La disputa entre Luis Arce y Evo Morales por el control del partido se dirimió ayer a través de una sentencia judicial. La Sala Constitucional IV determinó validar un congreso partidario paralelo en el que se había elegido a Grover García, un aliado del Gobierno, como jefe del Movimiento Al Socialismo (MAS), desplazando después de más de dos décadas al líder cocalero.
Cada actor político, Arce y Morales, habían organizado congresos partidarios para renovar la directiva, un procedimiento que debía cumplirse hasta diciembre, pero ambos encuentros fueron cuestionados por el Tribunal Supremo Electoral por no cumplir con todos los requisitos, por lo que ninguno había sido legalizado hasta ahora.
El fallo emitido el jueves genera polémica por el incumplimiento de los procedimientos establecidos en el partido para la elección de la directiva, pero también por la falta de legitimidad de los magistrados que emitieron el documento, cuyos mandatos fenecieron en enero y que se “auto prorrogaron” en sus cargos tras obstaculizar la elección de nuevos jueces. Para Morales, el responsable detrás de esta determinación es el Gobierno que, según su criterio, presionó a la Sala Constitucional IV “para que le entregue la sigla del MAS – IPSP”.
Morales calificó la sentencia como “inconstitucional, ilegal e ilegítima” y en su cuenta de X manifestó: “¿Cómo una sentencia judicial puede terminar dirimiendo algo que corresponde a la decisión democrática de los militantes del partido?. El gobierno ya no necesita a los otros poderes del Estado. Le es suficiente la Sala Constitucional IV para eliminar adversarios, poner autoridades, apropiarse de estructuras políticas, suspender procesos electorales, ayudar a sus socios anulando sentencias penales y hasta entregándoles tierras del Estado. Ese es el nivel de deterioro de la democracia en Bolivia”.
Dos fallos de la Justicia en los últimos 15 días están organizando el escenario político de Bolivia y apuntan a frenar las aspiraciones políticas de Evo Morales. El primero, del 1 de noviembre, es un auto constitucional que ratificó una sentencia a través de la cual se impide que las autoridades electas de los tres poderes del Estado puedan ejercer más de dos mandatos, con lo que Evo Morales no podría volver a ser candidato. El fallo de ayer, 14 de noviembre, le quita además el control del partido más numeroso del país. Los dictámenes fueron firmados por los ex magistrados Gonzalo Hurgado y René Yván Espada.
Para algunas personas la sentencia a través de la cual se renueva la directiva es nulo e ilegal y exigen su desacato, pero para otras es un acto de justicia ante la falta de democracia interna en el partido.
En conferencia de prensa, autoridades afines a Morales rompieron la sentencia constitucional en señal de desacato y manifestaron: “Queremos decirles hermanos y hermanas que no nos vamos a rendir, nunca lo hicimos nuestra historia está marcada de luchas y victorias este es el segundo golpe al movimiento indígena y a la Bolivia profunda”, sostuvo el diputado Renán Cabezas.
¿El fin de Evo Morales?
Varios analistas consideran que si bien la decisiones del partido recaerán en la dirigencia legalmente reconocida, el liderazgo político de Morales no termina con la pérdida del control del partido. La politóloga Susana Bejarano, manifestó en una entrevista televisiva con Unitel, que “este tiempo estamos ante un Evo cercado y con muy pocas posibilidades, yo diría que ya ninguna, de participar en las elecciones del 2025. No participar en las elecciones no anula Evo Morales y puede ser el mayor opositor que tenga el próximo gobierno″.
Sin embargo, los analistas Ana Velasco y Daniel Valverde, coinciden en que el poder que le queda a Morales es territorial, asentado en la región cocalera del Chapare, y en otras regiones empobrecidas del país. “Tiene anclajes muy fuertes y profundos en los sectores populares, pero el círculo que lo respalda es cada vez más estrecho y están creciendo los niveles de rechazo”, afirmó Valverde en entrevista con Infobae.
Sin partido, con dificultades para legalizar su habilitación como candidato y con una base social amplia pero con pocas posiblidades de crecer, el hombre batió récords de votación y que gobernó Bolivia por casi 14 años, ve cada vez más empantanado su retorno al poder.