El 22 de octubre de 2021, Ecuador perdió a uno de sus grandes íconos deportivos en circunstancias trágicas y violentas. Álex Leonardo Quiñónez Martínez, a sus 32 años, fue asesinado en un ataque armado en el sector Colinas de la Florida, en Guayaquil, junto a su amigo Jojairo Arcalla. Este suceso sacudió al país y dejó una sola pregunta en el aire: ¿quién mató a Álex Quiñónez y por qué?
Nacido el 11 de agosto de 1989 en Esmeraldas, Quiñónez mostró desde niño una pasión por el atletismo, destacando como uno de los atletas más prometedores del país. Su talento y dedicación lo llevaron a una impresionante carrera deportiva llena de logros nacionales e internacionales. Con humildad y resiliencia, superó las limitaciones de su entorno y comenzó a sobresalir en competencias locales. Según El Universo, entrenaba en condiciones adversas, pero su esfuerzo y apoyo familiar lo impulsaron a convertirse en una estrella emergente.
Los logros deportivos de Quiñónez, como su récord de 10.09 segundos en los 100 metros y sus 19.87 segundos en los 200 metros, siguen siendo motivo de orgullo para Ecuador. Además, su desempeño en competencias internacionales, donde ganó múltiples medallas, lo convirtió en un símbolo de perseverancia y orgullo para las nuevas generaciones de atletas ecuatorianos. Según el Comité Olímpico local, su nombre se ha convertido en un faro de inspiración.
La histórica carrera
En la histórica final de los 200 metros en los Juegos Olímpicos de Londres 2012, Álex Quiñónez se alineó junto a los mejores velocistas del mundo, entre ellos el jamaicano Usain Bolt, quien ostentaba el título de hombre más rápido del planeta. Con una marca de 20.28 segundos en la semifinal, Quiñónez no solo rompió el récord ecuatoriano, sino que también se convirtió en el primer ecuatoriano en llegar a una final olímpica de velocidad, un logro que encendió el orgullo de su país y lo catapultó a la élite mundial del atletismo. En la pista, el esmeraldeño demostró una valentía inigualable al enfrentarse sin temor a los gigantes de la velocidad, consolidando una carrera que hasta ese momento se perfilaba como una de las más prometedoras de América Latina.
Usain Bolt, quien para entonces ya era una leyenda con múltiples títulos olímpicos, dominaba la final con su imponente velocidad y precisión, imponiéndose con un tiempo de 19.32 segundos y reafirmando su reinado en el atletismo mundial. Quiñónez, aunque no alcanzó el podio, corrió codo a codo con Bolt y el resto de los atletas de élite, en una competencia que lo consagró como uno de los grandes del deporte ecuatoriano. La carrera fue memorable no solo por el desempeño del jamaiquino, sino también por la valentía y esfuerzo de Quiñónez.
Guiado por su entrenador, Quiñónez demostró en Londres que Ecuador tenía un lugar en las grandes ligas del atletismo mundial. La séptima posición que alcanzó fue un motivo de orgullo nacional y su actuación inspiró a jóvenes atletas a soñar con grandes metas. Su hazaña consolidó su estatus de ídolo nacional y le ganó el respeto de la comunidad deportiva internacional.
Después de Londres, Quiñónez siguió cosechando grandes éxitos. En 2019, corrió los 200 metros en 19.87 segundos en la Liga de Diamante en Lausana, Suiza, un récord personal que lo consolidó como uno de los velocistas de élite mundial. Ese mismo año, ganó la medalla de oro en los Juegos Panamericanos de Lima, reafirmando su posición como uno de los mejores atletas latinoamericanos.
En Doha 2019, alcanzó otro logro significativo al ganar la medalla de bronce en los 200 metros en el Campeonato Mundial de Atletismo. Su tiempo de 19.98 segundos fue un récord nacional, confirmando su estatus como uno de los atletas más rápidos del mundo.
Pese a sus éxitos, la carrera de Quiñónez se vio truncada por una suspensión en 2020 debido a la falta de presentación en tres pruebas antidopaje. Aunque esta sanción le impidió competir en los Juegos Olímpicos de Tokio, acompañó a la delegación ecuatoriana en calidad de observador y desfiló en la ceremonia inaugural, llevando consigo la frustración de una oportunidad perdida. Tras el evento, regresó a Ecuador, donde se refugió en Esmeraldas y Guayaquil junto a sus hijas, retomando su vida y reenfocándose en su familia.
El asesinato
El 22 de octubre de 2021, mientras estaba en Guayaquil, Quiñónez y su amigo Christopher Arcalla fueron asesinados en un ataque armado en el sector de Colinas de la Florida, una zona golpeada por la violencia que asola al país. Según el Ministerio del Interior, la violencia en Ecuador ha crecido exponencialmente, especialmente en Guayaquil, donde el crimen organizado ha ganado terreno. La policía anunció operativos para esclarecer el crimen, pero, a pesar de la captura de varios sospechosos, no se han identificado los autores intelectuales ni se ha determinado el móvil del asesinato.
Un individuo conocido como “Shakira”, miembro de una organización criminal, fue mencionado como posible sospechoso, pero las investigaciones nunca lograron aclarar la verdad detrás del crimen. Según Primicias, el caso de Quiñónez sigue envuelto en incertidumbre, reflejando la crisis de seguridad que enfrenta Ecuador y la falta de justicia para una figura pública de gran valor nacional.