Luis Arce inicia su último año de gestión en Bolivia acorralado por la crisis económica y una feroz disputa con Evo Morales

El hombre que llegó al poder con las credenciales de ser el autor intelectual del “milagro económico” de los últimos años está viendo cómo la bonanza del país desmorona

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El presidente boliviano Luis Arce, en una fotografía de archivo. EFE/Luis Gandarillas
El presidente boliviano Luis Arce, en una fotografía de archivo. EFE/Luis Gandarillas

El presidente de Bolivia, Luis Arce, inicia este sábado su quinto y último año al mando del país, acorralado por la crisis económica que desde hace más de un año reporta escasez de dólares, un incremento sostenido en los precios de la canasta básica y una falta de combustibles cada vez más recurrente y prolongada.

El hombre que llegó al poder con las credenciales de ser el autor intelectual del “milagro económico” de los últimos años en Bolivia está viendo cómo la bonanza del país se desmorona. A este escenario adverso, se suma una profunda crisis política marcada por la división interna del Movimiento Al Socialismo (MAS), que le ha quitado poder y le entorpece la gobernabilidad.

Arce fue ministro de Economía durante casi toda la gestión de Evo Morales (2006-2019), salvo una breve ausencia por motivos de salud. Cuando cayó el Gobierno en 2019, mantuvo un perfil bajo y la presidenta interina Jeanine Añez le otorgó un salvoconducto para realizarse controles médicos fuera del país.

Llegado el momento de elegir candidatos para las elecciones con las que el MAS buscaba retomar el poder, Arce se impuso frente a los favoritos de las organizaciones sociales. Morales eligió a su sucesor sobre la base de dos criterios: por un lado, seducir a las clases medias con un perfil más técnico y exento de grandes polémicas; y por otro, apelar a la estabilidad y bonanza económica de los años anteriores poniendo al frente al ministro que había llevado al país al podio del crecimiento económico durante varios años, algo inédito en la historia de Bolivia, y que podía atraer votos en un momento marcado por la crisis derivada de la pandemia de Covid-19.

El 8 de noviembre de 2020 los antiguos ministros de Economía y Relaciones Exteriores asumían como presidente y vicepresidente de Bolivia.  Courtesy of Bolivian Presidency/Handout via REUTERS
El 8 de noviembre de 2020 los antiguos ministros de Economía y Relaciones Exteriores asumían como presidente y vicepresidente de Bolivia. Courtesy of Bolivian Presidency/Handout via REUTERS

Luis Arce y David Choquehuanca ganaron la elección en primera vuelta con el 55% de los votos y asumieron el Gobierno en noviembre de 2020. El primer año de su administración estuvo marcado por la gestión de la pandemia que, según analistas, fue uno de sus mayores aciertos. Consiguió vacunas en un plazo razonable en comparación con otros países y contuvo la afectación económica de la cuarentena, las encuestas mostraban que su Gobierno gozaba de aprobación. Todo se estropeó cuando Evo Morales, su antiguo jefe y mentor, lo empezó a ver como un rival político.

En el primer tiempo ambos líderes mantuvieron una buena relación. Carlos Saavedra, analista político, sostiene que Morales veía en Arce a un administrador del Estado que iba a cuidar la silla presidencial para su regreso al poder, pero cuando vio que podía ser su competencia comenzó a boicotear su Gobierno al punto de dividir la bancada de la Asamblea Legislativa donde hasta entonces tenía mayoría.

Según relató Arce en una entrevista con Diario Red (España), los primeros roces comenzaron en 2021 cuando escuchó algunas críticas de parte de Morales que fueron subiendo de tono en encuentros con organizaciones sociales.

ARCHIVO - El presidente boliviano, Luis Arce, a la izquierda, y el exmandatario Evo Morales participan en una marcha en El Alto, Bolivia, el 29 de noviembre de 2021. (AP Foto/Juan Karita, Archivo)
ARCHIVO - El presidente boliviano, Luis Arce, a la izquierda, y el exmandatario Evo Morales participan en una marcha en El Alto, Bolivia, el 29 de noviembre de 2021. (AP Foto/Juan Karita, Archivo)

Las diferencias se basaban inicialmente en un desencuentro de opiniones sobre la administración del Estado y luego derivaron en una pugna por el control del partido y la candidatura de 2025 que ha dividido las aguas del MAS entre arcistas y evistas, quebrando la hegemonía del partido.

La confrontación entre ambos líderes llegó a su momento más crítico en el segundo semestre de 2024. En agosto, cuando Morales anunciaba protestas contra el Gobierno de Arce, éste lo encaró en un video: “Aquí estoy Evo, no me escaparé. Si quieres solucionar un problema que tienes conmigo porque no acepté ser tu títere tuyo, ven, te espero y resolvamos ese problema.” (sic)

Arce acusa a Morales de provocar la crisis económica que enfrenta el país. Por un lado, por lo que considera una mala gestión de hidrocarburos durante su Gobierno y por otro, lo responsabiliza de ordenar un “bloqueo” de créditos externos en la Asamblea Legislativa Plurinacional.

Una mujer está parada en un punto de bloqueo realizado por seguidores de Evo Morales en la localidad de Parotania, el 29 de octubre de 2024. REUTERS/Claudia Morales
Una mujer está parada en un punto de bloqueo realizado por seguidores de Evo Morales en la localidad de Parotania, el 29 de octubre de 2024. REUTERS/Claudia Morales

La disputa política ha rebasado los límites partidarios y ha tomado las calles complicando la situación del resto de la población que mira con hastío la guerra interna del MAS. El momento culminante llegó en el último mes, cuando organizaciones sociales afines a Morales realizaron bloqueos durante 23 días y paralizaron una parte del país, con el consecuente impacto económico para los sectores productivos y de transporte, y que han agudizado el desabastecimiento de combustible.

Bolivia está secuestrada por intereses de unas pocas personas que están intentando definir sus candidaturas o la tenencia de la sigla”, explica la politóloga Ana Velasco. Para muchos bolivianos, la disputa política es secundaria frente a asuntos urgentes como recuperar la estabilidad económica o combatir desastres ambientales provocados, como los incendios forestales que este año consumieron más de diez millones de hectáreas ante un Estado incapaz de frenar la devastación.

En lo inmediato, la suspensión de las protestas del evismo le da algo de aire al Gobierno, pero lo deja contra las cuerdas sin poder resolver la situación económica mientras el descontento de la población crece en las encuestas. Carlos Saavedra considera que la posición del Gobierno en su último año de gestión será de “resistencia” con la expectativa de terminar el mandato.

Marcha de cacerolas vacías contra el incremento de precios de la canasta familiar en Bolivia, el 22 de octubre de 2024. (Photo by AIZAR RALDES / AFP)
Marcha de cacerolas vacías contra el incremento de precios de la canasta familiar en Bolivia, el 22 de octubre de 2024. (Photo by AIZAR RALDES / AFP)

En medio de una creciente sensación de incertidumbre sobre el futuro, Saavedra afirma que “Arce está administrando una bomba de tiempo”. La pregunta es cuánto tiempo queda.

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