El frenteamplista Yamandú Orsi asumirá como presidente de Uruguay el próximo 1° de marzo y comenzará un gobierno en el que tendrá desafíos políticos y económicos. Su victoria en el balotaje del 24 de noviembre significa el regreso del Frente Amplio al poder, que a diferencia de sus tres mandatos anteriores no tendrá mayoría en el Parlamento. Además, también deberá lidiar con problemas de crecimiento y con una región dividida.
Orsi fue el candidato más votado en las elecciones nacionales de octubre, pero no obtuvo el porcentaje suficiente para ganar en primera vuelta. En el balotaje, finalmente derrotó al oficialista Álvaro Delgado, delfín del presidente Luis Lacalle Pou, quien cierra su mandato con una alta popularidad.
El resultado de octubre, sin embargo, dejó un Parlamento prácticamente dividido en dos. De un lado, el Frente Amplio, que obtuvo mayoría en el Senado (tiene 16 senadores más la vicepresidenta), pero no la consiguió en Diputados: allí ganó 48 bancas y necesita 50 para que los proyectos se aprueben.
Por lo tanto, Orsi deberá negociar para que sus planes prosperen en el Parlamento. ¿Dónde puede conseguir esos dos votos que le faltan en Diputados? Hay dos partidos políticos que en octubre obtuvieron dos bancas y que podrían ser una solución.
Una de esas colectividades es Cabildo Abierto, un integrante de la coalición oficialista, pero que se mostró como el socio díscolo durante el gobierno de Lacalle Pou. Álvaro Perrore, diputado electo por este partido, ya expresó públicamente su cercanía con Orsi. “Es muy bueno; no tengo puntos negativos yo de Yamandú”, dijo el dirigente cabildante esta semana, entrevistado en el diario El País.
El líder del partido, Guido Manini Ríos, también se ha mostrado dispuesto a darle gobernabilidad a Orsi. De hecho, según informó Búsqueda este jueves, el militar retirado visitó recientemente al ex presidente José Mujica y exploraron soluciones para la ausencia de mayoría parlamentaria del Frente Amplio. Manini Ríos le planteó al líder de la izquierda –impulsor de la candidatura de Orsi– que él pretende liberar a los militares de edad avanzada que están presos por delitos cometidos durante la última dictadura.
Esta es, entonces, una de las posibles salidas de Orsi para conseguir los votos que le faltan.
Otro partido político que tiene dos diputados es Identidad Soberana. El líder de esta colectividad, Gustavo Salle, ha tenido un discurso poco dialoguista durante la campaña electoral y, principalmente, contrario a los partidos políticos. Es algo así como la versión “anti casta” a la uruguaya. Tiene discursos efusivos, difunde desinformación y ha mostrado un fuerte rechazo a la vacunación contra el Covid-19 –habla de “plandemia”–. Él y su hija serán los parlamentarios de Identidad Soberana. ¿Tendrá algún punto de contacto con el gobierno electo? Es una de las incógnitas que quedan planteadas.
Antes de ganar el balotaje, Orsi dijo en el programa de streaming Campaña del Miedo que para acordar en temas de educación golpearía el despacho de diputados del Partido Colorado –una histórica colectividad política, socia del actual oficialismo– y para temas de seguridad buscaría acordar con Perrone, a quien conoce de Canelones, el departamento (provincia) del que fue intendente durante 10 años.
Este jueves, Orsi también se reunió con legisladores electos por el Partido Colorado.
El problema del crecimiento y la región
El ¿leve? giro a la izquierda que dio Uruguay el último domingo no tuvo mayor efecto en los mercados. Su riesgo país se mantuvo estable, como también la valorización de sus títulos soberanos. Sí hubo un aumento de la cotización del dólar, pero que se explica en un contexto de fortaleza de la divisa estadounidense a nivel global.
Las calificadoras no prevén que haya grandes cambios con el regreso de Orsi a la Presidencia. Esta certeza probablemente esté dada por la designación de Gabriel Oddone como ministro de Economía, un economista con ideas de izquierda pero también con cercanía al empresariado.
La agencia Fitch Ratings destacó en un informe días atrás que es “poco probable” que la victoria de Orsi “traiga cambios políticos importantes” y señaló que la continuidad política del país debería “preservar la estabilidad económica e institucional” y los avances que hubo en materia de “desinflación e institucionalidad fiscal” en los últimos años.
Sin embargo, la calificadora advierte que Orsi hará frente a un país con “restricciones fiscales”, que serán un “desafío clave” para él. “Reducir el déficit será difícil. El presupuesto de Uruguay está dominado por programa sociales que Orsi planea reforzar”, dice el texto.
Fitch Ratings recuerda que al final de la campaña Orsi descartó un aumento de impuestos, lo que “sugiere un clima político que puede no respaldar medidas importantes para aumentar los ingresos”.
“El escaso crecimiento es otro desafío”, dice la agencia. En los últimos años, Uruguay creció en promedio un 1,2% desde el 2019, por debajo de la media regional (2,4%).
El presidente electo se comprometió a apoyar el crecimiento, pero –recuerda Fitch– “no ha revelado planes de reformas importantes para abordar los altos costos de producción, la baja apertura comercial y otros problemas que frenan la inversión”.
Después de ser designado como eventual ministro, Oddone enumeró en Búsqueda los tres grandes desafíos que enfrenta Uruguay.
El primero, justamente, está referido al crecimiento económico. “Se requiere más innovación, reformas en el sector no transable y una inserción internacional menos dependiente de la región. Eso implica reformar al Estado y sus vínculos con el sector privado, promover la competencia en varios mercados e integrarnos más intensamente con otras zonas del mundo”, expresa.
El segundo desafío que enumeró refiere al sistema de protección social, que, según propuso, en el próximo gobierno debe ser fortalecido para amparar a un sector de la población que tiene empleos informales o que quedan al margen de muchas políticas. Se estima que alcanza a unas 300.000 personas, de las cuales 168.000 son niños.
Oddone propone que, para solucionar este problema, se establezca un sistema de transferencias “para que todo el mundo tenga un ingreso básico relevante”. “En el fondo, es una forma de empezar a construir a largo plazo un ingreso universal”, explicó.
El tercer punto no es un asunto estrictamente económico sino “periférico”: la seguridad. “En este aspecto la economía está para proveer los recursos necesarios y en todo caso colaborar con algunas funciones que se requieran”, señaló.
Otro desafío para Orsi es la política exterior y, en particular, su relación con los vecinos. Las primeras señales que dio fueron muy claras. El jueves, Orsi viajó a Brasil y el viernes se reunió con el presidente Lula da Silva.
La duda está en cómo será el vínculo con Javier Milei. El presidente argentino tomó durante su gestión algunas medidas que favorecieron a Uruguay, como autorizar el dragado a 14 metros en el Puerto de Montevideo. Esta decisión fue resaltada por Orsi, quien declaró que pretende juntarse con el mandatario antes de asumir.
Orsi dijo este jueves en Doble click que hay que “estrechar mucho” el vínculo con Argentina y que una reunión con Milei será parte de su “segunda movida”. El presidente electo dijo que tiene diálogo con otros integrantes del gobierno argentino. En su cuenta de X, Milei se limitó a repostear el saludo de su Cancillería luego de la victoria del frenteamplista. El vínculo entre ambos es una incógnita.