(Enviado especial a Rio de Janeiro, Brasil) Lula da Silva negocia contra reloj con el G7 -Estados Unidos, Alemania, Canadá, Francia, Italia, Reino Unido y Japón- para encontrar una salida a la crisis causada por su propuesta de comunicado final que era muy blando con Rusia y crítico in extremis con Israel.
Durante la madrugada de este lunes, a pocas horas del comienzo formal de la Cumbre del G20, el presidente de Brasil remitió a los sherpas del G7 una iniciativa de consenso que roza a Vladimir Putin, propone un cese del fuego en Gaza y Líbano, y adopta una posición más equidistante respecto a Israel.
Los sherpas del G7 quedaron en contestar a la Cancillería de Brasil, que se mostró urgida para resolver una crisis de fondo que fue provocada por su propia agenda internacional. La respuesta a Lula -aseguraron a Infobae voceros del G7- llegará al mediodía de Río de Janeiro.
El G20 está integrado por países que responden a bloques de poder, diferentes ideologías y ambiciones geopolíticas distintas, pero siempre se privilegió la unidad del foro multilateral por encima de las crisis globales de coyuntura.
Esta regla básica de convivencia diplomática se encuentra frente a una prueba inédita en el G20 de Brasil: el último ataque de Rusia a Ucrania y la posición pro palestina de Lula da Silva ha puesto a la Cumbre de Presidentes y Jefes de Estado cerca del abismo.
En las cumbres del G20, el país organizador tiene más poder que su propia naturaleza como estado. Y Brasil aprovecha esta norma de hecho para empujar un borrador de comunicado final que beneficia a Rusia, Turquía, Indonesia, Arabia Saudita, Sudáfrica e Irán, y afecta a Ucrania, Estados Unidos, Israel, los países europeos del G7 y la Argentina.
No hay G20 sin debates a fondo y fuertes diferencias, pero al final de la cumbre siempre se aprueba un comunicado final que apuesta a la unidad del foro multilateral.
La excepción sucedió con Donald Trump que en los G20 de Hamburgo y Osaka forzó un comuniqué de 19 mas 1, debido a su rechazo del cambio climático.
Pero fue un caso extraordinario que no tuvo mayores consecuencias.
Rusia integra el G20, y Vladimir Putin no pudo llegar a Rio de Janeiro porque tiene un orden internacional de detención por crímenes de lesa humanidad. En las últimas 48 horas, Moscú lanzó una ofensiva contra Ucrania que diezmó su capacidad energética a pocos meses del inicio del crudo invierno europeo.
En este contexto, Lula presentó a los miembros del G7 que integran el G20 un borrador de comunicado final que esquiva la ofensiva mortal de Putin sobre Ucrania. Brasil integra los BRICS, y Rusia es un socio prominente de ese bloque geopolítico que apuesta a desplazar la influencia global de Estados Unidos.
El domingo a la tarde, cuando se conoció que la Casa Blanca supuestamente autorizaba a Volodimir Zelensky utilizar misiles propios para atacar objetivos en Rusia, los representantes del G7 -Estados Unidos, Alemania, Francia, Reino Unido, Japón, Canadá e Italia- informaron a la Cancillería de Brasil que no aceptaban el borrador vinculado a Rusia que les había presentado Lula.
Se trató de una respuesta inédita para la trayectoria histórica del G20. Cuando hubo diferencias se consideraron con cautela en bambalinas, y ahora se tomaba la decisión de plantear las objeciones de fondo sin ningún maquillaje diplomático.
Es decir: si Lula y sus socios globales -Rusia, China, Irán y Sudáfrica- no retroceden, el G20 corre peligro de partirse en dos.
La crisis institucional del G20 no sólo tiene su origen en la actitud contemplativa que propuso Lula para abordar el ataque constante de Rusia a Ucrania.
La defensa que hace Brasil de Palestina -que está en manos del grupo terrorista Hamas- y la condena simultánea a Israel funcionó también como una causa básica para desestabilizar al G20 convocado en Río de Janeiro.
Brasil es aliado de Irán, Turquía e Indonesia -países que aspiran a la desaparición del estado judío-, y su propuesta de borrador sobre la crisis en Medio Oriente responde a los intereses de sus socios globales.
En este contexto, Francia, Alemania, Reino Unido y, fundamentalmente Argentina, se opusieron al texto deslizado por la cancillería brasileña para abordar la guerra que libra Israel contra la organización terrorista Hamas.
Si Lula no acepta los cambios de fondo que propusieron a los negociadores del G20, Brasil no podrá cerrar su cumbre multilateral con un sólo comunicado final.
A las diferencias por la guerra en Ucrania se sumaría los planteos del G7 más Argentina respecto a Israel y su enfrentamiento con los grupos terroristas que financia Irán.
El G20 inicia este lunes con el tradicional saludo del anfitrión -en este caso, Lula- a los presidentes y jefes de Estado que participarán de la cumbre multilateral convocada en Rio de Janeiro. Sólo será un gesto pour la galerie, en un escenario de crisis diplomática que no tiene el final escrito.
Las diferencias son tan profundas que nadie descarta un desenlace inédito.
Le toca mover al G7, liderado por Estados Unidos, que en dos meses tendrá un nuevo presidente en la Casa Blanca.