Después de anunciar que tenía un tumor en el esófago, el ex presidente uruguayo (2010-2015) José Mujica inició un tratamiento de 32 sesiones de radioterapia, que terminó a finales de junio. Desde entonces, el histórico dirigente, de 89 años, comenzó con una de las etapas más difíciles de la enfermedad, como lo definió su esposa, Lucía Topolansky.
Hay algunas buenas noticias para su salud. El martes pasado, a Mujica le practicaron una ecografía que no reveló irregularidades en esa zona del cuerpo, pero todavía resta que se realice una endoscopía para confirmar si el tumor fue eliminado, confirmó Topolansky al diario uruguayo El País. Ese será el “examen final”.
El ánimo y la salud del ex presidente uruguayo están golpeadas por las consecuencias del tratamiento. “Clínicamente, tiene un panorama bastante positivo, pero ahora tiene mucha debilidad. Tiene que poder empezar a recuperar fuerzas”, dijo la esposa.
Mujica comenzó a caminar alrededor de la casa y hasta la calle para recuperar las fuerzas que le quitó el tratamiento. Tiene un aparato para posicionar los pies encima, que provoca un movimiento similar al de estar caminando mientras está sentado. “Estás leyendo y estás haciendo ejercicio”, explicó Topolansky.
El dirigente está comiendo poco por el dolor que tiene en la parte lesionada del sistema digestivo. La idea de esta parte de la recuperación es que “se abra el apetito” de a poco. “Estos procesos, por lo que nos han dicho, son así: llevan su tiempo”, comentó la esposa. “Él está bien, pero peleando para poder estar mejor. Está en un repecho, tiene que subir para poder tener todas las energías”, aseguró.
En julio, cuando terminaron las sesiones de radioterapia, Topolansky dijo que Mujica estaba atravesando “el momento más difícil” de la enfermedad. “Tiene el acumulado de toda la radiación y eso inflama el aparato digestivo. Como comemos por el esófago, desgraciadamente solo puede comer sopita, algún jugo y gelatina. Y los uruguayos estamos acostumbrados a prendernos al asado, al guiso, a otras cosas. Es penoso eso”, dijo.
Mujica “está bien” de ánimo, pero a su enfermedad se le suman las bajas temperaturas del invierno, que no le permiten “hacer todas las actividades” que pretendía. Si bien Mujica participó de algunos actos de cara a las primarias, su esposa dijo que fueron pocos en comparación a los que hacía en otros momentos. Topolansky recordó que en otros ciclos electorales llegó a hacer ocho actos diarios. “Es como un perro que está atado a la cadena, y todavía sin comer. Es bravo”, dijo.
Topolansky dijo que por el dolor del esófago solo podía tomar sopa. Además, Mujica tomaba una medicación para desinflamar la zona, que le alteraba el sueño. “No anda bien. Está peleando mucho con la circunstancia. Él tiene carácter para hacerlo y trata de dar la pelea, pero a los uruguayos que nos gusta prendernos del asado o de un guiso con picante… no (puede)”, lamentó, entrevistada en el canal de streaming Miedo al éxito, el 13 julio.
La esposa dijo que su rol en este caso es el de acompañante y destacó las muestras de solidaridad que tuvo el exmandatario. Y cerró con una simpática anécdota: “Yo no me voy a poner a comer un choripán cuando el pobre Pepe está tomando una sopita (…) El otro día, como estaba durmiendo, me comí un choripán porque tenía ganas”.
Cuando terminó el tratamiento, el ex presidente contó que sufría algunas “consecuencias” inflamatorias. “Estoy sensiblemente mejor, pero me debilita mucho y es lo que se podía hacer en el caso mío. Los médicos apuestan a eliminar (el tumor), pero veremos”, contó en el programa Nada que perder, de M24.