(Desde Santiago, Chile) La madre del conscripto Franco Vargas (19), quien resultó muerto el pasado 27 de abril tras una fatal instrucción militar en Putre (2,160 kms al norte de Santiago), interpuso finalmente una querella ante el Juzgado de Garantía de Arica.
En el documento, Romy Vargas detalló los hechos ocurridos previos a la muerte de su hijo y se lanzó contra “todos aquellos que resulten responsables en calidad de autores, cómplices o encubridores por el delito de apremios ilegítimos con resultado de muerte” según consigna una nota de BíoBío.
Esta acción viene a sumarse a la ya presentada por el Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH), ante el mismo tribunal, la semana pasada.
Soldado voluntario
En su relato, Romy explica que Franco era su único hijo, a quien logró sacar adelante con esfuerzo y gracias al apoyo de los abuelos del joven. Franco tenía un sueño: “Quiero unirme al Ejército, servir a mi patria y sacar a mi familia adelante”.
Voluntariamente, se unió al servicio militar el 13 de abril pasado y ocho días después, el día 21, fue llevado hasta las instalaciones de la Brigada Motorizada 24 “Huamachuco”, en Pacollo (2,200 kms al norte de Santiago), donde no le hicieron ningún tipo de chequeo médico.
Ahí comenzó la pesadilla. Según testimonios de los conscriptos sobrevivientes, no había cuidado alguno con la integridad psíquica y verbal de los reclutas. Por ejemplo, cuando un conscripto contó que tenía “pensamientos de morir”, la respuesta del teniente a cargo fue: “Acompáñame a mi oficina, te paso un cuchillo y mátate”.
También alude a otros momentos, como cuando “les refregaron en la cara bombas lacrimógenas”. O bien la ocasión en que “los hicieron tirarse al suelo y sacar hierba con la boca”, ocasión que los superiores se burlaron, acusa. “Mira las vaquitas”, les decían.
Condiciones insalubres
En el libelo, la madre de Franco también acusa condiciones insalubres, con baños nauseabundos que simplemente eran una tabla con hoyos, donde acudían prácticamente todos juntos, sin puertas, separaciones ni papel higiénico.
Las demás instalaciones del recinto también presentaban un deterioro grave, con hoyos y sin ventanas, lo que no permitía refugiarse del frío, sostiene. Pese a que les entregaban ropa de abrigo, no los dejaban usarlas.
A quienes tenían pareja “les decían que éstas eran ‘maracas’; cuando les hacían hacer sentadillas les decían ‘así está tu polola saltando arriba de otro weón’, o bien ‘que los iban a cagar con otro’, ‘pelaos cornúos’, ‘pelaos cachúos’, etc”.
De acuerdo a la querella, también eran amenazados “con cosas muy vulgares y denigrantes, y más que eso, cosas degeneradas y enfermizas”, tales como que “si estuvieran en una guerra, los peruanos vendrían y violarían a sus familias; a sus mamás, hermanas, niñas y mujeres chilenas”. Por eso, “antes que eso pasara, ellos tenían que pasar la frontera y violar a las mujeres peruanas”.
Desmayo tras otro
La querella reconstruye lo sucedido en base a los testimonios de los presentes. Aquel fatídico 27 de abril, para regresar desde Pacollo al regimiento en Putre, fueron levantados a las 5 AM, a 4.600 metros sobre el nivel del mar, con temperaturas bajo cero y vistiendo sólo una camiseta.
Apenas comenzó a marchar, Franco mostró dificultades: “No lo voy a lograr, me siento enfermo, me voy a morir”, le dijo al militar a cargo, cuya identidad no ha sido aún revelada a la familia. En lugar de recibir ayuda, fue reprendido “y le dice que es un cobarde y maricón y que se ponga a marchar, porque así son los verdaderos soldados”.
Retomó a duras penas. Y de acuerdo a testimonios de los presentes, se quejó, lloró y pidió abrigo apropiado, pero no fue escuchado. Por el contrario, recibió más reprimendas: “¡Muérete entonces pelao, un pelao menos, mucho mejor!”.
Franco se desmayó por primera vez. Sus compañeros intentaron ayudarlo, pero sus superiores no los dejaron. Volvió a incorporarse, pero con la caída se reventó su reserva de agua, quedó empapado y las condiciones se hicieron aún más adversas.
Ante el frío extremo, volvió a pedir abrigo. Pero recibió golpes y más humillaciones. Se volvió a desmayar. Y por segunda vez logró despertar.
Pero la tercera fue la vencida. Volvió a desmayarse y ante el shock de sus compañeros, a quienes les prohibieron ayudarlo, no volvió a despertar. En el intertanto, los militares de instrucción siguieron burlándose, hasta que fueron a chequear, lo tomaron y transportaron “en una camioneta al centro asistencial de salud de Putre, lugar al que llegó sin signos vitales”.
Caso queda en la justicia civil
Con todo, la querella presentada por Romy Vargas plantea que “Franco fue víctima de apremios ilegítimos durante su corta estadía en el servicio militar (sólo 2 semanas), tiempo en cual vivió tratos crueles, inhumanos y degradantes que tienen por escena de clausura un resultado de muerte”. El crimen cometido fue “infamante”, se afirma.
Este martes, el Tribunal de Garantía de Arica confirmó que el caso por la muerte del conscripto Franco Vargas, así como lo ocurrido durante la fatídica marcha, lo seguirá viendo la justicia civil.
El fiscal regional de Arica y Parinacota, Mario Carrera, confirmó que pedirán realizar una nueva autopsia al cuerpo del conscripto de 19 años.
En conversación con CNN Chile, Carrera sostuvo que “acá se hizo una autopsia sin efectivamente la rigurosidad de ciertos protocolos (internacionales). Esto nos obliga evidentemente a tener que replantearnos esa autopsia y cumplir con los estándares internacionales de investigación frente a estos delitos”.