Un equipo de antropólogos uruguayos trabaja de forma rutinaria en el Batallón 14, una unidad de Ejército que fue un centro de detención y tortura durante la última dictadura militar del país (1973-1985). El 30 de julio, la búsqueda de restos humanos de posibles detenidos desaparecidos volvió a tener éxito: los investigadores encontraron huesos pocos metros debajo de la superficie. Enseguida comenzó el trabajo del Grupo de Investigación de Arqueología Forense (GIAF) para identificar el nombre detrás del hallazgo.
Los primeros resultados de ese trabajo se conocieron públicamente este martes, en una conferencia de prensa. El fiscal especializado en Crímenes de Lesa Humanidad, Ricardo Perciballe, informó que los huesos corresponden a un hombre, de entre 43 y 57 años, que al momento de la muerte medía entre 1,75 y 1,85 metros de altura.
El hallazgo tendrá un nombre y un apellido dentro de un mes y medio, cuando se conozca el resultado de las muestras que se tomarán el próximo 20 de agosto y serán enviadas al Equipo Argentino de Antropología Forense, en Córdoba. Cuando esté esta información, se cotejarán con las muestras de ADN disponibles.
La líder del GIAF, Alicia Lusiardo, detalló que la fosa en la que esa persona fue enterrada medía 2,15 de longitud por 0,5 de ancho y tenía un metro de profundidad. La investigadora detalló que los militares colocaron una primera capa de cal en la fosa y luego, por encima del cuerpo, otra. También rellenaron el espacio con pedregullo, cemento y arena.
“Por supuesto que esto fue tapado por 50 centímetros de tierra. Para poder confeccionar una estructura de estas características se necesitan más de siete carretillas de 70 litros de material”, aseguró Luisardo.
La cal se utilizó porque ayuda a desintegrar de forma más rápida los tejidos blandos, aunque conserva mejor los huesos. Junto a los huesos, también había un pedazo de tela que podría haber sido parte de una vestimenta.
La franja etaria de la persona se logró determinar a través de la observación de los huesos y la medición de los dientes. La antropóloga diferenció la edad biológica de los humanos de la cronológica. “Una persona puede tener un esqueleto que refleja una juventud pero tener una edad mayor que la que su esqueleto refleja”, señaló.
“Independientemente de las variables, de lo que le haya pasado a la persona, de su trabajo, actividades y patologías, hay áreas del esqueleto que uno puede observar, en las que determinadas manifestaciones se correlacionan con un rango de edad. Esto viene de estudios que se hacen con esqueletos de edad conocida. El rango siempre está en un 95% de probabilidad”, explicó.
Hace un año, el equipo de antropólogos de la Institución Nacional de Derechos Humanos (Inddhh) había encontrado huesos que luego se confirmaría que pertenecían a Amelia Sanjurjo, una militante comunista que fue detenida por repartir panfletos. Los huesos de este hombre fueron encontrados a unos 170 metros de donde estaban los restos de Sanjurjo y a 200 de donde fueron enterrados el maestro Julio Castro (encontrado en 2011) y el comerciante Ricardo Blanco (2012), detalló Perciballe, tras el hallazgo.
La reiteración muestra un modus operandi de las desapariciones de la dictadura. El Batallón 14, un predio militar de 18 hectáreas, fue un “cementerio clandestino” y es probable que allí hayan otros cadáveres, aseguró el director de la Inddhh Wilder Tayler. Los antropólogos encuentran más similitudes que diferencias en los restos hallados. Como sucedió con Sanjurjo, los huesos encontrados el martes tenían tanta cal encima que se había armado una especie de molde y planchada. “Cada vez más queda al descubierto que se trató de un plan sistemático”, dijo el historiador Álvaro Rico, en declaraciones a El Observador.