Solo en el departamento de Santa Cruz se registraron siete muertes por accidentes de tránsito vinculados a las extensas filas por combustible, luego de que se agudizara la escasez de diésel y gasolina en el último mes. Según reportes de la prensa local, la mayor cantidad de siniestros se produjo por motociclistas que impactaron por detrás contra camiones estacionados. Dos ocurrieron en la ciudad de Santa Cruz y cinco en municipios cercanos a la capital, Warnes, Mairana y Samaipata.
El 14 de noviembre, un conductor de camión perdió la vida al esquivar un bloqueo de transportistas que reclamaban por la falta de suministro de diésel. El chofer intentaba hacer un giro en una de las avenidas centrales de la ciudad, lo que provocó que el contenedor se desplazara y aplastara la cabina. Su hijo de cinco años que lo acompañaba sobrevivió al accidente.
Estos hechos han puesto sobre la mesa la falta de organización del tráfico ante el inusual incremento de filas en los alrededores de las estaciones de servicio, en las que no hay señalización ni control de ninguna instancia. En municipios pequeños, como el de Porongo que colinda con Santa Cruz de la Sierra, se observan funcionarios municipales que organizan las filas y ponen conos para marcar las filas.
Infobae consultó a la Alcaldía de Santa Cruz si había algunan previsto medida para evitar que se repitan este tipo de accidentes accidentes y respondieron que no es parte de sus competencias y aunque podrían hacer un trabajo coordinado con la Policía, sería “muy complicado” por la extensión de la ciudad y cantidad de surtidores que existen. Marco Antonio Franco, director de Transporte y Vialidad de la Alcaldía confirmó que no habrá ninguna acción porque “son cuadras de cuadras (de filas) y es bastante complicado”.
Este medio intentó comunicarse con la Unidad de Tránsito de la Policía para consultar sobre el mismo tema pero no obtuvo respuesta hasta la publicación de esta nota.
Desabastecimiento de combustible
Bolivia enfrenta periodos de escasez de diésel desde hace más de un año, pero nunca habían sido tan prolongados como el actual en el que el suministro de gasolina tampoco es regular. Según el Gobierno, los bloqueos realizados entre el 14 de octubre y el 6 de noviembre por las organizaciones afines a Evo Morales afectaron la distribución del combustible. Durante ese periodo y varios días después, las filas de vehículos en las estaciones de servicio parecían interminables.
Según datos oficiales, Bolivia importa y subvenciona el 86% del diésel y el 56% de la gasolina que necesita para el abastecimiento interno, lo que representa uno de los mayores gastos públicos. En 2023 se destinaron 2.000 millones de dólares para dotación de combustible, un negocio insostenible para el país andino que enfrenta una creciente crisis económica marcada por la debacle de la industria petrolera y la disminución de sus reservas internacionales.
A las crecientes dificultades de importación por falta de divisas y la baja producción local, se sumó la circunstancial alteración en la logística distribución, lo que agudizó la crisis energética en el último mes.
Para resolver el problema en el corto plazo, la administración de Arce autorizó la compra y comercialización de combustible a actores privados durante un año, ante el incremento de los reclamos y la demanda de sectores productivos, que han sido particularmente afectados por la carestía de diésel y a quienes se está priorizando en la distribución actualmente.
La semana pasada, el presidente Luis Arce pidió paciencia y dijo que en “diez días” se regularizaría la dotación combustible, un plazo que se cumplirá el sábado 23 de noviembre.