(Desde Montevideo, Uruguay) - Giuliana Lara estaba juntando plata para irse de su casa. No quería vivir más con su hermano Jorge porque era desordenado, la trataba mal, le rompía las cosas que compraba. El padre de ambos le había cedido una casa para que vivieran junto a Mateo, el hijo de ella de 8 años. En la madrugada del 31 de enero de 2023, Jorge aprovechó que madre e hijo estaban durmiendo en el sillón para atacarla, golpearla y acuchillarla en el pecho hasta matarla.
Horas después, Jorge mató a su sobrino e hizo desaparecer los cuerpos en la orilla de la Playa Marea de Paysandú, sobre el río que divide a Uruguay de Argentina. El relato surge de la investigación de Fiscalía y la Justicia sentenció este lunes la condena a 30 años de prisión para Jorge Lara y a 15 años de medidas eliminatorias de la libertad. Es la pena más alta prevista en el Código Penal de Uruguay.
Después de matar a su hermana, Lara salió de su casa acompañado por su sobrino en la moto recién comprada por su hermana, según la sentencia judicial informada por El Observador. Fue hasta la zona donde arrojaría los cuerpos más tarde y volvió al hogar. Todo este recorrido lo hizo acompañado por Mateo hasta que, cuando regresó, lo asesinó.
Para deshacerse de los cuerpos y borrar toda evidencia, Jorge Lara descuartizó a sus familiares en el baño de la casa, de forma de que cupieran en bolsas de residuos que luego saldría a comprar. Para lograrlo, hizo varios viajes en moto y, cuando finalmente dejó los cuerpos en la playa, los prendió fuego.
Al salir de la zona, se encontró con dos hermanos que lo vieron nervioso. Lara les mintió: les dijo que había matado a un perro y les recomendó tener cuidado porque una víbora peligrosa estaba en la vuelta.
El desmembramiento, la compra de bolsas y el descarte de los cuerpos sucedió entre la hora 8 y las 12. Por la tarde, Lara se dedicó a limpiar todo rastro del crimen que había quedado en la casa.
Mientras, otros familiares y amigos comenzaron a buscar a Giuliana. Una mujer fue hasta la casa y dijo que salía olor a agua jane. A su jefa, en tanto, le sorprendió que su empleada no haya ido a trabajar y llamó a su padre para ubicarla, pero no tuvieron éxito.
Entonces decidieron ir hasta la casa y notaron que la moto no estaba. Jorge Lara se la había llevado y, cuando intentaron hablar con él, dijo que no sabía nada de su hermana porque estaba en Salto, otro departamento del litoral uruguayo.
Para condenarlo, Lara fue sometido a una pericia psicológica. A la profesional le contó que trabajaba desde los seis años repartiendo diarios para ayudar en su casa y que trabajó en la Marina, hasta que lo expulsaron por haber sido procesado, informó El País. Jorge reconoció que con su hermana “no se querían mucho” y aseguró que “quería muchísimo” a su sobrino, aunque no recordaba su nombre.
“No hay ningún signo de ansiedad o angustia, lo que es muy llamativo en todo su relato”, evaluó la psicóloga. La profesional señaló que el hombre se mostró “imperturbable” sin ningún sentimiento de culpa o remordimiento.
Jorge Lara es, según la psicóloga, un hombre solitario, que evita los eventos sociales y con un “nivel de empatía muy bajo”. Tenía “rasgos de personalidad” que eran “predominantemente esquizoides”.
Sobre el vínculo con su hermana, Lara contó: “No éramos hermanos que nos queríamos tanto, pero tratábamos de llevarnos bien. A mi sobrino lo quería muchísimo, lo llevaba a la escuela, a lo de mi padre, lo cuidaba para que ella no pagara niñera”.
Pero en realidad Lara la volvía loca, la insultaba diariamente y le sacaba los juguetes al niño para dárselos a suyo. Giuliana hablaba con sus amigas sobre estos temas. Les decía que el hombre tenía celos, pero que no le tenía miedo porque era “un bocón”.