza de seguir apostando a futuro por los que quedan”, dijo Assandri, en referencia a que la Fundación Sophia surgió como una forma de “acompañar a los colegios católicos frágiles” y buscar alternativas para llevarlos a ser sustentables económicamente.
En el edificio que permanece abierto en Rosario, la diócesis de Mercedes les dejó el inmueble en comodato, ajustaron las cuotas, mantuvieron las bonificaciones y la confirmación previa del alumnado. Además, lograron un acuerdo con una mutualista privada de la zona que les dará partidas para la enseñanza en los primeros años de los hijos de sus funcionarios.
El colegio María Auxiliadora de Rocha decidió seguir el mismo camino. En este caso, un padre contador hizo los cálculos de factibilidad y ahora reciben las donaciones e inscripciones. El párroco de la zona será el responsable del área pastoral, formaron una asociación sin fines de lucro, consiguieron padrinazgos e incorporaron la materia robótica como novedad, informó El Observador.
En la localidad de Migues (Canelones), los padres hicieron el anuncio en las redes sociales para avisar que el colegio no cierra, aunque cambiará de administración.
El colegio de Flores, en tanto, seguirá funcionando aunque en otro local porque las monjas negaron el edificio. Incluso los padres les ofrecieron el pago de un alquiler, pero mantuvieron la negativa. Ahora consiguieron una casa, que están refaccionando.
El año pasado también se registraron varios cierres de instituciones. Y, según datos informados por el medio uruguayo, siete de cada 10 colegios perdieron alumnos en el último quinquenio y uno de cada 10 perdió más de la mitad de la matrícula en ese período.