El régimen de Cuba, liderado por Miguel Díaz-Canel, admitió en las últimas horas que sigue sin poder solucionar el problema de la crisis energética, que desde hace años afecta a la población de toda la isla. En las últimas horas, el ministro de Energía y Minas, Vicente de la O Levy, reconoció que aún no logran contar con un “suministro estable” de carburantes para poder garantizar el servicio en todo el territorio y, menos aún, cubrir la demanda en caso de que se deban hacer reparaciones a las plantas termoeléctricas.
“No tenemos un suministro estable de combustible como teníamos en otros momentos. Estamos saliendo al mercado internacional a comprar el combustible y la factura petrolera del país es de más de USD 4.000 millones anuales”, dijo el funcionario antes de admitir que a raíz de esta dependencia del extranjero, y ante la menor disponibilidad de los hidrocarburos en los últimos meses por la falta de divisas y problemas de distribución, se produjeron largos apagones, de hasta 20 horas.
Los períodos a oscuras en Cuba no son una novedad. Los habitantes acostumbran pasar varias horas de sus días sin energía, lastrando su rendimiento económico y afectando su cotidianeidad, incluso en los meses de mayor calor, cuando las altas temperaturas hacen indispensable el uso de aires acondicionados o ventiladores. Sin ir más lejos, en marzo se produjeron las principales protestas desde la marcha del 11 de julio de 2021, en los que cientos de personas salieron a las calles para reclamar “¡Corriente y comida!”.
A pesar de manifestar su descontento, los apagones continuaron y alcanzaron, en algunas jornadas, al 40% del país de forma simultánea, incluida La Habana, que las autoridades siempre han intentado mantener alejada lo peor de la crisis. Sin embargo, la insuficiencia fue mayor y la estatal Unión Eléctrica (UNE) debió dividir en bloques a la capital y programar apagones alternos de cuatro horas, tanto por la mañana como por la noche.
No obstante, en medio de este contexto y con los antecedentes de años de un sistema deficiente, las autoridades del régimen aseguraron que cumplieron con su estrategia para disminuir los cortes en el suministro durante el próximo verano. Según de la O Levy, se llevaron a cabo mantenimientos programados a las unidades generadoras de las centrales termoeléctricas y de gas, la mayoría de las cuales son obsoletas y datan de tiempos de la Unión Soviética.
De todas formas, lo cierto es que el sistema eléctrico de la isla presenta complicaciones mayores a un simple mantenimiento, que costarían cerca de USD 10.000 resolver. Es por ello que, ante la falta de divisas e inversiones en el rubro, Díaz-Canel acudió a aliados para alquilar centrales eléctricas flotantes que solucionan -de manera parcial y temporal, aunque rápida- el tema. Cuba ha llegado a estar conectada a hasta ocho de estas estructuras en los últimos seis años, aunque de momento solo quedan cinco dado que se trata de una opción contaminante y muy costosa.
A mediados de junio, el ministro de Energía de Rusia, Serguei Tsiviliov, se reunió con el viceprimer ministro de la isla, Ricardo Cabrisas, y le prometió su ayuda para restablecer su sistema de generación eléctrico. “La construcción de nuevas instalaciones energéticas es una etapa importante para el restablecimiento de la capacidad de trabajo del sistema energético de Cuba. Estoy seguro que la participación y la experiencia de especialistas rusos representará un considerable aporte a la rama energética de la república”, dijo Tsiviliov, aunque la noticia no fue recibida con entusiasmo entre los cubanos, que ven con desconfianza el acercamiento del Kremlin y temen que se trate de una nueva maniobra corrupta entre los mandatarios.
(Con información de EFE)