Hace un año, Fernando Villavicencio, ex candidato presidencial, asistió a su último mitin. Aquella tarde del 9 de agosto del 2023, un grupo de sicarios logró infiltrarse en el acto de campaña. Faltaban once días para las elecciones extraordinarias en Ecuador y Villavicencio se reunió con sus simpatizantes en un coliseo en el centro norte de Quito. Cuando salió de la actividad, lo asesinaron. Desde entonces, se abrió un oscuro capítulo en la historia política nacional. Aunque cinco de los autores materiales fueron condenados, los allegados de Villavicencio aún reclaman conocer quién o quiénes ordenaron su ejecución.
Los primeros meses después del magnicidio permitieron esclarecer la forma en la que se planeó el atentado. Miembros de una facción de Los Lobos, una banda narcoterrorista, organizaron toda la logística para el asesinato. La misma noche del 9 de agosto de 2023, múltiples allanamientos en varios sectores de Quito permitieron capturar a los implicados.
Villavicencio era conocido por sus denuncias de corrupción, que involucraban a figuras políticas de alto nivel, no solo de Ecuador sino de toda Latinoamérica. Sus investigaciones sobre el ex presidente Rafael Correa y sus colaboradores le costaron una brutal persecución, que lo llevó incluso al exilio. También denunció cómo la corrupción en los estamentos del Estado favorecía a personas con nexos en el crimen organizado.
Cuatro meses después del magnicidio, la Fiscalía empezó a revelar los megacasos de corrupción judicial: Metástasis, Purga y Plaga, que demostraron cómo el narco asesinado Leandro Norero y sus socios sobornaban a jueces, policías, funcionarios judiciales y abogados para obtener beneficios. Esas investigaciones también revelaron los vínculos entre el narcotráfico y la política. Prueba de ello es que entre los procesados figuran los ex legisladores Ronny Aleaga y Pablo Muentes.
Cuando Villavicencio presidía la Comisión de Fiscalización del Congreso, denunció ante la Fiscalía que Aleaga, Muentes y otros tres legisladores planeaban matarlo. Muchos de los nombres que aparecen en esos casos ya habían sido expuestos por Villavicencio. Su cuenta de X se ha convertido en una especie de “enciclopedia” digital, que guarda los registros de esas denuncias.
¿Quién dio la orden?
“Para mí es más que claro que es un crimen político y que los autores intelectuales están en esa esfera política”, dijo Tamia Villavicencio, una de las hijas del político, en una entrevista con Infobae. El día que su padre fue asesinado, Tamia contrajo matrimonio civil.
En un especial elaborado por La Fuente, el portal que Villavicencio fundó, la joven relató cómo ese 9 de agosto su padre la felicitó con un mensaje de texto por sus nupcias y le dijo: “Una nueva vida está por empezar”. Con el magnicidio, Tamia y su hermana Amanda dieron un salto obligado a la vida pública para reclamar justicia, conservar el legado de su padre y pedir que esto no se repita.
Amanda Villavicencio, por su parte, ha expresado su escepticismo ante el accionar de la Fiscalía, que mantiene en reserva la investigación sobre los autores intelectuales del crimen: “Confiar en la justicia en este momento es la única opción que tengo, no significa que soy confiada. Yo no confío en nada”.
Para Amanda, es difícil entender por qué el Ministerio Público no le permite conocer el expediente, pese a que ella es una de las partes procesales: “Tengo derecho de saber qué ha pasado con los sicarios que asesinaron a mi papá que luego fueron asesinados. Tengo derecho de saber qué está pasando con las omisiones que claramente sucedieron tanto en la Policía Nacional como en las otras instituciones. Tengo derecho de saber qué está pasando con los funcionarios que entregaban la ubicación en tiempo real de mi padre”.
Por su parte, Christian Zurita, periodista y quien reemplazó a Villavicencio en la contienda electoral, explicó a Infobae que “desde el ámbito intelectual hay muchas dudas (que) se generan por la reserva total que existe dentro del caso”. No obstante, indicó que la reserva es lo esperado, pues se trata de “un proceso de investigación tan peligroso”.
Zurita reconoció que el caso Villavicencio “hoy por hoy es el más peligroso que existe en el país”. Para Verónica Sarauz, viuda de Villavicencio, la investigación emprendida por el Ministerio Público ha sido deficiente: “La investigación negligente y vergonzosa por parte de Fiscalía en torno al asesinato de Fernando nos ha dejado muy frustrados a nosotros como su familia”.
El círculo cercano de Villavicencio considera que hay poderes políticos y fácticos que están detrás del crimen. Por eso, explicó Sarauz, no logran entender por qué los legisladores oficialistas, que integran una comisión ocasional para investigar el magnicidio, votaron a favor un informe que señalaba que “la muerte de Fernando fue un tema de delincuencia común”. Ese texto señala que el ex presidente Guillermo Lasso y su administración incumplieron su deber de garantizar el orden público.
En medio de este escenario político, donde el crimen de Villavicencio es utilizado o ignorado según los intereses de diversos actores, Amanda Villavicencio cuestionó a quienes siempre persiguieron a su padre: “Esta Comisión de Fiscalización (trata) de lavarle los calzones sucios al correísmo. Por ejemplo, la Comisión de la Asamblea que quiere determinar que el crimen de Villavicencio es un crimen de delincuencia común en lugar de entender que el hecho de este crimen es político... Ellos están intentando cubrirse porque saben que se les está acabando... Porque están asustados, porque saben que Fernando Villavicencio investigó y los investigó por 15 años sin parar y puso todas las denuncias que tenía que poner para irse en contra de todos ellos. Por eso es un gran complot. Todos lo querían muerto”, aseguró.
Un año de silencio
Para Zurita, el espacio desocupado por Villavicencio “será el vacío democrático que el Ecuador va a enfrentar durante muchos años”. El periodista, que acompañó a Villavicencio en sus investigaciones, señaló que: “Nadie va a estar en la capacidad de asumir esa lucha tal como él la quiso, la quiso enfrentar tal como él las unió es una pérdida para el país es una pérdida para la sociedad civil, es una pérdida para la política”. Con esto coincide Sarauz: “Fernando es de estas personas que se dan cada cierto tiempo en las en los países”, aseguró.
La pérdida de Villavicencio sigue siendo un hecho reciente para la sociedad, y para sus seres queridos, la ausencia del padre, esposo y amigo ha cambiado sus vidas para siempre. Ellos solo piden que la justicia llegue pronto para obtener algo de alivio: “Nada nos va a devolver a nuestro padre pero lo que estamos haciendo es para que a otros no les vuelva a pasar para que no haya repetición”, indicó Tamia.
Amanda, en cambio, explicó que si bien los primeros meses la adrenalina la sostenía, pero “ahora casi ya no puedo”. Tanto ella como su hermana se han dedicado a la música y a la poesía, pero desde que su padre fue asesinado han decidido continuar con la plataforma periodística que él fundó: “Yo estoy honrando a mi padre y deseo que esto acabe pronto. Deseo volver a mi cueva, a mi música, mi poesía. A mis artes marciales, a la educación, que eso es lo que yo hago. Eso es lo que a mí me gusta hacer”, contó y reconoció que su parte de su nueva realidad: “Es un lugar horrible en el que me pusieron los mafiosos y los narco políticos”.
Un año después del asesinato de Fernando Villavicencio, la sombra de su muerte se cierne sobre la política nacional, mientras la familia continúa la búsqueda incansable de la verdad. Es ese círculo cercano el que se niega a permitir que el legado de Villavicencio se olvide y que exige que los autores intelectuales sean descubiertos y condenados por el magnicidio.