El 10 de febrero de 2023, el mecánico industrial Pedro Gutiérrez González, de 42 años, se plantó en una populosa calle de Managua, con camisa blanca y un rosario en las manos a pedir por la libertad de monseñor Rolando Álvarez, obispo de Matagalpa, quien para esa fecha acumulaba cinco meses como preso político de Daniel Ortega.
“Ánimo, fuerza y fe siempre. Libertad para monseñor Rolando Álvarez. Aunque la dictadura le haya dado 26 años de cárcel, nosotros consideramos a Rolando Álvarez un sacerdote del pueblo. ¡Viva Nicaragua libre! ¡Libertad para monseñor Rolando Álvarez y los presos políticos que quedaron!”, gritó Gutiérrez González.
Dos días más tarde, Gutiérrez González fue capturado y posteriormente condenado a cinco años de cárcel por el delito de “traición a la patria” y “propagación de noticias falsas en perjuicio del Estado y la sociedad nicaragüense”.
Al llegar como reo a la Cárcel Modelo, de Tipitapa, fue conducido a “La 300″, una galería de lúgubres mazmorras destinadas para mantener en aislamiento a los peores criminales. Ahí encontró al obispo por quien pedía libertad.
“Cuando yo llego a (cárcel) La Modelo, a máxima seguridad, monseñor ya les estaba dando guerra a esos criminales. No lo podían frenar. ¡Monseñor tenía unas agallas! La convicción de un verdadero guerrero”, relató Pedro Gutiérrez González, quien el pasado 5 de septiembre fue excarcelado y desterrado a Guatemala.
En una conversación a través de redes sociales con el cronista y también ex preso político, Miguel Mendoza, Gutiérrez González añadió en su descripción del régimen carcelario de monseñor Álvarez: “Yo escuchaba cómo le gritaba a los funcionarios que lo tenían encerrado. Lo querían callar y monseñor no se callaba y les decía sus verdades. Les decía son unos cobardes”.
Monseñor Rolando Álvarez fue desterrado hacia El Vaticano la madrugada 13 de enero pasado, después de permanecer como preso político del régimen de Daniel Ortega durante 512 días.
Álvarez era obispo de Matagalpa, una de las más importantes diócesis de la iglesia católica de Nicaragua, y una voz fuerte en el reclamo por los abusos que comete la dictadura de Daniel Ortega en el país.
La madrugada del 19 de agosto de 2022, después de una semana de sitio, la Policía entró violentamente al Palacio Episcopal donde vivía Álvarez y se lo llevó a Managua en calidad de “resguardo domiciliar”, según una nota de prensa policial.
El 9 de febrero de 2023, el régimen Daniel Ortega envió a 222 presos políticos a Estados Unidos. Según relató el propio Ortega en un acto público esa misma tarde, monseñor Álvarez estaba en la lista de los desterrados, pero se negó a subir al avión que lo llevaría al extranjero.
“No sé qué piensa este señor (Álvarez), que, frente a una decisión del Estado nicaragüense, él dice que no acata, una resolución de un poder del Estado que lo está mandando a irse de país”, recriminó el dictador e informó que el religioso había sido trasladado a la Cárcel Modelo, la más grande del país.
Al siguiente día, el 10 de febrero, en un juicio sumario, la dictadura de Daniel Ortega lo condenó a 26 años de prisión por traición a la patria y lo despojó de la nacionalidad nicaragüense.
Poco se supo luego de la suerte de Álvarez, salvo por un par de ocasiones en que el régimen los presentó a través de medios oficialistas en una sala de visitas, comiendo con algunos familiares, en lo que algunos opositores calificaron como “puestas en escena” para aplacar las críticas al tratamiento carcelario al que estaba sometido el obispo.
En ambas ocasiones, que se interpretaron como “una prueba de vida” que daba la dictadura, se le vio delgado y pálido, pero desafiante.
La Galería 300 donde estuvo recluido monseñor Álvarez es un complejo de unas 150 celdas, distribuidas en tres módulos. Dos de los módulos son edificios de dos plantas, con celdas de máxima seguridad, pero compartidas, y el tercer módulo, es de una sola planta, y los reos lo han bautizado como El Infiernillo, por el intenso calor que se vive en esas celdas. Los reos permanecen aislados y, a veces, esposados.
La madrugada del sábado 13 de enero, Álvarez fue finalmente desterrado a El Vaticano junto a otros 18 religiosos que fueron encarcelados en los días previos. Desde entonces, el obispo nicaragüense se ha mantenido en silencio público por órdenes del papa Francisco, según se conoció extraoficialmente.
“Monseñor Rolando Álvarez es un héroe nacional vivo, que lo tenemos vivo, es un hombre héroe, hijo de Dios, un buen siervo de Dios”, dice el preso político recientemente desterrado, Pedro Gutiérrez González.
Según Gutiérrez González, los carceleros de La Modelo drogaron al religioso para callarlo en sus reclamos. “Al no poder con monseñor Rolando Álvarez, decidieron doparlo, le pusieron tranquilizantes y así lo mantuvieron por 15 días”, señala el excarcelado, quien asegura que observaba lo que sucedía en la celda del obispo por pequeñas rendijas de su celda, ubicada al frente.
“Tenía a dos funcionarios en la puerta y cada 10 minutos entraban los médicos a verlo. Yo dejé de escuchar la voz de monseñor Rolando Álvarez”, dice y añade que después de 15 días vieron cómo lo sacaban dormido.
Varios excarcelados señalaron al subprefecto de la cárcel La Modelo, Enrique Leonel Velázquez, como quien se encargaba de monseñor Álvarez, a quien reprendía con palabras soeces y mantuvo desnudo 22 días en la celda donde se encontraba aislado, según publicó la plataforma nicaragüense de noticias Darío Medios.
Otros reos aseguran que escuchaban a monseñor Álvarez rezar continuamente.
“Monseñor me inspiró, me fortaleció en esa celda”, dice Gutiérrez González. “Al saber por lo que yo estaba ahí me decía: Pedro, no te vayas a rendir, que esas chachas (esposas) que tenés en las manos no te dominen”. Y al escuchar la fortaleza de monseñor, esa fortaleza me fortaleció a mí y así me mantuve, y siempre con la esperanza que soltaran a monseñor. Después, me di cuenta de que a monseñor lo habían trasladado, que ya estaba en otras condiciones”.