Tras la ceremonia de apertura, ha llegado el momento de la competición, también para Brasil. El gigante latinoamericano experimentó el jueves el sabor de la victoria en un partido de fútbol femenino en el que las brasileñas se impusieron por 1 a 0 a Nigeria. Marcó en el minuto 37 la delantera Gabi Nunes. Pero la del jueves fue más que una victoria deportiva. El fútbol femenino es un logro reciente de las mujeres en Brasil y haber llegado hasta los Juegos Olímpicos de París no fue algo tan fácil.
En Brasil el deporte les estuvo oficialmente prohibido de 1941 a 1979, obligando a muchas de ellas a jugar a escondidas, cuando no clandestinamente, debido al artículo 54 del Decreto-Ley 3199 de 1941, según el cual las mujeres no podían “practicar deportes incompatibles con las condiciones de su naturaleza”.
Hasta 1979 no se levantaría la prohibición, pero sólo en 1983 se introdujo la primera reglamentación del fútbol femenino en Brasil. Entre las absurdas normas que contenía estaba la de no cobrar a los espectadores en los partidos de fútbol femenino, que debían durar 70 minutos, y la de prohibir a las jugadoras intercambiar camisetas después del partido con el equipo rival. Llevó tiempo remover los absurdos de un sistema tan desigual. Hasta 2017 no se creó una liga brasileña de fútbol femenino, después de que la selección obtuviera el segundo puesto en el Mundial de 2007 y dos medallas de plata en los Juegos Olímpicos de 2004 y 2008.
También fueron fuertes hasta el momento las brasileñas de la selección nacional de handball, que ganaron el primer partido contra España por 29 a 18. La estrella del partido fue la portera Gabi Moreschi, que paró casi la mitad de los tiros rivales, 15 de 31. Jugadora del CSM Bucarest de Rumania, de 30 años, ya había ganado el oro en los Juegos Panamericanos de 2023, alzándose también con el premio a la mejor portera. Su triunfo en estos Juegos la catapultó al empíreo de las redes sociales. En pocas horas, el perfil Instagram de Gabi Moreschi pasó de 18,9 mil seguidores a más de 61 mil. También se convirtió en protagonista de una serie de memes que la convirtieron en la diva campeona del momento.
La historia de la jugadora de rugby 7 Raquel Kochhann también se destaca en el parterre de los atletas brasileños. Recuperada de un cáncer de mama, fue la porta-bandera de Brasil en la ceremonia de apertura de los Juegos ayer y afirmó que afronta este nuevo reto deportivo con nuevas ganas. “Hoy mi corazón late rápido. No tengo miedo. Es emoción. Y me veréis con la boca abierta frente a mi rival, intentando contenerla. Porque ésa soy yo: implacable e intrépida”, declaró Raquel Kochhann al diario O Globo.
Los Juegos Olímpicos de París son también una ocasión muy importante para la inclusión social y han representado un logro para los jóvenes atletas de los suburbios brasileños. Una delegación de la organización no gubernamental ¡Hurra! asistió a la ceremonia de apertura. Seis adolescentes jugadores de rugby y golf hicieron realidad su sueño de ver de cerca a los campeones del mundo. Fueron elegidos en una preselección de 1800 jóvenes atletas brasileños por su compromiso deportivo en las comunidades pobres de las que proceden. Desde 2009, ¡Hurra! ha hecho posible que 3000 alumnos de escuelas públicas del estado de San Pablo practiquen deporte al menos dos veces por semana.
Inclusión fue también la palabra clave para dos de las ochenta bordadoras que confeccionaron a mano los adornos de las chaquetas de los uniformes de la selección brasileña. Ellas participaron en la ceremonia de apertura junto con la gobernadora de su estado, Fátima Bezerra, del Partido de los Trabajadores, el PT de Lula, que llevó simbólicamente a París la máquina de coser de una de ellas. Salmira de Araújo Torres Clemente, de 68 años, y Jailma Araújo, de 43, proceden del estado de Rio Grande do Norte, en el noreste del país, donde el bordado es el medio de vida de muchas mujeres pobres. Forman parte del grupo que reúne a decenas de bordadoras y que se llama “Timbaúba dos Bordados” en homenaje al pequeño municipio de Timbaúba dos Batistas donde viven.
