El dictador nicaragüense Daniel Ortega sorprendió en la reciente cumbre virtual de los países del ALBA por los insultos que profirió contra los presidentes Luiz Inácio Lula da Silva, de Brasil, y Gustavo Petro, de Colombia, generalmente considerados sus socios políticos.
Pero hubo más. Ortega también hizo un inusual ofrecimiento: mandar combatientes sandinistas a Venezuela ante una eventual escalada del conflicto que se vive en ese país después del fraude electoral que realizó el chavismo para reelegir a Nicolás Maduro como presidente.
“Tengan la seguridad que si se llegara a esa batalla van a contar con combatientes sandinistas acompañándolos en esa batalla”, afirmó en tono alterado, mientras a su lado, Rosario Murillo, su esposa y vicepresidente del país, sonreía y aplaudía para mostrar su aprobación.
La experta en temas de seguridad, doctora Elvira Cuadra, considera “un completo absurdo” el ofrecimiento de Ortega, porque “no se ve en el horizonte un eventual enfrentamiento entre Venezuela y Colombia” y tampoco “el Ejército de Nicaragua tiene la capacidad de embarcarse en una ventura de esa naturaleza”.
Otro sociólogo consultado, que pide anonimato, dice que, si se tratara de envío de combatientes irregulares, “esos ya serían mercenarios” y no ve que Venezuela esté necesitándolos dado que tiene mercenarios del grupo Wagner, mucho mejor calificados, en su territorio, contratados por Rusia.
En su intervención en la reunión del Alba, Ortega recordó que, durante la guerra para derrocar a Anastasio Somoza Debayle, en 1979, se sumaron muchos combatientes extranjeros que llegaron a Nicaragua para apoyar a los sandinistas.
“Y tengo la seguridad que, así como se sumaron miles de combatientes (extranjeros) a la batalla de Nicaragua contra Somoza también se van a sumar miles de combatientes latinoamericanos y caribeños a la defensa de la revolución bolivariana”, apuntó.
Al opositor nicaragüense Juan Sebastián Chamorro le sorprende lo “desconectado” que Daniel Ortega está de la realidad. “Él vive en un mundo del pasado. Y no se da cuenta de que el mundo ya cambió, de que está sonando anacrónico, ridículo y, grosero”.
Chamorro dice que, efectivamente en la guerra contra Somoza llegaron a Nicaragua guerrilleros extranjeros “chilenos, uruguayos, argentinos, ecuatorianos, guatemaltecos, salvadoreños, cubano, panameños y costarricenses que engrosaron las filas del Frente (Sandinista), sobre todo en la ofensiva final. Entonces, ese Ortega regresa a ese mundo, regresa a ese pasado que ya no existe”.
Afirma que el ofrecimiento de Ortega no tiene sentido, “aunque se tratara de paramilitares o soldados del Ejército disfrazados de guerrilleros” porque “lo de Venezuela no se va a resolver por esa vía”.
Quien sí da crédito a las palabras de Daniel Ortega es el mayor en retiro Roberto Samcam, quien las interpreta como “una confesión tácita” del envío de militares nicaragüenses y cubanos después de las elecciones del 28 de julio, según ha informado el periodista venezolano Casto Ocando en su plataforma “Casto Ocando News”.
Según Samcam, el intercambio de militares para apoyar la represión es una práctica de vieja data entre Nicaragua y Venezuela. “Esto es para pagar el favor que hizo Venezuela cuando para la Operación Limpieza de 2018, llegaron a Nicaragua tropas venezolanas y cubanas”, dice.
El régimen de Daniel Ortega empleó un ejército paramilitar, que generalmente operaba encapuchado y con armas de guerra, para desmontar el centenar de barricadas que los ciudadanos que protestaban contra el gobierno habían levantado en todo el país.
A esta ofensiva se le conoce como “Operación Limpieza”, se ejecutó en los meses de junio y julio de 2018 y, según organismos de derechos humanos, en esos dos meses murieron más de 300 personas en el contexto de la represión que se vivió en Nicaragua.
Samcam afirma que una prueba de la presencia venezolana en esas operaciones paramilitares es una fotografía en la que se ve a un francotirador con un fusil “catatumbo”, de fabricación venezolana. “Los militares sabemos que un fusil de francotirador no viaja solo, siempre va con quien lo opera”, dice.
El mayor en retiro señala que intercambios de este tipo han sido costumbre entre los países y movimientos de corte socialista. En 1983, durante los primeros años de la revolución sandinista, una columna de nicaragüenses se introdujo a Honduras para crear las bases de un movimiento guerrillero.
La columna estaba encabezada por David Báez Cruz, un nicaragüense, miembro del ejército sandinista, que antes fue boina verde e instructor de la Marina de Estados Unidos, en Panamá.
Los militares nicaragüenses fueron exterminados en territorio hondureño, por fuerzas especiales de la contrarrevolución asentadas en ese país.
También recuerda el envío, a finales de 1989, de oficiales nicaragüenses para preparar a los llamados “Batallones de la Dignidad”, fuerzas ´paramilitares que organizó el entonces hombre fuerte de Panamá, Manuel Antonio Noriega, días antes de la invasión norteamericana.
El mismo Samcam dice haber entrenado en técnicas de artillería a guerrilleros salvadoreños, cuando hacía armas en el Ejército Popular Sandinista (EPS). “Ya hay mucha experiencia en este tipo de intercambio”, dice.
Considera que, si se enviara a militares nicaragüenses a Venezuela, estos serían efectivos del comando de operaciones especiales, expertos en lucha antiterrorista y francotiradores del Ejército de Nicaragua, o tropas especiales de la Policía.
Hasta 2023, el Ejército de Nicaragua estaba compuesto por 15,705 efectivos y recibía 9.6 millones de dólares, un 3.14 por ciento del presupuesto general del estado, según los datos oficiales.