El ex presidente uruguayo Julio María Sanguinetti (1985-1990 y 1995-2000) no dudó en condenar los resultados de las elecciones de Venezuela al día siguiente del anuncio del Consejo Nacional Electoral (CNE). “Hubo un enorme fraude”, sentenció el dirigente del histórico Partido Colorado. Con el paso de los días, el ex mandatario volvió a referirse a la situación venezolana y cuestionó la actitud que tomó el Frente Amplio, la coalición de izquierda de Uruguay.
En su columna semanal en El Correo de los Viernes, el ex presidente recordó el plebiscito que hubo en 1980, durante la dictadura uruguaya, cuando una gran mayoría se expresó en contra del régimen militar. Sanguinetti aseguró “resultó inolvidable” para él llegar al centro de votación y registrar los primeros votos que salían de las urnas. “Algunas sospechas de fraude, que todavía flotaban como una posibilidad, en ese mismo instante quedaron aventadas”, comentó.
La comparación con Venezuela fue inevitable. Sanguinetti escribió en su columna que el domingo pasado en los lugares de votación “no entraba nadie”, algo que consideró que no fue una sorpresa. “Que Venezuela es una dictadura lo sabemos desde hace rato”, escribió.
“El proceso vivido ahora nos había mostrado una cierta luz al final del túnel, pese a todos los actos arbitrarios y lesivos de la institucionalidad democrática. Se descalificó a la líder de la oposición María Corina Machado, se descalificó a su posible sucesora y finalmente se aceptó a regañadientes a un ex diplomático”, enumeró quien fue presidente de Uruguay en dos períodos.
Sanguinetti también mencionó que no dejó ingresar a ex presidentes democráticos y se refirió a la “desinvitación” a Alberto Fernández, a quien definió como un “compañero de ruta hasta el momento” del régimen chavista.
“Queríamos creer que no ocurriría lo inevitable, pero ocurrió”, lamentó Sanguinetti.
La reacción internacional no sorprendió al ex presidente uruguayo: los “regímenes autoritarios” felicitaron a Nicolás Maduro y las democracias condenaron el episodio, interpretó. Y continuó con su análisis internacional: “México ya se sabe que aceptará el resultado porque anuncia que respetará lo que diga la oficialista autoridad electoral. Brasil es una incógnita, porque si bien Lula había tomado distancia de las arbitrariedades que viciaban en sustancia el proceso electoral, su política exterior sigue cerca de los viejos tiempos de la guerra fría y figurines envejecidos del ‘antiimperialismo’”, señaló.
El comentario del ex presidente siguió con referencias a la actitud de políticos uruguayos. “Lo que resulta inexplicable, hundido en el ridículo, es la actitud de los compatriotas frentistas que han vuelto a los viejos tiempos de la ‘lengua de madera’, cuando viajaban a Moscú y narraban las maravillas de la ‘otra’ forma de libertad”, señaló.
Uno de los cuestionamientos fue al Movimiento de Liberación Nacional (MLN), que ni bien se anunciaron los resultados celebró el “acto eleccionario ejemplar”. Sanguinetti recordó que este grupo político todavía pertenece al Frente Amplio. Otra de las referencias críticas fue a un dirigente comunista uruguayo que fue como observador a los comicios del domingo 28, quien afirmó que el sistema electoral de Venezuela es mejor que el uruguayo.
Oficialmente, el Frente Amplio expresó en un comunicado que “espera la publicación, por parte del Consejo Nacional Electoral, de la totalidad de las actas con los datos desglosados por mesa electoral, elemento fundamental para la transparencia, credibilidad y legitimidad de los resultados de la elección”.
Para Sanguinetti, el Frente Amplio está en una “compleja situación”. “No saben cómo hacerlo. La mayoría sabe que la dictadura es desembozada y que la sola campaña configuraba ya un fraude. Ninguno aceptaría aquí lo que ha tenido que soportar la valerosa oposición venezolana para seguir adelante e intentar lo que fuera posible. Están encerrados en una realidad ostensible y ese alineamiento automático que los pone de cualquier lado no bien estén los EE.UU. del otro”, analizó.
Sanguinetti finalizó su columna diciendo que Venezuela vuelve a ser “la divisoria de las aguas”: “De un lado, los demócratas. Del otro, los que dicen serlo pero en el fondo, su viejo sueño marxista los mantiene como creyentes de esa religión fracasada”.