Los trabajadores de la planta de Minas (departamento de Lavalleja, en Uruguay) de Fábrica Nacionales de Cerveza (FNC) recibieron a mediados de mayo una noticia que les cayó como un “balde de agua fría”. Los directores de la empresa les comunicaron que debido a los altos costos operativos que tiene producir cerveza en Uruguay, sumado al aumento de las importaciones desde Argentina y Brasil, habían decidido cerrar la planta. Con esto, 150 personas se quedaban sin trabajo.
El gobierno intercedió y buscó alcanzar una fórmula para mejorar los números de la empresa y, tras un acuerdo entre las partes, este lunes la planta volvió a abrir.
A fines de junio, las partes llegaron a un pre acuerdo en el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social (MTSS), que estableció que la planta reabriría en agosto, aunque con menos personal. Fue el Poder Ejecutivo el que elaboró la propuesta, que fue aceptada por las dos partes.
Originalmente, la fecha de reapertura era el 5 de agosto con 59 empleados (de unos 91 que formaban parte del sindicato). Sin embargo, la vuelta a las operaciones se concretó una semana después por nuevas diferencias entre las partes. Los directivos de FNC no querían contratar a algunos empleados que tenían “problemas de desempeño y de legajo”, informó El País.
El presidente de la Federación de Obreros y Empleados de la Bebida (FOEB), Fernando Ferreira, aseguró que el problema eran cinco funcionarios, aunque finalmente se llegó a un acuerdo bipartito (no fue necesaria una nueva intervención del MTSS).
FNC tiene dos plantas operativas en Uruguay. Cuando decidió cerrar la de Minas –ahora reabierta–, las dos estaban operativas a un 50% de la capacidad de producción y la decisión de las autoridades fue concentrar en una sola planta toda la producción.
En mayo, la empresa se quejó de los “problemas de competitividad” frente a los productos que llegan desde los países vecinos, que derivan en una “migración hacia las latas importadas”.
“Hoy estamos en una situación insostenible que nos obliga a tomar decisiones difíciles. Llegamos a esto a raíz de 4 factores principales: la creciente importación de latas de bajo costo que llegan a valores imposibles de igualar con las condiciones vigentes en Uruguay para la industria nacional; los altos costos de producción en Uruguay en comparación con otros países de la región; la menor escala de producción local y baja productividad; y la presión fiscal que es especialmente distorsiva en cervezas retornables”, dice el comunicado de FNC.
“Esta situación nos duele mucho y durante mucho tiempo tomamos otras decisiones en el negocio para evitar llegar a este momento y en los últimos años hemos compartido nuestra preocupación con las personas involucradas. Sin embargo, la situación no ha mejorado y la pérdida de competitividad sigue siendo significativa”, argumentaron entonces.
La Cámara de Industrias también expresó su “preocupación y alarma” por la noticia. La gremial aseguró que en los últimos días se han dado situaciones similares y que todas tienen una “causa común”: la “falta de competitividad para desarrollar la actividad industrial en el Uruguay”.
Originalmente, la planta de Minas contaba con una plantilla de 150 trabajadores para envasar la cerveza Patricia de un litro y latas de Pilsen, Patricia, Norteña y Zillertal. La fábrica de la capital, en tanto, se encarga del envasado de cervezas de vidrio y cuenta con 500 operarios.
La FEOB estima que hay unos 20 millones de litros de cerveza de producción externa que ingresan desde Argentina y Brasil y que compiten directamente con la mano de obra uruguaya.