El nuevo presidente del Movimiento Al Socialismo (MAS) en Bolivia inició su gestión abogando por el reencuentro de los militantes. Grover García, un aliado de Luis Arce, obtuvo la titularidad del partido más numeroso del país a través de una sentencia constitucional que validó su designación en reemplazo de Evo Morales.
“Todos los líderes radicales que no tienen (denuncias de) corrupción, cuentas pendientes con la Justicia, pueden volver (al partido)”, manifestó García en sus primeras declaraciones como jefe de la organización política que en los últimos años se ha dividido entre arcistas y evistas, una ruptura que al menos en la cúpula del partido parece irreversible.
Su declaración hace referencia entre líneas al ex presidente que enfrenta cerca de diez procesos penales. La causa más avanzada tiene que ver con una investigación por trata de personas y estupro, en la que se lo acusa de haber embarazado a una adolescente cuando era jefe de Estado. Morales y su entorno han calificado este caso, y otros que se abrieron en los últimos meses, como una campaña de lawfare para eliminarlo del escenario político.
García asumió la presidencia del MAS el miércoles y el jueves realizó un rito de ofrenda a la Madre Tierra en El Alto, La Paz, en el que estuvo acompañado por el presidente Arce y la ministra de la Presidencia, María Nela Prada.
Luego del acto manifestó que el MAS “solo recibe personas que tienen moral y ética; personas que tiene conciencia social, que piensan en su pueblo y no en una sola persona”. La nueva dirigencia del partido la integran Fidel Surco y Julia Ramos, ambos ex funcionarios del Gobierno de Morales (2006-2019) y personas que gozaron de su confianza.
Consultado sobre Evo Morales, que insiste en que sigue siendo el líder del partido, García señaló que el ex mandatario “es un militante más” y que “una persona no puede decidir” por toda la militancia del MAS. “Acá tenemos la documentación legal y legítima de quién es el presidente. Por tanto, uno acata y obedece las leyes”, manifestó.
La titularidad del Movimiento Al Socialismo (MAS) fue uno de los ejes de la prolongada disputa entre Arce y Morales. Ambos organizaron por separado congresos para elegir a la nueva dirigencia, un requerimiento que deben cumplir las organizaciones políticas. En el congreso arcista, celebrado en El Alto (La Paz) se eligió al dirigente Grover García; y en el evista, realizado en el Trópico de Cochabamba, se ratificó la jefatura de Morales.
Sin embargo, ningún congreso fue inicialmente validado por el Tribunal Supremo Electoral (TSE) porque ambos incumplían con algunos requisitos establecidos en el Estatuto del partido o en la Ley de Organizaciones Políticas. La Justicia, a través de la Sala Cuarta del Tribunal Constitucional Plurinacional, terminó dirimiendo la disputa a través de una sentencia cuestionada por la legitimidad de los magistrados que la firman.
Luego de que el Tribunal Electoral Plurinacional acatara la sentencia, el presidente Luis Arce celebró lo que denominó la “recuperación” del MAS a manos de las organizaciones sociales.
Morales impugnará el cambio en el MAS
El líder cocalero no se resigna a perder el control del partido y considera que la maniobra judicial fue un “robo” de la sigla. En ese sentido, manifestó que “constitucionalmente” sigue siendo el presidente del MAS porque las resoluciones de los magistrados electos en 2017 no son válidas y su equipo jurídico anunció impugnaciones para intentar revertir la determinación de la justicia y el Órgano Electoral.
Sin embargo, el abogado constitucionalista José Luis Santistevan explicó a Infobae que “contra los fallos del TCP no cabe recurso ulterior ni recursos ordinarios” por lo que es prácticamente imposible revertir el fallo.