Un desgarrador testimonio revela la crueldad con la que operan las bandas narcocriminales en Ecuador. Una madre, cuya identidad se mantiene en reserva por seguridad, relató a un medio local sobre su hijo, que ahora tiene 16 años y forma parte de Los Tiguerones, una de las organizaciones delictivas calificadas como terroristas por el gobierno ecuatoriano.
La mujer habló con Ecuavisa y relató cómo su niño cambió “de la noche a la mañana”. La madre vive en Nueva Prosperina, en el noroeste de Guayaquil. Ese barrio, a finales del 2023, fue uno de los cinco lugares más peligrosos del mundo por el número de homicidios registrados.
“Empezó a meterse droga, porque él también consume. Yo simplemente llamaba la atención, pero no podía profundizar más allá por el sistema del miedo, porque él pertenece a una famosa banda de Los Tiguerones”, contó la mujer en su testimonio para el medio ecuatoriano, además indicó que su hijo incluso la ha amenazado con matarla si sigue tratando de entrometerse en sus asuntos.
El adolescente empezó en las filas criminales cometiendo robos, pero para ascender en la organización debió involucrarse en crímenes cada vez más graves, como la venta de droga y ahora, según su madre, en el secuestro. Las víctimas a las que secuestran en algunos casos son descuartizadas. El joven de 16 años es uno de los encargados de desmembrar a las personas. Lo hacen con un machete o con una sierra: “Lo hacen para que ellos vean, y así como les hacen a estas personas, así también les van a hacer a ellos en el momento en que ellos digan que ya no quieren continuar en ese lugar, o que a ellos se les vaya la lengua”, narró la mujer a Ecuavisa.
Esa crueldad con la que opera la mafia es un mensaje directo para los jóvenes cooptados: “Si en ese momento, tú sabes dónde está; por un motivo, cae la Policía y te llegan a agarrar, tú tienes que morir, que tú no sabes nada, porque si se te va la lengua, el detallito es de que adentro te van a matar”, dijo la mujer a la televisora ecuatoriana.
La mujer tiene otro hijo de 12 años que admira la vida que tiene su hermano mayor. La madre, en cambio, en una desgarradora y firme declaración dijo preferir que su hijo descuartizador muera a que siga haciendo daño: “Yo, sinceramente, como madre y como ser humano deseo que él desaparezca de la faz de la tierra. Yo le he dicho a Dios que yo traje seres humanos para vivir, hacer bien aunque no tengas que contribuir mucho, pero que no le haga daño a nadie. Prefiero mil veces verlo muerto antes de que siga destruyendo a más gente que no le han hecho daño”.
Los niños en precariedad y abandono son presa fácil
La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), en su informe Violencia, niñez y crimen organizado, explica que la presencia de grupos delincuenciales “en las zonas o comunidades más pobres y excluidas suponen un riesgo para los adolescentes de estas áreas”. Los criminales aprovechan la vulnerabilidad y escasez de los habitantes de estos lugares para reclutar a los niños y adolescentes que a veces ven a la vinculación con estas bandas “como una oportunidad para generar ingresos e incluso para obtener reconocimiento y respeto”.
En entornos con mayor presencia de los grupos criminales, explica la CIDH, es habitual que los niños y adolescentes tengan algún familiar, amigo o persona cercana que pertenezca al grupo criminal. Pero también que la presencia de estos grupos delictivos esté normalizada, lo que genera que para muchos niños, niñas y adolescentes les sea difícil eludirlos. Las bandas criminales reclutan a los niños y adolescentes “a través de engaños, amenazas, presiones y violencia”, según explica la CIDH. Además, cuando los grupos están vinculados al narcotráfico, “incitan también a los niños y adolescentes al consumo de drogas”.
Cuando los niños y adolescentes son reclutados se integran en unidades jerárquicamente estructuradas donde cumplen órdenes de sus superiores, empiezan siendo vigilantes, por ejemplo, y luego escalan en el tipo de delitos. Asimismo, si no obedecen se atienen a castigos severos. Una vez dentro, es casi imposible salir: “La deserción del grupo es vista usualmente como un grave incumplimiento de las reglas dado que pone en peligro a la organización y su funcionamiento, y por tanto puede llegar a acarrear consecuencias extremas como el asesinato al considerarlos traidores”, explica el informe de la CIDH.
Aunque los niños, niñas y adolescentes que provienen de sectores sociales tradicionalmente excluidos y pobres son más vulnerables ante las bandas, entre ellos, el grupo más afectado por la violencia son los adolescentes varones. La edad promedio a la que los niños son captados por grupos criminales son los 13 años, indica la CIDH. Según los datos de la Policía del Ecuador, en este año, 406 de los 494 menores de edad detenidos tenían entre 15 y 17 años. Del total de niños y adolescentes detenidos, el 90 % son varones.
Los niños, niñas y adolescentes que comenten actos delictivos sí pueden rehabilitarse y reinsertarse socialmente, pero para esto se necesita que el trabajo gubernamental interinstitucional priorice esa rehabilitación y no la respuesta punitiva. En la región, indica la CIDH, no hay programas de justicia restaurativa que no impliquen el encierro carcelario: “Los adolescentes son encerrados en condiciones muy precarias que no contribuyen a su reintegración en la sociedad ni a evitar la reincidencia. Estas condiciones solo agravan el problema. Algunos de ellos pasan toda su adolescencia privados de libertad”, dice el informe.