La decoración que propusieron para el uniforme olímpico - gracias a la colaboración con el Instituto Riachuelo, vinculado a una marca brasileña de moda rápida - es preciosa y está inspirada en los cuadros de la gran artista modernista brasileña Tarsila do Amaral, con vegetación y fauna estilizadas. Desafortunadamente, sus bordados han acabado en la picadora de carne de la polémica sobre los uniformes brasileños, que muchos estilistas y expertos en moda han criticado por su simplicidad, con los atletas calzando las típicas chanclas brasileñas.
Uno de los estilistas más famosos del gigante latinoamericano, Ronaldo Fraga, también intervino sobre los uniformes. “¿Fue acaso el estilista de Damares quien hizo estos uniformes?”, dijo Fraga refiriéndose a la exministra de la Mujer y la Familia del Gobierno de Bolsonaro. “Por más que se haya ido el gobierno anterior, vemos al país convertido en una nación evangélica, cada vez más estrecha de miras, más retrógrada en sus costumbres. Una insistencia e inversión en la tristeza, un intento de sofocar la alegría y la libido, que es el sello distintivo de los brasileños y debería ser el sello distintivo de la moda brasileña”, dijo el diseñador.
Agitó la polémica el hecho de que las mujeres de “Timbaúba dos Bordados” bordaran también el vestido de novia de la esposa de Lula, Rosangela da Silva, conocida como Janja, y el vestido con el que asistió a la ceremonia de investidura de su marido. Muchos han temido interferencias de la primera dama también en este asunto. En los últimos días, Janja ha estado en el centro de una serie de polémicas intrafamiliares con Luís Cláudio, uno de los hijos de Lula, que en una conversación privada hecha pública por la prensa la llamó oportunista, así como a nivel nacional. De hecho, su marido renunció a participar en los Juegos Olímpicos dos semanas antes del inicio de la competición, por lo que las autoridades brasileñas tuvieron que correr contrarreloj con el Comité Olímpico Brasileño para obtener su acreditación. Luiz Lima, exatleta olímpico y diputado federal por el Partido Liberal, el PL de Bolsonaro, ha declarado: “Se trata de un nuevo malentendido del gobierno brasileño. Quien debería haber representado a Brasil en una postura institucional debería haber sido el ministro de Deportes”, dijo al sitio de noticias Gazeta do Povo. Según explicó Lula hace unos días, “el ministro de Deportes, André Fufuca, irá como máximo responsable del deporte brasileño, pero como yo fui invitado por Macron, decidí que sea Janja quien vaya porque yo tengo mucho que hacer y no puedo ir”, declaró el presidente brasileño.
También hubo momentos de pánico, como el provocado por un dron que sobrevoló parte de la Villa Olímpica el domingo por la tarde. Según informó uno de los miembros del grupo del Primer Ministro Gabriel Attal, el responsable de comunicación de la delegación brasileña fue detenido por ser quien conducía este dron. Incluso a la leyenda del fútbol brasileño Zico le robaron una maleta que contenía objetos de valor, como relojes, joyas y dinero por valor de unos 1,2 millones de reales (unos 200.000 euros). El campeón se encontraba frente al hotel donde se hospedan él y su esposa. Mientras bajaban del coche, un ladrón distrajo a la pareja y al conductor, y otro ladrón se llevó la maleta. “Más allá de la pérdida material, lo más importante es que mi mujer y yo estamos bien”, declaró a la prensa Zico, que incluso firmó autógrafos en la comisaría.
Por último, no faltó la polémica por parte de los atletas brasileños que, como otros colegas, protestaron contra la decisión del comité organizador francés de favorecer una dieta vegetariana. Los platos de carne, dicen los atletas, se sirven en pequeñas cantidades. Además, se tarda demasiado en suministrarlos, por lo que muchos desisten de esperar. Sin embargo, entre la polémica, el miedo a perder y también el orgullo de haber llegado tan lejos, los campeones brasileños no defraudarán a los aficionados de su país. Como ya ocurrió en los Juegos Olímpicos celebrados en Rio de Janeiro en 2016, independientemente de las medallas, el ganador seguirá siendo el entusiasmo, el gran combustible del deporte brasileño.