El último reporte del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en Chile, titulado “¿Por qué nos cuesta cambiar?”, reveló diversos y preocupantes síntomas de la sociedad chilena actual. Según sus conclusiones, en el último tiempo el país ha caído en un “espíritu obstruccionista y de revancha política”, el que ha reducido la capacidad de lograr acuerdos tranversales. Como resultado, Chile se ha polarizado, mientras que el descontento social y la rabia se mantienen.
“Los fracasos reiterados de las iniciativas de cambio constitucional, los sucesivos intentos infructuosos de reformar el sistema de pensiones, y los problemas persistentes en el ámbito de la salud, dan cuenta de ello. (Es por eso) que las discusiones sobre las soluciones se prolongan de manera indefinida y no arriban a acuerdos ni se concretan en políticas”, asegura el documento, según consigna una nota de El Mostrador.
Negar la sal y el agua
En Chile, la derecha y la izquierda se han acusado mutuamente de negarle “la sal y el agua” a su oponente cuando éste se encuentra en el Gobierno, trabando sus proyectos de ley y saboteando cualquier iniciativa que parezca popular. El presidente Gabriel Boric ya hizo alguna vez una reflexión al respecto, reconociendo que su postura con el último gobierno de Sebastián Piñera, cuando era diputado, fue quizás demasiado dura. Ahora, puesto en sus pantalones, le ha tocado sufrir a él los embates de la derecha.
Así lo corrobora el análisis del PNUD. “El ímpetu reformista que hasta mediados de la década de 2010 se apoyaba en la ‘democracia de los acuerdos’, esa capacidad de construir acuerdos políticos transversales, aun con múltiples limitaciones, como el empate favorecido por el sistema electoral binominal, el temor heredado a la ingobernabilidad y la desconfianza ante la injerencia del Estado en la sociedad, entre otras, ha sido reemplazado por un espíritu obstruccionista y de revancha política”, sostiene.
Estas serían “prácticas comunes a los distintos conglomerados políticos” y el caso que lo ejemplifica a la perfección es la Reforma Previsional, que se viene discutiendo desde hace tres gobiernos atrás.
“Otro ejemplo de obstruccionismo se vio en los distintos procesos de elaboración de un nuevo texto constitucional. El resultado de estas lógicas, como es evidente, es la dilación de las soluciones y la acumulación de deudas del cambio. Lo que no implica, por cierto, que otros factores vinculados a la gestión, la modernización y la eficiencia institucional no incidan también”, continúa.
Según el informe, el 83% de los chilenos sigue estando a favor de las demandas expresadas en el estallido social de 2019, y también persiste la desconfianza hacia las instituciones políticas. “Las personas desean cambios intensamente, pero su capacidad para unirse, organizarse y actuar de manera colectiva por metas comunes parece ser limitada”, concluye el preocupante reporte.
Boric pidió no caricaturizar el estallido
El Presidente Gabriel Boric también recibió una copia del informe y este miércoles, recalcó la necesidad de no caricaturizar el estallido social y describirlo como un “estallido delictual” o como un “Golpe de Estado no convencional”, tal como dijo el ex mandatario Sebastián Piñera. Al hacerlo, “se pierde de vista justamente ese malestar que llevó en un momento a parte importante de la sociedad chilena a apoyar las diferentes formas de manifestación que estaban habiendo, incluso las violentas”, aseguró, según reza el citado medio.
“Estos conceptos distorsionan la esencia del malestar social y minimizan las legítimas demandas de cambio que surgieron”, sostuvo el Jefe de Estado.
Finalmente, Boric abogó por una política de acuerdos transversales que incluya a todos los sectores de la sociedad. “Se trata de llegar a entendimientos que, aunque imperfectos, permitan avanzar”, remató.