Tras dejar atrás un 2023 caracterizado por una fuerte sequía, la economía uruguaya se recupera. En el segundo trimestre del 2024, el Producto Interno Bruto (PIB) registró un incremento de 3,8% en relación al mismo trimestre del año pasado gracias al crecimiento de sectores como el agropecuario. En términos desestacionalizados, la actividad económica creció un 2% respecto al primer trimestre, según informó el Banco Central del Uruguay (BCU).
Si se consideran las actividades del sector agropecuario, pesca y minería, en el segundo trimestre presentaron un incremento del 22,6% respecto al 2023. Este crecimiento estuvo explicado por los mayores rendimientos de los cultivos de verano como la soja, que tuvieron una mejor cosecha respecto a la zafra anterior, tras dejar atrás el efecto de la sequía. Las actividades silvícolas y pecuarias también tuvieron una incidencia positiva en el crecimiento de la economía, aunque en menor medida.
El único sector que cayó fue el de las industrias manufactureras, que registraron en el segundo trimestre del 2024 una contracción interanual de 0,5%. Esta caída está asociada al desempeño negativo en la refinación del petróleo, ya que la refinería de la petrolera estatal Ancap estuvo cerrada por tareas de mantenimiento.
El sector de la energía eléctrica, el gas y el agua tuvo un crecimiento del 30,4%, explicado por una mayor generación de energía en base a fuentes renovables. En este dato también se refleja un efecto de la sequía: aumentó la participación de la energía hidráulica y se redujo el uso de los combustibles para generar electricidad. Hubo también un crecimiento de las exportaciones y una reducción de las importaciones, a las que Uruguay había apelado durante la sequía.
La construcción se mantuvo en guarismos similares a los del segundo trimestre del año pasado. Si bien hubo una mayor inversión en líneas de energía, obras portuarias y plantas eléctricas, estas inversiones fueron contrarrestadas por un menor dinamismo en la construcción de edificios y por el fin de las obras de la segunda planta de la pastera finlandesa UPM.
El comercio y el sector transporte también crecieron en el período abril-junio.
El aumento del PIB estuvo algo por encima de lo esperado en el Indicador Mensual de Actividad Económica (IMAE), que estaba en 3,4%.
El Centro de Estudios para el Desarrollo (CED) interpretó que el dato difundido por el BCU confirma que “la actividad económica se encuentra en fase de expansión desde hace un año, dejando claramente atrás el efecto negativo de la sequía”. El consumo privado retomó el crecimiento desestacionalizado tras dos trimestre de una leve caída y la inversión continuó la recuperación iniciada a comienzos de año. Las exportaciones de bienes y servicios “apuntalaron” el desempeño del trimestre.
“A nivel sectorial, el crecimiento intertrimestral fue generalizado con una importante contribución del agro por una mayor producción de soja y carne, así como de la energía hidráulica. El comercio y el resto de los servicios presentaron crecimientos más débiles”, señaló el CED.
El crecimiento estuvo en línea con las expectativas de la consultora KPMG, según declaró a El País su gerente de asesoramiento económico y financiero, Marcelo Sibille. “En gran medida, el crecimiento interanual se explica por un efecto de rebote estadístico de la sequía de 2023 que se reflejó muy nítidamente en los sectores agropecuario y electricidad, gas y agua, que crecieron a dos dígitos”, señaló.
El crecimiento del comercio, en tanto, estuvo explicado por la reducción de la “enorme brecha de precios” que hubo durante 2023 con Argentina, según Sibille. Lo mismo interpretó Nazareno Sánchez, economista de CPA Ferrere, quien dijo que este factor “también se vio reflejado en la caída registrada en el consumo de turistas en el exterior”.