El catequista Danilo Caporale, de 62 años, era una de las personalidades queridas de Paysandú, la ciudad uruguaya ubicada a 375 kilómetros de Montevideo y vecina de la argentina Colón. Además de su trabajo en la Iglesia Católica, el hombre era activista en una ONG que cuida perros y era comisario deportivo del ciclismo. Quizás por eso su asesinato dejó en shock a la localidad, que todavía hace el duelo de esta pérdida.
La ciudad está impactada tanto por el modo de la muerte como por el nombre de la víctima, según una nota del diario uruguayo El País que recoge testimonios de quienes lo conocían. Caporale fue encontrado muerto en su casa en la mañana del martes, tras haber sido apuñalado con un cuchillo y un destornillador.
Al día siguiente de su muerte, un hombre de 21 años fue detenido e imputado por la Justicia por 180 días como presunto autor del homicidio. Era un conocido del catequista y tenía problemas de adicciones.
Marisa, la secretaria de la casa parroquial de Paysandú, dijo que en la iglesia están “devastados” por la noticia. Caporale formaba parte de esa comunidad, era integrante de los salesianos y daba catequesis en unos de los oratorios de la parroquia. El hombre preparaba a los jóvenes para recibir la primera comunión y hacía algunas actividades sociales en los barrios y de ayuda a las familias carenciadas.
“No podemos creer. Era muy querido. Siempre estaba dispuesto, muy atento”, contó la secretaria. Zully Fernández, otra catequista de la Iglesia Católica, recordó que Caporale estaba “en todos lados”. “Incansable. Así le decía yo a mi compañero. Tenía el espíritu salesiano, de oratorio. Atendía a los chicos, con merienda y demás, con juegos, con buena convivencia. Todo un trabajo con los gurises y las familias”, declaró al diario uruguayo.
“También le decíamos ‘copa de leche’ porque él siempre estaba preocupado por la copa de leche de los chicos del oratorio. Allí el sábado funciona el movimiento de jóvenes Huellas, que sale por el barrio para traer a todos los que quieran a tomar la leche, a jugar, a compartir. Y él era el que se encargaba siempre de tener todo pronto, de los bizcochos, las tortas, el chocolate en invierno, el refresco en verano”, lo recordó Fernández. “Siempre estaba y daba para adelante en todo”, recordó.
Por esto, el último adiós de Coporale estuvo “lleno” de amigos de toda la vida del catequista y de compañeros de las instituciones a las que pertenecía.
Al momento del crimen, en la casa del catequista habían 15 perros. Fueron adoptados de forma transitoria por la ONG Amigos de los Animales, a la que Coporale también se había involucrado. “Te voy a decir lo que te ha dicho todo el mundo: era una excelente persona”, declaró a El País la directora de la institución, Laura De León. “Una pérdida irreparable. El daño que hizo este tipo, no solo se llevó la vida de una persona, sino que se llevó una parte de todas las organizaciones de Paysandú, de todos los sanduceros. Porque era alguien solidario como nunca vi y creo que nunca voy a ver en mi vida”, destacó.
“Cuando me dijeron que había muerto creí que le había dado un paro, un ACV, por todas las cosas que tenía en la cabeza, pero nunca pensé en este desenlace. La persona que hizo esto arruinó la vida de muchos. Todavía no salimos del shock, no podemos creer que no lo tenemos más”, comentó.
Héctor Scayola, referente del ciclismo en Paysandú, recordó que a Caporale le encantaba el ciclismo y siempre estuvo vinculado a quienes practicaban este deporte. “Siempre estaba”, recordó.