- Ronnie Lessa confesó que mató a Marielle Franco por presión de líderes de milicias.
- Declaró que la concejal bloqueaba un negocio inmobiliario millonario: “Era una piedra en el camino”.
- Familiares de Marielle siguen exigiendo justicia para todos los involucrados en el crimen.
Lo esencial: casi siete años después del asesinato de la concejal y activista Marielle Franco, el juicio contra los autores materiales comenzó este miércoles en Brasil. Ronnie Lessa, uno de los acusados, confesó que mató a Franco bajo órdenes de líderes de las milicias de Río de Janeiro, quienes temían que ella frustrara lucrativos negocios de terrenos ilegales. El crimen, ejecutado en 2018, conmocionó al país y convirtió a Marielle en un símbolo de la lucha por los derechos de los afros y la comunidad LGBT. Sin embargo, los autores intelectuales siguen sin rendir cuentas.
Un juicio largamente esperado
El brutal asesinato de Marielle Franco en 2018 dejó una huella profunda en Brasil y provocó una ola de indignación internacional que todavía resuena. Casi siete años después, el juicio contra los autores materiales del crimen, Ronnie Lessa y Elcio Queiroz, marca un importante capítulo en la búsqueda de justicia, trayendo a la luz nuevas y escalofriantes revelaciones sobre las razones detrás de su ejecución.
Desde una prisión de máxima seguridad, Lessa declaró que ejecutó el crimen por órdenes de líderes de las milicias de Río de Janeiro, quienes temían que Marielle obstaculizara un negocio inmobiliario multimillonario. Estas organizaciones paramilitares ejercen un control férreo sobre vastas áreas periféricas, utilizando el terror y la apropiación de terrenos como fuente de poder económico.
En sus declaraciones, Lessa describió a la concejal como una “piedra en el camino” y aseguró que, antes de recibir el encargo, nunca había escuchado hablar de ella. Además, confesó que el objetivo inicial era el político izquierdista Marcelo Freixo, pero su prominencia y seguridad hicieron que fuera “inviable”.
Lessa habló sobre sus motivaciones, confesando que el encargo no solo significaba dinero, sino que también fue impulsado por un oscuro deseo que describió como un impulso incontrolable: “Me cegó y enloqueció la millonaria suma que me ofrecieron”.
Durante cerca de tres horas de testimonio por videoconferencia, Lessa intentó mostrar arrepentimiento: “Quiero aprovechar la oportunidad y con absoluta sinceridad pedir perdón a las familias de Anderson, Marielle y (...) a toda la sociedad por los fatídicos actos que nos trajeron hasta aquí”.
Sin embargo, la Fiscalía se mantuvo firme, cuestionando la sinceridad del arrepentimiento y exigiendo la pena máxima de 84 años de prisión, subrayando la crueldad del crimen y su impacto en la sociedad brasileña.
Marielle Franco, un símbolo de la lucha por los derechos humanos
El asesinato de Marielle no solo conmocionó a Brasil por su brutalidad, sino también por el contexto en el que ocurrió. Mujer, afro, lesbiana y nacida en una favela, se convirtió en un símbolo de la resistencia.
Como activista y concejal, dedicó su vida a defender los derechos de las mujeres, los jóvenes afro y los habitantes de las comunidades más vulnerables. Denunció con valentía la violencia policial y enfrentó a las milicias que operan en los márgenes de la ley, desafiando las estructuras de poder que perpetúan la desigualdad y el terror.
Su legado sigue vivo, y su figura se ha transformado en un ícono de la lucha por los derechos humanos, inspirando a miles en Brasil y en el extranjero. Sin embargo, para los familiares y seguidores de Marielle, la sensación de que la justicia está incompleta persiste.
Aunque el proceso contra los ejecutores materiales avanza, los presuntos autores intelectuales, incluyendo a políticos como los hermanos Brazao, aún no han enfrentado un juicio definitivo.
Amnistía Internacional advirtió que “la justicia se alcanzará realmente cuando las autoridades brasileñas garanticen que todos los responsables rindan cuentas de sus actos”.
Los familiares en una lucha sin descanso
El inicio del juicio reabrió las heridas de los seres queridos de Marielle y de la sociedad que exige respuestas. Familiares, amigos y activistas se congregaron frente al tribunal con girasoles, un símbolo de esperanza que se ha convertido en emblema de la resiliencia de la comunidad.
Luyara, hija de Marielle, expresó con emoción: “Hoy es el primer paso para la justicia porque no podemos normalizar que ninguna vida sea segada de la forma en que nos arrebataron la de Marielle”.
La asesora de prensa y sobreviviente del atentado, Fernanda Chaves, ofreció un testimonio desgarrador. Describió cómo escuchó la ráfaga de disparos y se agachó instintivamente.
“Oí una ráfaga de disparos y me agaché, pensando que era un tiroteo entre policías y narcotraficantes”, describió. Cuando la violencia cesó, salió del vehículo cubierta de sangre y vidrios, con la esperanza de que Marielle aún estuviera con vida.
Un llamado por justicia completa
Mientras el juicio se desarrolla, Brasil y el mundo entero observan con atención, esperando que el proceso no solo haga rendir cuentas a los autores materiales, sino que avance hacia los responsables intelectuales del crimen.
La tensión sigue latente y el país exige que la verdad salga a la luz. Para muchos, como Lucas Barbosa, un estudiante de 27 años que se sumó a la marcha afuera del tribunal, “lo que sucedió con Marielle fue una brutalidad tremenda. Fueron años sin respuesta. Es importante conseguir esas respuestas lo más rápido posible para poner a esas personas en la cárcel”.
El legado de Marielle sigue siendo un faro de esperanza y un recordatorio de que la lucha contra la violencia sistémica y la corrupción es urgente y necesaria. Con el país todavía marcado por su ausencia, el juicio de sus asesinos materiales es un paso, pero la lucha por la verdad y la justicia continúa.