Lula da Silva se refirió este jueves a las acusaciones contra el ex presidente Jair Bolsonaro, en las que se lo señala de haber formado parte de una trama que buscaba realizar un golpe de Estado para evitar su investidura, y aseguró que nadie puede desmentir la existencia de dichos planes.
“Ellos intentaron dar un golpe para no dejarnos asumir la Presidencia de la República”, dijo el mandatario, validando así las conclusiones y las evidencias presentadas por la Policía en las más de 800 páginas de la acusación presentada ante la Justicia. Previamente, a mediados de mes, Lula ya había dicho que Brasil “corrió serio riesgo de tener un golpe de Estado” a finales de 2022, tras los comicios en los que resultó ganador.
Ante esto, el Presidente aprovechó para defender el sistema democrático en el país y el mundo, que requiere de “paciencia y debate” y considera fundamental para construir “una sociedad civilizada, donde todos tengamos derechos pero todos respeten los derechos de los demás”.
El 21 de noviembre, tras dos años de trabajo, la Policía de Brasil presentó ante el Supremo Tribunal Federal su investigación sobre los hechos ocurridos a finales de 2022 y comienzos de 2023, en los que identificó una trama golpista que buscó derrocar y asesinar a Lula y a otros funcionarios de su Administración para impedir la llegada de la izquierda al poder y, en su lugar, establecer un “comité de crisis” liderado por militares.
Según se lee en el documento, Bolsonaro es una de las 37 personas involucradas en estas acciones y “planeó, actuó, tuvo dominio de forma directa y efectiva” y “plena conciencia y participación activa” en la organización criminal que buscaba interrumpir el traspaso de mando, al igual que tuvo “pleno conocimiento de la planificación operativa (Puñal Verde y Amarillo)”, cuyo fin era matar a Lula, a su candidato a vicepresidente Geraldo Alckmin y al juez del STF Alexandre de Moraes.
“El entonces presidente de la República, Jair Bolsonaro, participó activamente en la creación del plan golpista, involucrándose directamente en la redacción de documentos y estrategias para mantenerse en el poder, incluso después de la derrota electoral. Fue una de las figuras centrales en las reuniones para definir los pasos y acciones a seguir”, se lee en un fragmento.
Para ello, Bolsonaro mantuvo reuniones varias en el Palacio de la Alvorada con miembros de su gabinete y de las Fuerzas Armadas, en las que consideró la aplicación de una Garantía de Ley y Orden o decretos de Estado de Defensa o Estado de Sitio, para justificar sus acciones.
Parte del plan iban a ser ejecutado por el grupo “Kids Pretos” (Chicos Negros), una fuerza de élite del Ejército, de la cual algunos miembros fueron detenidos en los últimos días.
Asimismo, los expertos expusieron que los involucrados habían empleado una estrategia como la de la serie “La Casa de Papel” y dieron a sus objetivos apodos. Así, Lula era identificado como “Jeca” y Alckmin como “Joca”.
Por todo esto, Bolsonaro, el ex ministro de Defensa y Casa Civil, Walter Braga Netto; Augusto Heleno, del Gabinete de Seguridad Nacional; el ex director general de la Agencia Brasileña de Inteligencia (Abin), Alexandre Ramagem; Paulo Sérgio Nogueira, de la cartera de Defensa, y otras 32 personas están siendo acusadas de intento de abolición del Estado democrático de derecho, intento de golpe de Estado y organización criminal.
El ex Presidente, sin embargo, aseguró ser inocente y denunció que la causa es parte de una persecución política que el Gobierno lidera contra su persona.
“Un golpe de Estado es una cosa seria, nadie va a dar un golpe con un general de la reserva y media docena de oficiales. Por mi parte, nunca hubo discusión sobre un golpe”, dijo recientemente, antes de reconocer que sí exploró “todas las medidas posibles dentro de la Constitución”, aunque sin ofrecer detalles al respecto.
(Con información de EFE)